Un Bono de fin de año particular
Digital House, un emprendimiento argentino especializado en capacitación, fue seleccionada a fin de año para ser capitalizada por The Rise Fund. Se trata de un fondo integrado, entre otros, por el cantante de U2.
El nombre artístico de Paul David Hewson, utilizado en castellano, es propicio para los juegos de palabras: no es lo mismo “inversión en bonos” que “inversión de Bono”. Es que el cantante de U2 es uno de los cofundadores y la cara más visible del conjunto de notables que integran The Rise Fund, un fondo global que decidió invertir US$ 20 millones en Digital House, un emprendimiento argentino que ofrece programas educativos y cursos intensivos para desarrollar nuevas habilidades para la economía digital, como coding (programación), desarrollo de software, ciencia de datos, inteligencia artificial, herramientas analíticas o marketing digital. Se trata de la primera inversión de The Rise Fund en Latinoamérica.
“Digital House ha crecido rápida- mente para formar a más de 2.500 estudiantes en tan sólo dos años, y nuestra diligencia confirma que la compañía está produciendo un verdadero impacto, tanto para los estudiantes como para sus potenciales empleadores”, afirma Nélson Duboscq, cofundador de Digital House junto a Eduardo Bruchou. “Vemos un tremendo potencial de crecimiento continuo, y estamos muy contentos de asociarnos con The Rise Found para construir y darle mayor escala a nuestra compañía”.
Agrega Duboscq: “El emprendimiento nació en el living de mi casa, en julio de 2015, siguiendo la lógica de los negocios. La demanda de conocimientos en temas de management que hubo en las décadas de 1980 y 1990 se había transformado y ahora se hacía imprescindible la formación en temas digitales”, explica.
Duboscq creó y condujo durante dos décadas HSM, la meca de la capacitación en management en el país, que hoy lleva el nombre de WOBI y que fue vendida a Laureate en 2012.
NUEVA ETAPA
“El primer paso fue entender cómo se resolvía esta necesidad en la Argentina y en el mundo”, cuenta Duboscq. Mantuvieron reuniones con Marcos Galperín, fundador y CEO de MercadoLibre, o con Martín Migoya, uno de los ideólogos y CEO de Globant, entre otros. “También me tomé un avión para ver qué pasaba en diferentes universidades y centros de capacitación de Estados Unidos”, cuenta.
Apenas tres meses después, en septiembre de 2015, los dos socios tenían listo el business plan. “La premisa que nos movió en todo momento fue diseñar un centro de estudios al que a cada uno de nosotros le gustaría enviar a sus propios hijos”, define Duboscq.
Con una inversión inicial de
US$ 2 millones, se adquirió una fábrica de 3.000 metros cuadrados en el barrio capitalino de Bajo Belgrano, sobre Monroe. “Arrancamos el primer semestre de 2016 con 60 alumnos y el desafío de llenar el lugar”, dice Duboscq. El asunto de “llenar” el lugar se resolvió a toda velocidad: el semestre siguiente, ya contaban con 300 alumnos y la inscripción posterior desbordó todas las expectativas. Abrieron una segunda sede en Constitución (Lima 1111) y la cantidad de estudiantes se multiplicó casi por 10.
“Llevamos a la práctica todas las
“La premisa que nos movió en todo momento, fue diseñar un centro de estudios al que a cada uno de nosotros nos gustaría enviar a nuestros hijos.”
metodologías de excelencia en educación que siempre se enuncian pero que nunca se aplican en realidad, como el acceso 24 horas los siete días, estrategias de ‘aprender a aprender’ y ‘aprender haciendo’, aulas virtuales, un dispositivo por alumno en las aulas físicas o el desarrollo de un proyecto integrador”, enumera Duboscq.
El potencial de crecimiento del proyecto no tiene techo: según sus propios cálculos, la región necesita cubrir aproximadamente 500.000 vacantes laborales que requieren de conocimientos tecnológicos.
En 2017, ampliaron la oferta académica a la formación de mandos ejecutivos en empresas y concretaron alianzas con colegios secundarios como Northlands y Cardenal Newman, que eligieron Digital House para formar a sus alumnos en coding.
“El objetivo ahora es expandirnos a todo América Latina, en particular Brasil y México, y para eso necesitábamos contar con un fondo que aportase valor agregado, que además de dinero aportase una red de contactos, contenidos, las últimas tecnologías y, fundamentalmente, un decidido compromiso con la educación”, explica Duboscq.
En ese sentido, la llegada de The Rise Fund, que pertenece a TGP Growth (una plataforma de capital de desarrollo con más de US$ 8.300 millones de activos bajo administración) representó mucho más que una inversión.
“Más allá del dato de color de que Bono participa del fondo, este apoyo es clave para nuestra estrategia: es como haber conseguido traer Silicon Valley a Buenos Aires”, dice Duboscq. “Tenemos grandes sueños, y no pueden convertirse en realidad sin los socios adecuados”, concluye.