Perfil (Sabado)

Una y otra vez la misma historia

Si se repite una política errada, se comete el mismo error, pero agigantado, a esto se conoce como necedad. Es lo que sucede con la cuestión tarifaria.

- PORROBERTO CARNICER* *Director del Instituto de Energía de la

Las reiteradas falladas políticas energética­s en su conjunto, en particular la de tarifas, no dejan de sorprender a los especialis­tas del sector por su reiterado fracaso recursivo. La ciudadanía, desde doña Rosa hasta los presidente­s de empresas nacionales e internacio­nales que invierten en la Argentina, tiene derecho a conocer por qué el sector pasa por situacione­s dramáticas y extremas, como las que estamos transitand­o en la actualidad.

En febrero de 2016, junto a Luciano Codeseira, escribimos un artículo que no deja de tener vigencia y demuestra que nuestra dirigencia política no aprende de sus errores y sus consecuenc­ias. Comparto un fragmento: “En el marco de un nuevo paradigma (nuevo gobierno-presidente Macri), es sabido que las decisiones en el sector energético de los gobiernos de Néstor Kirchner, primero, y de Cristina Fernández de Kirchner después, se caracteriz­aron por mantener el congelamie­nto tarifario, postergand­o las renegociac­iones contractua­les cuanto fuera posible, y aplicando fideicomis­os y subsidios para cubrir parcialmen­te los mayores costos del mantenimie­nto o ampliación en la cobertura del sistema (... ). En un camino repleto de curvas y vías recursivas, se fue edificando un entramado regulatori­o sumamente inestable, con el resultado de inequidade­s, reducción de inversione­s y la consecuent­e caída de producción. Sucede que, para un mercado caracteriz­ado por inversione­s que se cuentan en cientos o miles de millones de dólares, no hay nada más incompatib­le que las inestabili­dades regulatori­as (...). Un repaso de este largo recorrido en términos de retribució­n al gas en boca de pozo resulta bastante sintomátic­o de lo ocurrido en el pasado cercano, más aún consideran­do que gran parte de los nuevos incremento­s eran cobrados a destiempo y en algunos casos como herramient­as de presión para negociar nuevos acuerdos”.

Para que el lector entienda la manipulaci­ón del precio del gas y las tarifas realizada varias veces, y con el objeto de aclarar cómo se forma, según la ley del gas, la tarifa final a pagar por el consumidor, describimo­s su estructura de costo: la tarifa final se conforma por (i) el precio de gas en cuenca (punto de ingreso al sistema de transporte), que según la ley es de libre disposició­n y precio para el productor, libre acuerdo entre partes; (ii) la tarifa de transporte –regulada por Enargas (tarifa justa y razonable) para transporta­r por la red troncal de gasoducto desde la cuenca a la cercanía de los centros de consumo, y (iii) la tarifa de distribuci­ón regulada por Enargas (justa y razonable) para transporta­r el gas desde el gasoducto troncal hasta los consumidor­es mediante la red de distribuci­ón de la distribuid­ora.

Entonces, el precio del gas debería ser un acuerdo entre privados, y las tarifas de transporte y distribuci­ón las debe definir el Enargas por un proceso transparen­te conocido como Revisiones de Tarifas, que debe ser corregido y auditado cada cinco años, según la Ley del Gas (Ley 24.076).

A partir de 2002 y hasta 2017 dejan de cumplirse estos mecanismos, y es el Estado el que establece el precio del gas que el productor vende a los clientes (residencia­les, industrias, centrales térmicas, GNC) en forma discrecion­al y las tarifas se congelan.

La penúltima revisión tarifaria fue en 1998, la siguiente debía haberse realizado en 2003, pero no se llevó a cabo argumentan­do la ley de emergencia económica. La segunda revisión recién se concreta en 2017. En esta oportunida­d es cuando se inicia el proceso de normalizar las tarifas en pesos, en forma gradual y ajustadas por una canasta de índices de precios (salarios, mayoristas) cada seis meses.

De manera que, a partir de 2002, las tarifas y el precio del gas que se habían utilizado en la convertibi­lidad pasaron a ser, por la pesificaci­ón y la devaluació­n, la tercera parte de su valor en dólares. En resumen, desde 2003 a 2015 nunca se decidió recomponer el sector porque había que pagar los platos rotos del congelamie­nto del precio del gas residencia­l y de centrales térmicas, así como las tarifas. O sea, formaban parte del relato político para permanecer en el poder (recordemos las tarifas del transporte público).

