Un decreto fatal
Ni la hiperinflación de Alfonsín, ni la apertura del menemismo, ni el corralito de De La Rúa. El peor momento en casi cuatro décadas de Bedson fue en 2012, cuando el gobierno de Cristina Fernández sacó el Decreto 142, que obligaba que a los 15 días de concretada una exportación, las empresas debían ingresar al país las divisas correspondientes.
“El Gobierno, como siempre, pensaban en los grandes sojeros, pero se olvidaron que dentro de todos los exportadores estábamos las pymes que, aunque chiquitas, muchas sumamos innovación tecnológica y desarrollamos productos de última generación. Los empresarios pymes nunca somos convocados para decir o contar qué se puede hacer”, dice Romano Sforza, fundador de Bedson.
Para Bedson, no había forma de que en 15 días pudieran contar con las divisas. En algunos casos, el plazo se vencía cuando el barco todavía estaba en viaje al sudeste asiático con el pedido.
Como consecuencia, la planta estuvo parada casi 60 días sin poder exportar, porque si lo hacían no podían cumplir con la ley. “Le escribimos a todos los funcionarios, desde el de más deabajo hasta la Presidenta, pero nada, ni una respuesta. Esto ponía en riesgo la vida de la empresa. Lo paradójico es que somos una firma que representa el modelo que el ex gobierno propiciaba. Pero ya no teníamos más espalda para aguantar”, recuerda.
La única salida que encontraron fue hacerse visibles a través de los medios. Romano Sforza llamó a las principales redacciones del país y contó su historia. “Al otro día estábamos en las tapas de todos los diarios y atendimos llamados de radios y programas televisivos. Disponíamos de seis días como tiempo máximo para no quebrar, y a los cinco días modificaron el decreto. En realidad, no lo cambiaron sino que fuimos seis empresas a las que nos prolongaron tiempos los ingresos de divisas. A partir de ahí, la lucha fue ir consiguiendo más plazo porque la realidad es que nunca alcazaba, no entendían que seguía siendo insuficiente, no entendían nuestro modelo. Hoy llegamos a los 90-120 días. A escala global sigue siendo insuficiente, no para el cerealero sino para las pymes. Hay competidores nuestros de Estados Unidos, Europa y China que venden a 365 días, o dejan la mercadería en consignación”, relata.