La exportación
LOS ALFAJORES TIENEN UNA VIDA ÚTIL CORTA, QUE ATENTA CONTRA LA VENTA AL EXTERIOR. DE TODAS FORMAS, VARIOS PRODUCTORES SE ANIMAN.
La exportación de alfajores no es un negocio sencillo, ya que a las dificultades lógicas de imponer un producto que no forma parte de la cultura del país destinatario, se agrega en este caso la corta vida del alfajor, de no más de cuatro meses, como explica Martín Kuropatwa, a cargo de Snacks Salados y Dulces del Grupo Arcor.
“En 2009, éramos la empresa que más exportaba a Estados Unidos pero después se frenó todo. Recién en los últimos meses estamos viendo una reactivación en el mercado exterior”, dice Claudio Yabra, socio gerente de los alfajores Successo, con fábrica en Barracas (ver nota Salir al Mundo, en este mismo número).
Desde Cachafaz, cuentan que por el momento tiene representación en
Estados Unidos, Brasil, Bolivia, Chile, Panamá, México, España, Uruguay, Canadá, y Francia.
Hay, además, otra razón de peso por la cual los alfajores argentinos no son una potencia exportadora: sus productores no dan abasto con el mercado interno. Guaymallén, que hoy produce dos millones de alfajores por día (un tercio de la producción total) está invirtiendo de a poco en una nueva fábrica en Ezeiza para sumar otro millón diario de unidades a su producción. En Jorgite también dicen que no dan abasto con la producción, como para además atender pedidos del exterior. Los dueños de Fantoche dicen que atendieron pedidos del exterior hasta 2008 y Havanna debe recurrir a un sistema expecial (“atmósfera modificada”) para conservar la frescura del producto.