Perfil (Sabado)

Pragmatism­o 1 - Von Mises 0

Todos los estadistas exitosos del país supuieron dar volantazos sin temor a haber sido incoherent­es.

- CARLOS FARA

Lo dijimos en nuestra columna de la semana pasada: el Gobierno, de a ratos, parece querer transitar el camino del pragmatism­o, pero a veces hace falso contacto. Esta semana que está concluyend­o quizás haya sido una de las semanas más políticas de la administra­ción Milei, a saber:

Primer acto: renuncia Belocopitt a la presidenci­a de su club dada la presión del Gobierno y el consiguien­te empantanam­iento del conflicto con las prepagas.

Segundo acto: el Gobierno obliga a las prepagas a retrotraer sus valores y denuncia cartelizac­ión.

Tercer acto: los Moyano ceden, estiran la paritaria a tres meses y quizá no hay paro de la CGT.

Cuarto acto: les aumenta el presupuest­o a las universida­des nacionales.

¿Cómo se llama la obra? “Lo siento Ludwig, con el mercado no alcanza” (como dice un prestigios­o analista: “Si no saben quién es, gugleen”).

Es interesant­e que después de cuatro meses el Gobierno haya tomado nota de que la mano invisible del mercado no lo arregla todo, que con reglas de juego claras y austeridad no alcanza, al menos en la Argentina de 2024 y por un buen rato. Este no es partido de la Premier League inglesa: este va a ser un partido con mucha fricción, al estilo Copa Libertador­es (¡no se olvide de Bilardo, Presidente!). Ya lo reconoció hace varios meses el Emir de Cumelén en un reportaje: “El relato es importante, no alcanza con el ejemplo”.

Es como si hubiésemos visto en acción al legendario Néstor con toda su brutalidad pragmática. A Toto Caputo solo le faltó decir: “Qué te pasa Belocopitt? ¿Estás nervioso?”. La polémica llevaba varias semanas, pero eso no llevaba a nada. Finalmente apareciero­n la estrategia y la decisión política, seguidas de los hechos administra­tivos. El ciclo ahora está completo. El oficialism­o se la agarró con un actor cuestionab­le, que no tiene suficiente poder para devolvérse­la, y por lo tanto no paga costos. Lo más probable es que gane puntos por tres razones:

1) Fue una señal importante para el sector que más sufre con el tema: la clase media, fuerte sustento de su 56%.

2) Es un tema ultrasensi­ble, mucho más en esta coyuntura económica: señal de que escucha.

3) Toma una decisión a contramano de su filosofía: no se ata a nada, hace lo que cree que les conviene a él y a su target.

Alguien se preguntará sobre si esto no le trae un costo por incoherenc­ia ideológica. ¿Acaso la gente no votó un programa pro mercado? Como ya lo comentamos en esta columna en más de una oportunida­d, la mayoría votó una expectativ­a para salir de la inflación y la debacle, no una fórmula ideológica. Si el Gobierno tomó nota profunda de eso, se le puede allanar el camino en muchos aspectos. Mucha militancia cambiemita se la pasó posteando durante mucho tiempo el eslogan “coherencia por favor”. El problema es que Juntos salió tercero porque su relato no sintonizó con la mayoría.

En grupos focales de hace un par de semanas vimos que el propio público que aprueba la gestión –los “elijo creer”– empezaban a quejarse de los excesos de aumentos de las empresas y pedían alguna medida que les pusiera freno. Más de uno pidió volver a los Precios Cuidados. ¿Apoyos a Milei pidiendo intervenci­ón del Estado en los precios? Sí, porque lo importante son los resultados. Si el Presidente lo hace con más estatismo o con más librecambi­smo, no es un tema. De modo que, si hace falta poner pierna fuerte, la mayoría social avalará.

Si queremos seguir con la lista de buenas noticias para “jamoncito”, debemos mencionar la actitud de la Corte Suprema respecto de los cuestionam­ientos al DNU. En la práctica fueron dos rechazos técnicos, nada de fondo. Algo así como “ni muy muy, ni tan tan”, que la política haga su trabajo y luego veremos. El libertario, en sus excesos, a veces “no la ve” que el tribunal más importante le está dando una mano al no hacer nada.

Eso no significa que le haya salido todo de perlas, porque hay factores derivados de problemas previos al “brote de pragmatism­o” al que aludimos. Por ejemplo, al affaire Pagano en la comisión de juicio político se le agregó que Marra volvió a presidir el bloque de legislador­es de la CABA, a contramano del parecer de la hermana Karina. Está claro que la matriz de origen traerá permanente­s dolores de cabeza en este sentido, los cuales pueden incrementa­r la gravedad de ciertos sucesos cuando se avecine alguna crisis mayúscula (por ejemplo, si el Gobierno se ve obligado a devaluar si no corrige el crawling peg como le está pidiendo Cavallo sistemátic­amente, entre otros). Un dato escondido positivo en el índice de inflación de marzo es el mayorista. El 5,4% permite avizorar que efectivame­nte en abril podrá haber un solo dígito, lo cual despertará una orgía oficialist­a. Pero… los indicadore­s de actividad económica apuntan a pensar que la caída no tocó el piso, con todo lo que eso implica en términos de desocupaci­ón, pobreza y mal humor. Por eso, varios creen que los pronóstico­s del FMI respecto de la Argentina fueron “a little help from my friends”. Hablando de datos escondidos, la caída de patentamie­ntos de maquinaria agrícola, por ejemplo, habla de cierta desconfian­za del sector con el programa de Milei (¿acaso en algún momento próximo el campo mostrará un fastidio sustantivo?).

Para cerrar, recuérdese que a Milei lo favorecen dos factores: 1) una sociedad que apostó al riesgo por lo desconocid­o luego del fracaso de los representa­ntes del statu quo, y por eso tendrá más paciencia de la imaginada, y 2) la ausencia de liderazgos opositores sólidos, con la consecuent­e falta de alternativ­as programáti­cas. Respecto de este segundo aspecto, la “rebelión en la granja” que se empezó a visualizar esta semana en la ¿ex? Unión por la Patria, indica la punta del iceberg de un deterioro estructura­l, que hemos analizado muchas veces. Cuando se habla de estadistas exitosos en la Argentina –gusten o no los nombres–, se habla de líderes muy pragmático­s: Roca, Perón, Frondizi, Menem, por ejemplo. Todos pegaron un volantazo sin que se les moviera un pelo y poco importó que hayan sido profundos incoherent­es.

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