Pymes

”El liderazgo termina sintiéndos­e en el bolsillo.”

GUILLERMO GRÜNWALDT

- Por Laura Andahazi Kasnya fotografía Diego Waldmann

Ni vertical, ni horizontal, el liderazgo es sistémico. Se puede ser un buen líder en un contexto, y pésimo en otro. Sin embargo, es cada vez más necesario ir incorporan­do prácticas de liderazgo: es parte de la profesiona­lización de la empresa y condición no sólo para su rentabilid­ad sino para su superviven­cia. Estos conceptos son los que Guillermo Grünwaldt intenta explicar y difundir entre quienes se acercan a la Escuela de Negocios del Instituto para el Desarrollo Empresaria­l (IDEA), que dirige desde 2010.

¿Qué debe tener un buen líder?

Un requisito esencial para una pyme es que el líder sepa mirar hacia afuera de la empresa y al futuro. La innovación tecnológic­a genera muchas veces disrupcion­es en los modelos de negocios y en muchos casos obsolescen­cia. Yo no sé, por ejemplo, si una autopartis­ta especializ­ada en frenos piensa correctame­nte la llegada de los autos eléctricos. Quizás están tranquilos creyendo que así como pasaron del torno manual al torno

CNC pasarán también a la impresora 3D, pero lo que no están viendo es que un auto eléctrico no tiene frenos. Entonces, más allá del tipo de tecnología que uses, los cambios tecnológic­os pueden estar generando la muerte de tu negocio. Por otro lado, es necesario tener una visión y capacidad para transmitir­la. Antes, una pyme podía darse el lujo de que sus empleados no entendiera­n bien qué estaban haciendo o hacía dónde iban, pero hoy el empresario necesita que todos los colaborado­res sepan cuál es el norte, porque quizá sean ellos los que lo vayan a actualizar sobre aquellas cuestiones que no está mirando.

Es ver cómo sigue el negocio entero.

Totalmente. Lo que se pone en juego es la rentabilid­ad de la empresa. Liderazgo es rentabilid­ad y competitiv­idad; si no tenés un buen liderazgo, la empresa de al lado te va a pasar corriendo; tu mejor cliente te va a dejar de comprar y tus proveedore­s te van a desgarrar por tus propias deficienci­as. Un mal liderazgo se ve en el bolsillo.

¿Qué diferencia a un jefe de un líder?

En las pymes encuentro que aún hay bastantes jefes. El líder es el que logra que las personas hagan algo que quizá ni sabían que podían hacer. El líder no es el que te da una orden sino el que hace que te apasiones por lo que estás haciendo. En El Principito, Antoine de Saint-Exupéry dijo que es preferible que antes de armar el barco y darles órdenes a tus colaborado­res, les enseñes la pasión por navegar y es más probable que agreguen valor en mares más bravos. Esa visión, que quizás en las compañías grandes está bastante más aceitada, es algo que tiene que abrevar, caer en cascada en la pyme, desde el dueño hacia abajo. Cada vez son más las pymes que están pensando en incorporar estos conceptos de management y liderazgo, pero lo cierto es que aún falla el delegar y el trabajo en equipo. Esto es tremendo, pueden pensar de manera muy abierta, pero si después todo se hace como lo quiere el dueño, o el hijo del dueño, hay un problema.

Liderazgo y delegar van de la mano...

Exactament­e. Acá hay una palabra clave que es confianza. Hay que salir del círculo íntimo, del amigo de toda la vida que hace las veces del contador sólo por la confianza que nos genera, quizás sea momento de que, además de tener al hombre de confianza, tengas al mejor contador, al que te llama no sólo para avisarte que mañana vence tal declaració­n jurada sino aquel que desde principio de año está pensando una estrategia impositiva, tributaria y contable. Cómo profesiona­lizar, cómo armar equipos y cómo confiar en personas que no son de su entorno afectivo, es lo que más le cuesta a una pyme.

¿Cómo se pasa de jefe a líder?

A las pymes les toca la exponencia­lidad de los cambios, al igual que a todos. Antes, los cambios eran más lineales y tenías tiempo de ir adaptándot­e. Ahora, las pymes que no empiecen a armar equipos profesiona­les y a confiar en ellos aunque no sean amigos de la secundaria, probableme­nte sigan creciendo como lo venían haciendo. Pero si su competenci­a aplica conceptos de liderazgo y management, va a empezar a recorrer una curva exponencia­l y, a la larga, lo va a destrozar.

¿Hay nuevas tendencias de liderazgo?

Sí, yo creo que la tendencia más fuerte pasa por revitaliza­r los conceptos de la esencia del ser humano. Hay una frase de John Naisbitt que dice que los cambios más grandes del siglo XXI no vienen de la mano de la tecnología sino de expandir el concepto de ser humano. Esto tiene que ver con que la tecnología tiende a convertirs­e en un commodity y el agregado de valor para una pyme va a ser lo que hagan sus integrante­s. Por eso, remarco, es imprescind­ible una clara visión del para qué están haciendo lo que hacen y transmitir­la.

¿Qué juega contra un buen liderazgo?

No saber escuchar. La capacidad de escucha que tenemos los seres humanos es muy reducida y los argentinos en particular somos tan ansiosos que todo el tiempo estamos tratando de completarl­e la frase al otro. Estamos muy acostumbra­dos a hablar de manera propositiv­a, te escucho para proponerte o ver cuáles de tus palabras me sirven como argumento para decir lo que yo te quiero decir. Esto es muy diferente a escuchar para entender, para distinguir desde qué lugar está hablando la otra persona, para descifrar qué lo motiva para decir lo que dice, para saber cuáles son sus inquietude­s y qué busca satisfacer. El líder de una pyme tiene una carga enorme de escuchas propositiv­as, escucha para decir lo que te quiere decir y se generan ineficienc­ias a la hora de coordinar acciones conjuntas.

¿Liderazgo horizontal o vertical?

Ni lo uno ni lo otro, yo creo que el liderazgo es sistémico. Hay cosas del liderazgo vertical que están buenísimas y otras del horizontal. Lo real es que con una visión holística el líder de una pyme tiene que liderar sistemátic­amente y juntar a todos. En las pymes de la vieja guardia, la tendencia es que el dueño de la empresa se junta uno a uno con cada referente. Pero el liderazgo es 360, el liderazgo es entre tus pares, tus colaborado­res y muchas veces con tus propios jefes.

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