USB-C Un único conector para todo
En breve, este tipo de USB reemplazará a todos los anteriores: los A, B, micro y mini quedarán en desuso.
Curiosamente, el origen del USB-C, o Type C, no tiene una motivación tecnológica. Su historia empieza en 2010, cuando la Unión Europea (UE) detectó que el uso creciente de dispositivos móviles generaba cúmulos de cables, porque cada fabricante usaba su propio tipo de conector para el cargador.
Como esta situación prometía convertirse en un problema medioambiental grave, la UE emitió una normativa exigiendo el desarrollo de un cargador universal, que debería comenzar a usarse en junio de 2017: un mismo cargador debía servir para cualquier marca y modelo de dispositivo móvil.
Esto hizo que el USB-C tuviera un origen especial y casi revolucionario: fue producto de la necesidad de proteger el medio ambiente.
Pero, también, el USB-C es tecnológicamente muy avanzado y facilitará la vida del usuario. ¿Cómo? En principio, porque es universal: funciona con smartphones, tablets, notebooks, netbooks, cámaras digitales, GPS, monitores de alta resolución, impresoras o cualquier dispositivo que se conecte por USB. Y tampoco importa el sistema operativo, ya que funciona perfectamente con Android, iOS, Windows, Chrome y otros. Esto implica que permite compartir accesorios entre diferentes dispositivos y de distintas marcas.
En segundo lugar, es reversible. Es decir, no hay una orientación única – hacia arriba o hacia abajo, como sus antecesores– para conectarlo: es indistinto. Funciona independientemente de cómo se lo conecte.
Otra ventaja es su mayor velocidad de transferencia y, en consecuencia, permite cargar más rápidamente cualquier dispositivo móvil ya que transmite hasta 3 amperes de corriente eléctrica y hasta 100 W de potencia. La velocidad máxima de transferencia de datos llega a 10 Gbps, algo así como una película de alta definición en medio minuto. Comparado con el USB 2.0 es 20 veces más rápido.
Pero no terminan allí las ventajas. El cable USB-C permite transmitir distintos tipos de datos además de texto, por ejemplo, música, video y fotos. Para eso, tiene la capacidad de conectarse a puertos HDMI, DisplayPort, VGA, PCIe o Ethernet. Y además, permite transmitir electricidad. ¿Para qué? Por ejemplo, una computadora conectada a un único tomacorriente y con varios puertos USB-C puede alimentar a varios periféricos, entre ellos, la impresora. También es posible cargar un dispositivo a partir de otro, si ambos se conectan con un cable USB-C. Así, se podría
cargar el celular a partir de la tablet.
Por último, el conector USB-C es compatible con los puertos USB tradicionales pero tiene un formato más pequeño, se parece a un micro-USB. Por lo tanto, para conectar un cable USB-C a un puerto USB-A tradicional, se necesita un adaptador adecuado. Esto sucederá hasta que los puertos USB integrados en los dispositivos móviles sean todos de tipo C.
Algo importante: para aprovechar las ventajas que el USB-C ofrece en cuanto a velocidad de transferencia, no alcanza con tener un conector tipo C. También depende del cable, que debe acompañar a esta tecnología.
Entonces, el USB-C es el nuevo estándar de transmisión de datos y electricidad desarrollado por el Foro de Implementadores de USB (USB-IF]), que reúne a grandes fabricantes de productos electrónicos como Apple, Intel, Dell, Google, HTC, Microsoft y Belkin, entre otros. No es sólo una innovación ni un reemplazo de los anteriores USB: es un nuevo estándar. También hay que diferenciarlo del
USB 3.1, que es una actualización del
USB 3.0. Lo más nuevo es el USB-C. Y es una buena noticia para los usuarios y para el medio ambiente.
Alicia Giorgetti