Inversión: un departamento
LA ESCUELA HIPOCAMPO LLEVA 30 AÑOS FORMANDO NADADORES, EN TRES SEDES
“Arrancamos en 1986, alquilando espacios. Empezamos por Agronomía, luego seguimos por Urquiza y así fuimos creciendo. En 1999, comenzamos con una concesión y pudimos tener un espacio ‘propio’, trabajamos con clubes que tercerizan la parte del natatorio y lo dejan en manos de alguien especializado”, explica Julia Patricia Cámere, dueña de la escuela de natación Hipocampo. Con tres décadas en el mercado, ofrece amplia variedad de clases y también colonia en las vacaciones de verano. Cámere revela cómo dio las primeras brazadas esta empresa familiar: “Para la inversión inicial vendí el departamento. Las concesiones de piletas climatizadas son duras, hay que armar toda la estructura, más la carpa, más lo que se arregle con la institución”. Ante una demanda fuerte, en 2008 sumaron otra concesión; y completaron la tercera hace tres años. “Y hasta ahí llegó mi amor”, plantea Cámere, y resalta que ama lo que hace, pero que se trata de un camino arduo. “No es tan fácil seguir expandiéndose. Uno es dueño de la escuela, no de las instalaciones”. Cámere, profesora de Educación Física, plantea que la parte que más la gratifica es el rol social. “Por eso estamos encarados a los clubes; es un sueño cumplido, más que nuestro medio de vida”, insiste. Junto a su marido Oscar Herrera trabajan la parte administrativa. Sus hijos Nicolás y Sebastián Herrrera, también “profes”, manejan las tres sedes de Hipocampo. Con cuotas que parten de los $ 900, ofrecen natación desde bebés hasta adultos. También hay Aquagym (todos los sábados pueden participar gratis) y una vez al mes se brinda una clase pensada exclusivamente para relajación, que incluye desde música y piedras, hasta técnicas de Tai Chi, respiración, eutonía, entre otras. También hay grupos de prefederados y de aguas abiertas. Para Julia, el lema para brindar un buen servicio es “escuchar lo que vienen a buscar”. “Vas a tener a alguien que se la pasa hablando, y de 20 largos hizo dos”, cuenta a modo de anécdota para ilustrar que muchas veces se acercan, más que para entrenar, para socializar.
“No hacemos publicidad, los clientes llegan por el boca en boca”, cuenta. Define a la natación como un deporte silencioso y amateur. “Muchos lo eligen para recrear y por supervivencia, o llegan por recomendación médica”. Y plantea que, para perdurar en el negocio, además de tener vocación y pasión por este tipo de actividad, “por sobre todas las cosas, hay que ser responsable, porque se está trabajando con la salud de las personas”.