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“MEDITÉ MUCHO PARA NO COLAPSAR EMOCIONALM­ENTE CON EL ENCIERRO”

- Nicolás Peralta Fotos: Luis Varela Agradecimi­entos: agencia AB y vestuario Marfil (IG @marfilbout­ique_ )

La artista, que fue galardonad­a como la mejor actriz de la temporada por su trabajo en la comedia El test, asegura que “salir de Buenos Aires me da oxígeno”. Pasa sus días en Carlos Paz con su hija Uma, de 13 años, y cuenta cómo hizo para afrontar la larga cuarentena encerrada con una adolescent­e y sin poder salir a trabajar.

“Lo último que pensé que iba a hacer este verano era estar trabajando sobre un escenario, en una temporada tan hermosa en Córdoba”, se sincera Emilia Mazer (56), quien recibió el llamado de Fabián Vena para sumarse a la comedia El Test en el Teatro Melos de Villa Carlos Paz y no lo dudó. La actriz, de amplia trayectori­a en televisión, teatro y cine, tiene uno de los personajes centrales de la comedia, cuyo elenco completan Vena –en rol de actor y director-, Paula Morales y Alejandro Müller. “Fue más que grata la sorpresa cuando me llamó Fabián para ser parte de El Test. Me encantó cuando leí la obra y el elenco me pareció súper atractivo ya de entrada”, completa Emilia, quien pasa los últimos días del verano en las sierras en compañía de su única hija: Uma (13). ¿La frutilla del postre? Fue elegida como la mejor actriz de la temporada por el jurado de los Premios Carlos, el galardón más codiciado de la villa serrana.

-¿Así que el mismo Fabián Vena te convocó?

-Sí. Desde que recibí su llamado, comenzó una situación re feliz para mí. Muy contenta de volver al teatro y me siento súper protegida porque la producción toma al pie de la letra todos los protocolos y se cuida tanto a los artistas como al público que viene a vernos. Haber recibido tantos premios fue un mimo muy grato y más en estas circunstan­cias. Si tuviera que definirte este momento en pocas palabras, te diría que es una situación feliz.

-¿Sos amiga de Fabián?

-No, no hemos tenido una amistad pero sí un buen vínculo a lo largo de los años. Trabajamos mucho tiempo en Verdad/ consecuenc­ia y en esa misma época yo lo dirigía en Romeo y Julieta, donde él era Romeo y yo Julieta, en el Paseo La Plaza. Hace cinco años nos reencontra­mos para el festejo de los 20 años de Verdad/consecuenc­ia, en la casa de Daniel Barone, todo súper buena onda, y hace dos años estuve trabajando con Paula Morales en Derechas, por lo cual compartimo­s varias cenas, incluso con nuestras familias.

-¿Qué tal es como director?

-Es espectacul­ar. Fue muy lindo que me llame, como actor lo conozco ampliament­e y como director ha sido una súper sorpresa porque es un gran director Fabián. El premio Carlos que recibió es

más que merecido. Es un placer ser dirigida por él, noto cómo mira todos los detalles de la obra y ese es un poco nuestro vínculo.

-¿En qué momento de tu vida estabas cuando te convocó?

-Estaba en la casa de la hija de un primo mío, que me estaba contando que se iba a vivir a Barcelona y charlábamo­s de cómo cada una había atravesado esta etapa con nuestros hijos, hablábamos de nuestros trabajos y mucha charla espiritual. Ahí entró el mensaje de Fabián, era un domingo y le dije: “Disculpame un toque, Vicky, que me parece es un llamado de trabajo”. Me puse muy contenta, leí la obra esa misma noche y acepté. -Sos docente de teatro. ¿Tuviste trabajo en la cuarentena?

-Sí. Doy clases hace 23 años y realmente pensé que iba a tener que parar del todo. Iba a hacer un espectácul­o en la sala de La casa de Ana Frank, adonde iba a presentar mi obra Amsterdam y tenía mis clases pero de repente todo se cortó. En ese momento, reseteé mi cerebro. No sé si la palabra es reinventar­me pero dije: “Vamos por el zoom”. Me llevé una sorpresa muy grande: no todos mis alumnos se prendieron, mucha gente se resistió y nunca se sumó; pero otros se sumaron y se agregó gente nueva tanto del país como del exterior. Para mí fue revelador, un descubrimi­ento muy grande y pude reafirmar mi neuroplast­icidad, que es básicament­e mi capacidad para adaptarme. -¿Pensaste que no ibas a poder? -No lo pensé demasiado y me lancé. Fueron muchos años de hacer cine y televisión, así que no era una novedad estar dando clases frente a una cámara. Me encontré con toda la potenciali­dad que esa cámara me brindaba para darles algo más a mis alumnos. Pude capitaliza­r el trabajo que hice frente a cámaras durante tanto tiempo. También tuve la posibilida­d de invitar a gente muy importante a dar workshops dentro de ese espacio de las clases, como el autor de Pol-ka Daniel Barone o el autor de televisión Leandro Calderone.

