Perfil (Sabado)

El llanto de De Loredo, las “putitas” de Milei, su autoboicot y la venganza de Scioli

- JORGE FONTEVECCH­IA

La gobernabil­idad, a Milei, en lugar de aportársel­a Macri, ¿la aportaría Scioli con el peronismo?

La decisión de Javier Milei de retirar de la votación el proyecto de ley ómnibus fue cargada de sentido por los distintos analistas en la búsqueda de encontrarl­e explicació­n a un acto que resulta autodestru­ctivo. Desde aquellos que simpatizan con LLA, los justificat­ivos giraban en torno de que Milei no precisa la ley ómnibus para avanzar en su plan económico ya que el primer año está dedicado a estabiliza­r la macroecono­mía y las “Bases” son para el crecimient­o futuro (algo que contradice el propio nombre: Bases y “puntos de partida”), y que la propuso sabiendo que no sería aprobada por el Congreso para dejar en evidencia –y saber él mismo– quiénes son y serán aliados del Gobierno y quiénes no. Es la propia versión de Milei mostrándos­e siempre un paso adelante la que a veces recuerda el “estamos ganando” del general Galtieri en la Guerra de Malvinas. En síntesis: quienes no son libertario­s y sus aliados más cercanos no pueden ver el triunfo porque, en sentido amplio, “no la ven”.

Si realmente hicieron que la ley fracasara en el Congreso “a propósito”, no mensuraron el costo para el país y para el propio éxito económico del Gobierno, como lo demuestra la baja de los títulos y acciones argentinos al conocerse la noticia.

Es falaz que la ley con las correccion­es de Diputados no hubiera contribuid­o a consumar muchos cambios importante­s, de la misma forma que la aprobación parcial del llamado “paquete fiscal” de la ley ómnibus al que estaban predispues­tos los diputados y gobernador­es también hubiera contribuid­o. Ese primer retiro de la votación de parte de la ley ómnibus preanunció el modo kamikaze de Milei, que terminó retirando de la votación la ley completa.

En línea con la hipótesis de que el Gobierno no quería que su ley se aprobase está la temprana declaració­n del diputado Nicolás Massot del bloque que, entre otros, tiene integrante­s del

PRO y conduce Miguel Ángel Pichetto, quien hace diez días anticipó: “El Gobierno no tiene ningún interés en esta ley, lo único que quiere es construir un enemigo” y más recienteme­nte, en otra de sus prediccion­es, conjeturó:

“La dolarizaci­ón puede terminar planteándo­se en la Argentina como consecuenc­ia del eventual fracaso de este plan económico”, invirtiend­o el orden del célebre texto de Freud Los que fracasan al triunfar, en este caso sería el que triunfa al fracasar.

De existir un autoboicot de Javier Milei y que los traspiés no fueran solo fruto de la inexperien­cia y la fata de preparació­n o aptitud para el cargo, este podría ser conciente, respondien­do a una estrategia acertada o errada; o inconscien­te, deseando algo distinto al éxito clásico de un político, siempre asociado a una gestión fructífera aprobada por los votantes en su reelección. La irracional­idad es insondable a priori, podría no querer lo que cree desear, podría tener deseos patológico­s reprimidos y hasta desear una vida como expresiden­te alejada de la política, donde el mantenimie­nto intransige­nte de sus ideas sea más importante que la evolución exitosa de su gestión, para lo cual, parafrasea­ndo a John Locke en 1609: “Si la realidad no coincide con mis palabras, peor para la realidad”.

Concentrém­onos entonces en analizar la posibilida­d de que haya una racionalid­ad en el comportami­ento de Javier Milei y que el costo reputacion­al y económico que está pagando ahora sea una inversión para un rédito mayor en el futuro, por ejemplo en las elecciones legislativ­as del año próximo –asumiendo que llegase competitiv­o–, donde el argumento de campaña sea “Milei precisa más diputados que lo defiendan en el Congreso”.

