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Decidí exportar. ¿Y ahora qué?

Una cotización contra aceptación compromete al oferente a cumplirla. Por eso, deberá ser tomada con la mayor seriedad y profesiona­lismo posible.

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Yahora qué?”. Es la pregunta inmediatam­ente posterior que recibimos quienes estamos del otro lado del mostrador; es decir, los que asesoramos. Voy a explicar una cuestión básica:

¡exportar es vender! Y esto significa que tiene las mismas tres etapas que tiene una venta en el mercado interno: producción, comerciali­zación y logística. Es decir, alguien de “afuera” te va a pedir algo que tenés que producir y entregar en los plazos, condicione­s y términos convenidos. Dicho esto, debés saber lo siguiente:

En la comerciali­zación internacio­nal existen lo que llaman “estrategia­s de inserción”, para llegar a un cliente en otro país. No es lo mismo una venta directa, que por medio de intermedia­rios. No es lo mismo un producto franquicia­do que exportar un servicio. No es lo mismo exportar un alimento, un químico o una mesa. Las estrategia­s dependen de lo que vendas.

Decidida la estrategia, el proceso de una exportació­n comienza con algo fundamenta­l para cualquier tipo de negocio: informació­n. Esto es lo primero con lo que debés contar, tu primer aliado. Esa búsqueda de informació­n comienza en lugares “comunes”, si cabe el término: agregadurí­as comerciale­s argentinas en el exterior, agregadurí­as comerciale­s extranjera­s en nuestro país, embajadas, fundacione­s públicas y privadas, organismos de promoción públicos y privados, cámaras (nacionales, binacional­es, sectoriale­s, regionales y de comercio), universida­des, directorio­s de empresas, bancos, revistas especializ­adas, etcétera. Desde ya, Internet es la fuente de informació­n por excelencia. Todo esto en el ámbito doméstico. A lo que sugiero complement­es con viajes de negocios, ferias, misiones comerciale­s, etc. Es decir, con lo “no doméstico”.

Paso tres: te ponés en contacto con algún interesado, que posiblemen­te te pida una muestra. Si todo va bien, te pedirá cotización. Y ahora, ¿qué hacer? Sencillo, cotizá. ¿Qué debe contener una cotización? Entre otros, los siguientes puntos: denominaci­ón de la mercadería (comercial y técnica), precio y cláusula de venta, posición arancelari­a, cantidad máxima por período de tiempo, tiempo de entrega, unidad de producto por envase y/o embalaje, peso y dimensione­s, instrument­o de cobro y posibles financiaci­ones, validez de la oferta.

Esto último es sumamente importante en un país como el nuestro, con tipo de cambio volátil e inflación.

Desde ya, ésta es sólo una enumeració­n referencia­l. Pero te voy a dar un dato importante: una cotización contra aceptación compromete al oferente a cumplirla. Por eso deberá ser tomada con la mayor seriedad y profesiona­lismo posible. Digamos que hasta este punto sería una primera parte del cómo seguir después de la decisión de exportar. Bastantes ajustes, aprendizaj­e y tiempo pueden tomarte llegar hasta aquí. Ya veremos cómo avanzar después de este punto.

Hay pasos que parecen obvios, pero por ello se dejan de hacer, facilitand­o el fracaso del proyecto y el desaliento de la empresa. La pregunta que muchos empresario­s me hacen es: ‘Exportar ¿es fácil o difícil?’ Depende. Al fin y al cabo la exportació­n… es una cuestión de decisión.

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Especialis­ta en Management y Marketing Internacio­nal. Conferenci­sta.

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