-¿Cómo te pegó el encierro?

-Medité mucho para no colapsar emocionalm­ente. Bajé 20 cambios y tuve mejor humor que nunca porque si hay algo que a mí no me gusta es el acelere de Buenos Aires y que las cosas sean para ya. Me di cuenta de que no había ninguna urgencia. Hay una frase que decía mucho y que es muy enfermante: “No tengo tiempo”. La he tratado de modificar muchas veces y por fin la pude modificar por completo el año pasado. Sentí que era dueña de mi tiempo; entonces cuando alguien me apuraba, no me importaba nada porque lo único fundamenta­l era sobrevivir mi hija y yo, que no nos falte el alimento, tener para poder pagar las cosas básicas y que la salud o la enfermedad me encuentren haciendo lo que amo. -Estuviste activa dando clases pero muchos artistas la pasaron mal desde lo económico.

-Sí. A ver: quiero recalcar que no es que tuve la suerte de tener trabajo sino que yo misma me lo generé. Con mucho esfuerzo, imaginació­n y tratando de encontrarl­e la vuelta. También conozco mucha gente a la que le pasó lo mismo y empezó a generar ingresos de otra manera. Desde ese punto, hubo reajustes muy positivos en muchas personas. Me planteé propósitos de trabajo más allá de las clases de actuación. Pude hacer que la gente que se acercaba a mis clases o a mi trabajo de coaching actoral, se sintiera acompañada a través del camino creativo. Lo sentí como un propósito muy ligado a mi tarea. En algunos casos no cobré, en otros cobré menos de la mitad y hasta perdí alumnos porque hubo circunstan­cias muy difíciles. La consigna era trabajar: ad honorem o cobrando. -Qué valioso lo que contás.

-Sí pero a veces es muy cruel la situación impositiva para los artistas en nuestro país. En algún momento, cuando pase todo esto creo que hay que replantear muchas cosas. He visto cómo la gente agredía a algunas actrices influencer­s porque vendían productos por las redes sociales, sin saber cuál es la realidad. Mucha gente tuvo que salir a vender cosas y eso me parece positivo pero muchas veces los argentinos, en este afán de trabajar, desprestig­iamos el laburo en una cosa así como que trabajar nos hace perder el glamour. Muchas personas pueden vivir de rentas porque en algún momento supo invertir correctame­nte, y otra no puede dejar de trabajar.

“NO ES QUE TUVE LA SUERTE DE TENER TRABAJO SINO QUE YO MISMA ME LO GENERÉ”

Hay trabajos que no son esenciales: actuar es esencial para el espíritu de uno y para la gente que consumió teatro vía streaming, redes sociales y hasta haciendo snorkel debajo del agua, ¡porque hemos hecho de todo! -¿Cómo viste la modalidad streaming?

-Me parece muy buena porque en un momento era la única salida y a muchas personas les permitió sobrevivir o intentar mantener el estándar de vida que tenía. Ocurrieron muchas situacione­s y en mi caso trabajé mucho a deshora, con jornadas de 12 horas sin parar, cosa que no me sucedía desde la época en que hacía novelas. De repente, me encontraba con que otras personas me contaban que les pasaba lo mismo porque el home office hace que nunca cortes de laburar. El encierro produce un estado alterado de conciencia y hago seminarios de fines de semana donde lo trabajamos. En este caso, la sociedad entera estaba en un estado alterado de conciencia, consumiend­o cualquier noticia real o tendencios­a. Con toda esa locura, intenté hacer teatro porque tanto el teatro como la escritura te salvan de la locura. -Trabajar en las sierras te da un respiro.

-¿Qué te parece? ¡ No me quiero ir más de acá! En Carlos Paz se vive de otra manera y a mí salir de Buenos Aires ya me da oxígeno. La situación de las vacaciones lleva a mucha gente a relajarse pero no hay que bajar la guardia y hay que cuidarse como siempre. Lo importante es que volvimos a hacer teatro, con todos los protocolos y la sala al 50 por ciento. Toda la gente que viene al teatro se siente tranquila y segura porque se la cuida mucho. Lo vivo con felicidad y a veces durante el día descanso y a veces no porque tengo que hacer notas. -¿Tu hija Uma te acompañó todo el verano?

-No, la mitad de la temporada porque todo enero estuvo a full con su papá y febrero se vino a quedar conmigo.

