LAS AVENTURAS SOLISTAS

Al margen del disco que acaba de lanzar Bestia Bebé, Tom Quintans editó este año un álbum solista que grabó durante la pandemia con canciones que escuchaba de chico gracias a unos compilados que armaba su padre. Se llama El golpe dorado e incluye covers en español de temas de los Everly Brothers, Baker Knight, The Cascades y Tom T. Hall, además de tres composiciones propias que siguen la línea de esa música que fue parte de la educación sentimental de este músico que creció y sigue viviendo en el porteñísimo barrio de Boedo. A Tom siempre le gustaron las versiones –los que lo conocen han escuchado sus relecturas de canciones de Luna, Arctic Monkeys y Daniel Johnston–, pero elige no cantar en inglés porque le suena falso. “Yo soy argentino, vivo en Argentina y trato de llevar las historias de esos temas a mi propia realidad”, sostiene.

La aventura individual es apenas una parte de la recargada agenda de Quintans, que además de ser el motor principal de Bestia Bebé suele sumarse al proyecto solista de Santiago Motorizado, acompaña a su pareja, Luli Zamtlejfer, en Tigre Ulli y produce en el estudio que tiene con su hermano Pipe cuando lo convocan para ese trabajo. En Argentina, para un músico independiente la hiperactividad es condición necesaria de supervivencia: “Vivir de la música implica hacer muchos esfuerzos –asume–. También depende de tus ambiciones, claro. Con Bestia Bebé viajamos todos en una camioneta, con los equipos cargados, y tocamos muy seguido para que cierren los números. Cuando les cuento a los otros padres del jardín de infantes de mi nene que soy músico y tengo una banda, la sensación que tengo es que piensan que si no sos famoso no podés subsistir. Pero se puede vivir de la música sin ser Tan Biónica”.