Competir en las grandes ligas
Pese a que la Argentina es un país caro, persiste un grupo de pequeñas firmas que logran ser competitivas en el exterior.
“Para exportar hay que entender al consumidor, con un producto de calidad y sofisticado, que es lo que pide el mundo”. Martín Hidalgo
En Argentina exportar no es nada fácil para una empresa. Sin embargo, hay 8.500 empresas pymes que demuestran que no hay obstáculo imposible de vencer: son un núcleo de pymes que siguen siendo competitivas en el exterior y que envían productos a otros lugares del mundo con la etiqueta “made in Argentina”. ¿Cómo lo hacen? No todo es precio y tipo de cambio. “Para exportar basta con entender al consumidor y hacer un producto de calidad y sofisticado, que es lo que hoy pide el mundo”, explica Martín Hidalgo, economista experto en comercio exterior. “Cuando se logra eso, la cuestión cambiaria pasa a segundo plano”.
Para alcanzar una competitividad genuina, la inversión en capital físico y conocimiento y la certificación en normas de calidad son clave. Según la Fundación Observatorio Pyme, una de cada tres pymes que exportan también invierte y la mitad cuentan con certificación ISO. Además, una de cada tres tiene alguna otra certificación, lo que muestra que las firmas exportadoras envían al exterior calidad, tecnología e innovación.
Casos hay varios. Lipotech, por ejemplo, fabrica sales minerales para fortificar productos como leche, postres, pastas y agua, y exporta a países como México, Australia, Francia, Turquía y Uruguay. “Tenemos tecnología patentada. Eso, junto con los estándares de calidad europeos nos permite ser competitivos”, cuenta Pablo De Paoli, vicepresidente de la firma. Al invertir en conocimiento, la empresa logró crear un producto que permite fortificar una amplia variedad de alimentos y bebidas sin alterar las características organolépticas (sabor, olor, color). Por ejemplo, sin que se perciba el gusto metálico del hierro o el gusto amargo del potasio en algún alimento.
“En el mundo existen empresas similares, pero con menos biodisponibilidad, menos capacidad de fortificar sin afectar los alimentos; de todas maneras, no es fácil entrar en los mercados”, cuenta De Paoli. Otra es Falmet, que diseña y fabrica plantas de tratamiento de agua y efluentes. “Hay varias firmas que producen este tipo de productos en el mundo, pero nuestra ventaja es que desarrollamos uno a la medida del cliente y no lo estandarizamos”, dice Pablo Falduti, su dueño. La empresa entendió que los requerimientos y normas no son los mismos en todo el mundo y que para exportar hay que conocer al cliente y a su entorno: no basta con producir tecnología.
Otro caso es Romipack, que elabora y comercializa bolsas de papel para toda Latinoamérica. La firma fue precursora de la máquina de bolsas automáticas de papel y, más allá de la tecnología, viene haciendo un trabajo muy fuerte de visibilización de su marca en los países vecinos. “Toda esa política de inversiones desarrolladas en los últimos años nos ha posicionado como una de las fábricas más importantes de la región”, cuenta su presidente, Roberto Guerrieri.
“En el mercado interno eso se adquiere de forma espontánea, pero en el exterior requiere necesariamente de socialización externa a través de ferias y rondas de negocios”, dice Hidalgo.