“SOY PROFESORA DE ACTUACIÓN DE ADOLESCENT­ES Y LE DI CLASES A MI HIJA UMA TAMBIÉN”

Con el padre pasó unas vacaciones maravillos­as, estuvo en distintos lugares del país y a nivel familiar, el año del COVID tuvo como positivo que pudo estar más tiempo con el papá, que vive en otra ciudad: Rosario. Ya desde hace un tiempo nos dividimos casi la mitad del verano cada uno así Uma puede estar con los dos en sus vacaciones. No somos muy estructura­dos en eso y yo no soy de las madres que se ponen muy estrictas si algo cambia. El padre tampoco es así y lo vamos viendo caso a caso y respecto al trabajo de cada uno. Tenemos un buen acuerdo, por suerte. -Tiene 13 años, ¿cómo es ser madre de una adolescent­e?

-Uma está enorme y no lo puedo creer. Tiene mi altura, cumplió 13 y lo pasó con el papá porque yo estaba en Carlos Paz así que le hemos hecho dos festejos. Ya es una mujercita y yo no lo puedo creer.

Además, los adolescent­es de hoy tienen otros valores y uno se tiene que reacomodar. Cambió todo y es un gran aprendizaj­e. Soy profesora de actuación de adolescent­es y le di clases a Uma también, que esta año la suelto y empezará con Fabián Vena. Con los adolescent­es uno aprende códigos nuevos y eso te obliga a mantenerte joven para no ser una vieja chota, básicament­e. Son términos nuevos, formas nuevas y un universo diferente. Es un desafío y una manera de estar activo. -¿Cómo es tu hija?

-Muy despierta y con una cabeza muy adelantada. Tiene 13 años pero parece más grande, por lo cual yo me la paso aclarando: “Mirá que tiene 13”. A veces, le hablan como adulta pero no tiene 16 sino 13 años. La acompaño y si bien le doy independen­cia, la acompaño y le transmito valores. En ese aspecto, siento mucho orgullo de las cosas que piensa mi hija. En muchas cuestiones no coincidimo­s y a veces tenemos discusione­s ideológica­s. Siempre pensé que era una persona de avanzada pero por los choques con mi hija a veces me encuentro lidiando con conceptos retrógrado­s o machistas. Ella me los marca y los ecualiza de un hondazo. Aprendo mucho de Uma y llegó para actualizar­me.

-¿Cómo va a continuar tu año laboral? -¿Qué viene? Primero, un poco de incertidum­bre porque esta es una profesión de por sí incierta pero a eso se le suma esta situación de pandemia y de no saber qué va a pasar o cuáles serán las próximas reglamenta­ciones. Hay ganas de sacer de gira El test pero no sé si eso está aprobado o no. En principio, algunos puntos de Córdoba están cerrados, como La Falda, Córdoba Capital y vamos a ir a Alta $racia %uando finalice la emporada iremos a Rosario y lugares muy puntuales. Seguiré con las clases, que serán presencial­es con grupos reducidos y mucho distanciam­iento social. Trabajamos como astronauta­s pero trabajamos porque sobran las ganas de ponerle el cuerpo y actuar. También seguiré con algunas clases online con alumnos del interior y de afuera del país.

-¿Y televisión?

-Lo que te cuento es lo que tengo y ojalá me pueda sumar a algún proyecto de tele, alguna serie o alguna película. Tengo muchas ganas, ojalá suceda. En principio, seguiremos con El test como se pueda y tengo una obra mía también para hacer en la sala de La casa de Ana Frank, en Coghlan. Es una comedia romántica que venimos armando desde el año pasado con Alejo García Pintos, que se llama Un encuentro casual. Es una obra mía que dirigiremo­s y actuaremos entre los dos, con Alejo. Aprendí que cuando hacés un éxito, no te podés bajar y El test es un éxito, dentro de lo que hay. No de una manera triunfalis­ta porque hoy los números no son los que eran. Pero poder estar protagoniz­ando junto a Fabián Vena, Paula Morales y Ale Müller una obra tan redondita, que es una perlita tan reconocida en Carlos Paz, hace que yo esté ahí cual soldado para hacer lo que los productore­s decidan.

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Emilia Mazer conoce a Fabian Vena desde que trabajaron junto en Verdad/Consecuenc­ia. Este año él la convocó para
trabajar juntos en Carlos Paz, con Paula Morales y Alejandro Muller.
Reencuentr­o Emilia Mazer conoce a Fabian Vena desde que trabajaron junto en Verdad/Consecuenc­ia. Este año él la convocó para trabajar juntos en Carlos Paz, con Paula Morales y Alejandro Muller.
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“Uma está enorme y no lo puedo creer. Tiene mi altura, cumplió 13 y lo pasó con el papá porque yo estaba en Carlos Paz así que le hemos hecho dos festejos.
Ya es una mujercita y yo no lo puedo creer”, dice Emilia sobre su hija.
Hija adolescent­e “Uma está enorme y no lo puedo creer. Tiene mi altura, cumplió 13 y lo pasó con el papá porque yo estaba en Carlos Paz así que le hemos hecho dos festejos. Ya es una mujercita y yo no lo puedo creer”, dice Emilia sobre su hija.

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