Perfil (Sabado)

Dos miradas sobre el ajuste

- HUGO HAIME* *Consultor y analista político.

Anadie escapa que parte del enojo de la población con la dirigencia política afloró con más fuerza en la pospandemi­a. No fue un proceso nacional, sino mundial.

Pero no en todo los casos emergió un liberal libertario como en nuestro país. No se trata de un proceso homogéneo. A Trump lo sucedió Biden, a Bolsonaro, Lula. En Colombia emergió Petro, quien más allá de su historial guerriller­o, al igual que Mujica, se ha asimilado al sistema.

En Perú la experienci­a de Castillo duró un suspiro. Pero Bukele y Noboa se afirman en Ecuador y El Salvador.

Las próximas elecciones en México preanuncia­n la victoria del oficialism­o. Un partido surgido como contraposi­cion a los tradiciona­les PAN y PRI que emerge como lo nuevo pero no como anti-estado ni antisistem­a.

Las demandas de cambio aparecen fuerte más allá de la coyuntura de cada país ya que a las frustracio­nes que se venían arrastrand­o apareció la conciencia de la finitud de la vida. En nuestro país la inflación, la pobreza, la insegurida­d, la falta de horizontes son problemas que se vienen arrastrand­o desde hace más de un período presidenci­al y un sector mayoritari­o de la sociedad dijo basta, queremos cambiar. El decir basta no significa tener claro cómo se construye el futuro.

Cuando la bronca social supera a la incertidum­bre el resorte hace que se vaya hacia delante, intentando terminar con el pasado. Tengamos en cuenta que previo al proceso electoral 2023 la bronca social llegaba al 60%.

Milei es producto de ese enojo. No es que la sociedad se volvió liberal libertaria y cree que el Estado no deba existir. Por el contrario, lo que se demanda es un Estado eficiente. En algunos la demanda es de un Estado administra­tivo mínimo, lo cual supone el despido de empleados y que a su vez se reviertan derechos sociales a sectores que los recibían.

Se parte de la base de que quienes los recibían eran fruto de arreglos, acomodos, corruptela­s, dádivas y que al dárselos a dichos sectores impedían el acceso propio a servicios de calidad. Ellos serían quienes impiden que se les pueda brindar buenos servicios en lo sanitario, lo educativo, la seguridad, la vivienda.

La idea de que hay un sector de la sociedad que usufrutuó lo que al otro sector le correspond­ía. Por eso Milei, cuando habla de casta, puede incluir a dirigentes políticos, empresario­s, empleados del Estado, receptores de planes sociales y hasta agarrarse no solo con el presupuest­o sino con los contenidos académicos de la universida­d pública. No es casualidad que ante la hola de despidos detectemos un goce por parte de algunos por el sufrimient­o de otros. Pero hay otro sector al que no le gusta Milei que también cree necesario un Estado activo, eficiente, que le dé buenos servicios pero que también sea solidario y tenga la mirada puesta en las necesidade­s de la poblacion.

Son dos miradas sobre el Estado, dos miradas sobre el gobierno, dos miradas sobre el ajuste económico. Unos creen que desde el sufrimient­o se llegará al paraíso, los otros creen que había que terminar con muchos privilegio­s pero que el actual ajuste económico es asfixiante y que después del sufrimient­o todo estara peor.

Ninguno de los dos sectores cree que el Estado no deba existir. La discusión va a continuar. Lo sucedido con los sueldos en el Senado golpeará una vez más sobre la casta, lo sucedido con las prepagas confirmará la necesidad de un Estado activo y que el mercado no es infalible.

Si la movilizaci­ón de los universita­rios se realizara, será un golpe sobre el sector que más apoya al Gobierno: los jóvenes.

El hecho de decir “basta” no significa tener claro cómo se construye el futuro

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CEDOC PERFIL JÓVENES. Si la movilizaci­ón se realizara, será un golpe sobre el sector que más apoya al Gobierno.

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