Las sociedades ante la migración
Desde los orígenes mismos de la humanidad, de modo individual o colectivo, hombres y mujeres han migrado. Los movimientos de población, ya sean voluntarios o forzados, provocados por las hambrunas, las persecuciones y las guerras o, simplemente, por la búsqueda de mejores oportunidades de vida y trabajo, han constituido realidades que recorren los tiempos prehistóricos e históricos. Se trata de un problema sustantivo, tanto para el conocimiento del pasado y del presente como para la definición de políticas públicas orientadas hacia la previsión del futuro. Por estas razones, el estudio del fenómeno migratorio se ha convertido, en los últimos años, en esencial para una adecuada comprensión del funcionamiento de la sociedad moderna. Desde el momento mismo en que las migraciones se constituyeron como objeto de estudio de las ciencias y las humanidades se revelaron como problemas complejos y difíciles de delimitar y tematizar. Se trata de un fenómeno que exige ser analizado desde múltiples perspectivas analíticas y enfoques disciplinarios y sobre la base de interrogantes de distinto orden, como estos que mencionamos a modo de ilustración: ¿qué es lo que ha impulsado a los seres humanos a migrar? ¿Cómo han modificado las migraciones la fisonomía de las sociedades de recepción? ¿Cómo se han integrado los migrantes a sus nuevos hogares? ¿Cómo se han construido estereotipos, prejuicios, sobre los migrantes y cómo han reaccionado estos? ¿Cómo se ha modificado la actitud de los gobiernos y los Estados frente a las migraciones? ¿Qué papel juega el debate sobre la migración en las políticas públicas de los Estados? A menudo la historia de las migraciones se confunde con la de las prácticas de exclusión y de marginación. En muchos casos es también la historia de persecuciones, de privaciones y de las luchas por conquistar nuevos derechos tanto en la esfera civil como política. Es la historia de los procesos de aculturación o de la resistencia a la asimilación y también la del esfuerzo por romper barreras, tanto culturales como lingüísticas. La forma en que las sociedades actúan frente a los migrantes permite advertir también, a menudo, los modos en que se piensan a sí mismas.
Los inmigrantes han sido, a lo largo de los tiempos, también chivo expiatorio, sobre todo en contextos de crisis y conflictos. Víctimas de estigmatizaciones, se los asoció con el delito y se los responsabilizó por la disolución de supuestas “esencias nacionales”. En los últimos años, la cuestión migratoria ha vuelto de modo recurrente a instalarse en la agenda de las políticas públicas de los Estados y anima sus discusiones culturales, económicas, políticas y, muy a menudo también, incluso las electorales. Los migrantes que provienen de África y Medio Oriente y que buscan ingresar de manera furtiva a Europa; los latinoamericanos que pugnan por llegar a los Estados Unidos, perdiendo muchos de ellos la vida en el intento; los venezolanos que buscan un mejor destino para ellos y sus familias, y otras tantas situaciones que extenderían notablemente esta breve enumeración, exponen la vigencia del problema y la necesidad de generar nuevos instrumentos, categorías y métodos para pensar las migraciones. Responder algunos de los interrogantes aquí expuestos anima a las contribuciones que integran este volumen. Los textos que lo componen tienen como propósito explorar algunas de las dimensiones del campo de problemas abarcados bajo la etiqueta “migraciones”: desde experiencias articulares y acotadas, como diversos aspectos del exilio español en Argentina y Chile, la creación de hablas de inmigrantes europeos a comienzos del siglo XX en Argentina y distintas situaciones, testimonios y experiencias de los estudiantes migrantes en la universidad pública argentina, hasta la indagación crítica del lenguaje teórico y de la trama de representaciones y conceptos sobre la migración en sus registros en la cultura, la historia y el pensamiento filosófico.