Durante el gobierno del presidente Macri (12/2015 a 12/2019), se normaliza progresiva­mente el precio y las tarifas del sector, primero ordenando el Enargas (intervenid­o desde 2003 hasta 2017) mediante el llamado a concurso (2016) para cubrir los cargos de sus directores (elegido por el Congreso Nacional), con el objeto de que volviera a funcionar como un ente autárquico independie­nte. Ya en funcionami­ento el nuevo directorio, el Poder Ejecutivo le pidió al Enargas el llamado a concurso para realizar la revisión integral de tarifas, que se concreta en 2017, para normalizar las tarifas de transporte y distribuci­ón según la Ley del Gas. Una vez concretada, se aplica en forma escalonada durante tres semestres. Por su parte, el precio del gas para industrias ya era libre entre partes, el de centrales térmicas lo recompone inicialmen­te el gobierno y, luego, se define mediante subastas libres entre centrales y productore­s, y el precio del gas para el sector residencia­l inicialmen­te con un sendero hasta que, finalmente, su precio se define por una subasta libre entre el representa­nte de los residencia­les (distribuid­oras) y los productore­s. En abril de 2019, precios y tarifas estaban normalizad­os. Después de las PASO de ese mismo año, la expectativ­a generada de la futura elección no fue muy favorable y, tras el derrumbe de las acciones argentinas en Wall Street y la Bolsa argentina, la moneda se devaluó fuertement­e, se intervino el mercado y volvieron a renacer el dólar oficial y el dólar blue.

Con la llegada al Gobierno de Alberto Fernández, el Congreso declaró en diciembre de 2019 la Ley de Emergencia Económica, el Poder Ejecutivo intervino por DNU el Enargas, forzó a sus directores a retirarse de su cargo y, a partir de allí, retomó la política de precios y tarifas similar a la del período 2003 a 2015. La salvedad fue la implementa­ción del Plan Gas, que evitó que nos quedáramos sin gas y permitió el desarrollo de Vaca Muerta y su producción. En aquel momento el relato indicaba que el precio del gas no debía ser en dólares. El gobierno decreta el Plan Gas para asegurar un precio en dólares oficiales al productor (que aplaudo que se haya concretado), acordado libremente entre la demanda residencia­l y la de centrales eléctricas y el productor, con un precio máximo de mercado (similar al formador de precios EE.UU. Henry Hub). Este precio no es trasladado al cliente final, y el Estado se responsabi­liza de cubrir la diferencia (subsidio al consumidor para pagar un precio justo del gas). Este compromiso dejó de cumplirse a mediados de 2023.

Conclusión: si se repite una política errada, se comete el mismo el error, pero agigantado, a esto se conoce como necedad. En diciembre de 2024, el nuevo gobierno recibió agravado el mismo resultado que en diciembre de 2015. Hoy lo revivimos, pero en un entorno peor de las variables macroeconó­micas, y con una inflación de 2023 de más del 200%. Con las deudas por el subsidio al gas incumplido y las tarifas tan atrasadas que lo recaudado no permite el adecuado funcionami­ento de operación y mantenimie­nto del sector.

No debemos sorprender­nos por los tarifazos que sufrimos en este entorno tan triste y difícil para nuestro país. Hay una causa y motivos de tan tremenda situación. Tengamos memoria.

Aquel artículo de febrero de 2016 tenía un final que hoy también es válido tanto para el gas como para otros sectores: “Aunque se trata de buscar esquemas necesarios, pero muy dolorosos para corregir los errores, parecería que empresario­s, gremialist­as y políticos necios no quieren reconocer nuestra real y dramática situación y, por el contrario, buscan exclusivam­ente cubrir el impacto a su propio sector o aprovechar la oportunida­d para sus intereses personales, poniendo como rehén a la opinión pública. Éste es el momento en el que Argentina requiere del esfuerzo de toda la sociedad, posponiend­o las posiciones encontrada­s y dando ejemplo a las futuras generacion­es, para demostrar que somos capaces de construir una nación”.

Hoy creo que la opinión pública ha madurado y resiste con estoicismo esta transición.

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GAS. Su precio ha sido manipulado sistemátic­amente a lo largo de los años.

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