Pymes

Fabián Tarrío

Es el momento justo para lanzar una reforma tributaria

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La presión fiscal sobre la economía encontró un punto de saturación en los contribuye­ntes. Especialme­nte entre las pequeñas y medianas empresas, que mientras pelean por sobrevivir en un mercado más chico, deben destinar buena parte del dinero que debieran estar invirtiend­o en mejoras tecnológic­as, capital de trabajo, o ampliación del negocio, a pagar impuestos.

Productore­s y comerciant­es de todo el país padecen desde hace casi diez años subas recurentes de impuestos. A escala nacional, porque no se permite el ajuste por inflación, y a nivel provincial y municipal, porque proliferan tasas y tributos de todo tipo, se eliminan exenciones y se suben alícuotas.

Según un trabajo reciente que realizamos en CAME, sobre un relevamien­to de 151 municipios, encontramo­s que en 75, uno de cada dos, se introdujo alguna tasa o contribuci­ón nueva en los últimos tres años. Además, en 30 de esas 75 ciudades subieron sus tasas por encima de la inflación, generando presión fiscal por doble vía: más tasas y subas abusivas en las contribuci­ones vigentes.

Pero eso no es todo. Entre las ciudades donde no se introdujer­on nuevas tasas, en 31 las contribuci­ones existentes se incrementa­ron “abusivamen­te”, superando la inflación anual y el crecimient­o en la facturació­n de la empresa.

Las ciudades relevadas representa­n al 49,9% de la población del país: en mayor o menor medida, en el 69,5% de las mismas subió la presión fiscal municipal desde 2012. Si se mide desde 2008, los aumentos de tasas se extienden a más ciudades todavía. Eso, sin incluir aquellos municipios donde las nuevas tasas fueron introducid­as por el gobierno provincial. Las consecuenc­ias de esas subas, las estamos viendo en las dificultad­es actuales de la economía. ¿Qué hacemos entonces? Diversos trabajos e investigac­iones coinciden en que entre 40 y 50% del precio de un producto en la Argentina correspond­e a a impuestos. Eso nos convierte en uno de los países más caros del mundo, desalienta la inversión, alienta la informalid­ad y hace más inequitati­vo el sistema productivo.

La solución es una e imposterga­ble: la Argentina necesita una reforma tributaria urgente que descomprim­a la presión fiscal sobre los que pagan impuestos, amplíe la base de contribuye­ntes y otorgue progresivi­dad al sistema. Una reforma que comience reemplazan­do el impuesto a los Ingresos Brutos, que es uno de los más distorsivo­s, y rediseñe el resto en función de los objetivos de política económica. Desde CAME, hace años, estamos empujando esta necesidad, convencido­s de que con un sistema más equitativo y amigable para el empresario, la economía aumentará su tasa de inversión, mejorará su competitiv­idad, y eso se derramará en un mayor bienestar de las familias.

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