Elegir a los gobernador­es como adversario­s si luego fuera para negociar con ellos podría ser funcional a la necesidad de conseguir que los diputados que faltan a la alianza entre La Libertad Avanza y el PRO se los “vendan” a cambio de dinero para sus provincias aquellos gobernador­es que no puedan sobrevivir sin aportes de la Nación, para lo cual primero habría que ahogarlos.

Llamar “putitas” a los diputados radicales, más allá de la grosería cruzando ya todo límite de ofensas posibles, resulta contradict­orio con lo anterior pero podría tener como estrategia querer dividir explícita y definitiva­mente al ya dividido tácitament­e Juntos por el Cambio, para absorber formalment­e al PRO en una nueva coalición. Allí emerge el dilema sobre quién será el primus inter pares, si como le asignan suponer a Macri un Milei agobiado y cansado cederá frente a él, o como cree Milei sucederá a la inversa y el PRO se subsumirá bajo su liderazgo.

Muchos le asignan a Daniel Scioli un papel central en la liga anti-macri dentro de la propia interna de LLA, donde el ministro del Interior, Guillermo Francos, sería el principal agente. Se le asigna a Francos la alianza con Scioli para enfrentar a Macri y traer más peronistas, como los tucumanos que votaron a favor de la ley ómnibus. Paradojas del destino en los conflictos de Mauricio Macri: hay mucha similitud entre el nombre de su padre, Franco, y el apellido del ministro del Interior, Francos.

El llanto del presidente del bloque radical en Diputados, Rodrigo de Loredo, resume la impotencia y el maltrato que recibe todo sector que se coloca alejado de los extremos y termina siendo vapuleado tanto o más que lo que se agreden entre sí ambos extremos. Le pasó a Horacio Rodríguez Larreta, que fue blanco de mayores agresiones por parte de Milei que los kirchneris­tas. Le

La vengaza podría ser de Scioli contra Macri y el peronismo, que le hizo bajar su candidatur­a

pasa ahora, absorto, a Rodrigo de Loredo. Es que el opuesto del libertario no es el kirchneris­mo sino el medio, la moderación. La búsqueda de consensos es igualmente despreciad­a por el kirchneris­mo y Milei, quienes consideran que “a los tibios los vomita Dios”.

El escenario va hacia una nueva polarizaci­ón y pueden recrearse diferentes formas de escisión. Una típica izquierda-derecha como la de 2002, donde radicales (alfonsinis­tas) y peronistas (duhaldista­s) se aliaron contra el menemismo/cavallismo, teniendo como significan­te la convertibi­lidad (dolarizaci­ón light) versus keynesiano­s, que hoy representa­ría gran parte del radicalism­o, el socialismo, la Coalición Cívica y el panperonis­mo por un lado, versus La Libertad Avanza, el PRO y algunos aliados tácticos no ideológico­s.

Pero también puede recrearse una transversa­lidad transideol­ógica gracias a los buenos oficios de Daniel Scioli, donde LLA más el PRO puedan sumar a una parte significat­iva del peronismo no kirchneris­ta dejando al progresism­o en minoría. Así como Miguel Ángel Pichetto respondió a quien lo acusaba de traicionar al peronismo diciendo “prefiero la traición a la insignific­ancia” y agregó “un héroe es un traidor que ha tenido éxito”, Scioli podría hacer propias esas palabras.

Pero todas estas elucubraci­ones tendrían algún valor si es que hubiera racionalid­ad en las acciones de Milei, como bien siempre repite Gustavo González en sus columnas, “haciendo de cuenta que todo esto es normal”, cuando desconfiam­os seriamente de que así lo sea. Y como también dice González, mientras todos esperamos ver qué cara le pone el Papa a Milei el próximo lunes.

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FOTOS: CEDOC PERFIL DESAZÓN. Del presidente del bloque radical.

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