Asomándose de nuevo al mundo
La primera edición de la feria internacional LAC Flavors en la Argentina volvió a poner a varias pymes alimentarias en el radar de potenciales compradores de Europa, Estados Unidos y Asia.
Ansiosa. Detrás de una pequeña mesa redonda, Cecille Cordero espera al próximo interlocutor que tiene agendado en su lista de reuniones del día. La mujer, que es presidente de Organic Perú, viajó de Estados Unidos, donde reside, a la Argentina, especialmente para adquirir productos locales. “Ustedes, si se organizan, tienen los mejores productos del mercado. Les falta organizarse más; la calidad ya la conocemos”, dice.
Cordero es una de los más de 120
compradores locales e internacionales que estuvieron participando en la novena edición de LAC Flavors, un evento que se desarrolla en el marco de la Feria Internacional Aliment.AR, organizada por el grupo Exponenciar, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través de ConnectAmericas, en colaboración con Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI), el Ministerio de Agroindustria de Argentina y el grupo Exponenciar.
La edición de noviembre, en el Centro de Exposiciones de Tecnópolis, fue la primera LAC Flavors realizada en el país: participaron más de 500 pymes, que mantuvieron ruedas de negocios con 120 compradores locales e internacionales. Participaron proveedores de 26 países diferentes, prestatarios del BID en Latinoamérica y el Caribe, ya sean distribuidores de alimentos o bebidas.
Como compradora, Cordero cuenta: “Los vendedores argentinos están demostrando que son serios, que cumplen con su palabra, y ofrecen productos de alta calidad que permiten entrar en el mercado estadounidense, que es muy estricto. Los productos argentinos son muy solicitados, como por ejemplo los frijoles orgánicos solamente ustedes los venden. En otros países, es muy difícil conseguirlos”.
LOS VENDEDORES
Los productos orgánicos fueron uno de los más solicitados para realizar transacciones, ya que según Fabricio Opertti, jefe de la División de Integración y Comercio del BID, ya dejaron de ser una moda y se están convirtiendo en productos fundamentales para aquellas personas que quieren cuidar su salud.
Dentro de los vendedores, estuvieron presentes la gente de Dhum Crack. Su dueño, Hugo Di Maio, contó que desde hace diez años se dedican a la elaboración de galletas de arroz, dulces, saladas y sin sal. La particularidad que tienen es que toda su planta se encuentra libre de gluten. Incluso, extienden la política libre de gluten a sus trabajadores. “Es cuestión de cultura de la empresa y ellos lo entienden bien”, dice.
Ubicados en la localidad de Ciudadela, Di Maio comenta que antes de iniciar su propia empresa, trabajaba en una fábrica de galletas de arroz y ahí conoció el producto, e ideó la forma de hacer sus propias máquinas. “Yo soy autodidacta.
Tengo intuición, conocimiento e información, por eso logré hacer mis máquinas automáticas. Cuando empezamos, fue un proyecto muy casero, en el que invertimos $ 250.000 y fue creciendo de a poco, sin apoyo externo. Empecé con cuatro máquinas y hoy tengo 25”, dice Di Maio.
VUELTA AL RUEDO
“Si bien todavía no es el mejor momento para exportar, este tipo de eventos nos permite acercarnos a clientes que habíamos perdido.”
Graziani es una empresa que tiene más de 50 años, primero como distribuidora y, a partir de 1987, como productora de bebidas, gaseosas y amargos. Hoy tienen 50 empleados. “A Buenos Aires venimos a buscar clientes, pero nosotros estamos en
San Juan”, dice Adriana Graziani.
“Hace cinco años habíamos exportado, pero discontinuamos porque vimos que no podíamos llegar, que no estaban dadas las condiciones. Y ahora decidimos volver a pensar en salir al mercado externo. Vemos que hay una
mayor receptividad del comprador en general y creemos que hay mejores condiciones para el comercio exterior”, comenta Gabriel Vernieres, a cargo de las ventas al exterior.
“Estamos trabajando en realizar inversiones, principalmente en tecnología. Hoy, estamos trabajando en la logística, el sector donde tenemos una gran desventaja”, dice Graziani.
También había representantes de Finca Intimayu, proveniente de San Rafael, provincia de Mendoza. “Para nosotros, como perfil de bodega familiar, es un apoyo muy importante participar porque nos abre las puertas al mundo”, dice su fundador, Juan Manuel Radivoj.
“Si bien todavía no vemos que sea el mejor momento para exportar, este tipo de evento nos ayuda a acercarnos a potenciales clientes que habíamos perdido en los últimos años”, dice. Y agrega, en la industria vitivinícola, cualquier acción que se lleve a cabo tiene un reflejo recién a los cuatro o cinco años.
“Para las pymes de esta industria, es muy difícil sostenerse en el tiempo, es más fácil para las grandes bodegas. Hace ocho años que las pymes venimos con problemas muy serios, fundamentalmente por el costo inflacionario que estamos acarreando y por la falta de corrimiento del tipo de cambio. Esto nos hizo perder competitividad en el mercado externo, a pesar de que hay demanda de los vinos argentinos”, dice Aníbal Gattas, colaborador de la bodega. Radivoj cuenta que Intimayu tiene 14 años en el mercado. “Hoy, tenemos varias líneas de vinos orientados a la alta gama. Después, tenemos líneas artesanales con partidas muy reducidas”, detalla.
Otra participante fue Successo, una marca conocida para los que frecuentan los kioscos de la Ciudad: creada en 1999, se dedica a la elaboración de alfajores, galletitas y dulce de leche, con sede en el barrio de La Boca y 30 empleados. “Empezamos en un mercado por demás competitivo, pero hoy trabajamos para Freddo, Café Martínez y Volta”, cuenta Claudio Yabra, socio gerente.
“Somos fabricantes de alfajores y galletitas, y los compradores estuvieron preguntando bastante por nuestros productos regionales, principalmente de Israel y de España. Estamos viendo que los compradores tienen mucho interés en poder hacer negocios con nuestros productos”, cuenta Yabra.
El fundador de Successo cuenta que tienen una producción anual de 400.000 alfajores y que acaban de mudarse a una fábrica más grande en el barrio de Barracas, en donde planean llegar a tener una producción anual que llegue al millón de alfajores. Uno de sus distintivos es que tienen patente de su propio packaging en forma de obelisco. “Queríamos algo que sea representativo de Buenos Aires, y pudimos patentar nuestro envase”, dice.
“En 2009, éramos la empresa que más exportaba a Estados Unidos, pero después se frenó todo. Recién en los últimos meses estamos viendo una reactivación en el mercado”, dice Yabra.
Los productos orgánicos estuvieron al tope de la demanda para entrevistas de negocios. “Ya dejaron de ser una moda, son productos fundamentales.”