Robótica: las pymes argentinas que se mueven en la frontera del conocimiento.
Sistemas que comprenden el lenguaje humano, soluciones que predicen la conducta de consumidores y robots que realizan tareas riesgosas o de precisión son algunos desarrollos de pymes locales con tecnología de avanzada.
Con la incorporación de Álvarez a la empresa, la tarea de analizar y clasificar cientos de currículums que llegan a diario según la formación y experiencia de los postulantes y las características que requiere cada puesto, se ha vuelto mucho más fácil. Álvarez no es una persona, sino un sistema de Inteligencia Artificial (IA) que es capaz de procesar la información en forma rápida y eficiente, permitiendo que los reclutadores se aboquen a las entrevistas personales sobre la base de esta preselección.
Álvarez fue desarrollado por la consultora tecnológica Snoop Consulting, “en principio, para cubrir una necesidad interna, ya que no dábamos abasto para analizar los CV que nos llegaban y, al mismo tiempo, nos costaba encontrar los perfiles más adecuados para cada búsqueda. Y a
partir del año pasado, empezamos a comercializarlo entre empresas clientes de distintos rubros, desde servicios de salud hasta bancos y constructoras”, cuenta Gustavo Guaragna, CEO de Snoop, una firma local con 200 empleados.
El sistema, “consolida toda la información que llega y está guardada en distintos formatos –cuentas de mail, archivos de word o pdf–, y la va actualizando automáticamente, evitando la carga manual o que se traspapele”, destaca Guaragna.
Una de las claves de esta herramienta de Inteligencia Artificial es que “aprende con el uso” y, por eso, cuanto más se la utiliza, más eficiente se vuelve. “La tareas de Álvarez no consisten en reemplazar a los especialistas en Recursos Humanos, sino que es un asistente en su tarea”, asegura el titular de Snoop.
Otra de las aplicaciones frecuentes basadas en Inteligencia Artificial es el desarrollo de los asistentes de ventas. “Permiten medir y analizar interacciones
del cliente con marcas y
”El robot Amelia no sólo habla 40 idiomas. También es capaz de analizar sentimientos según la conversación.”
empresas; cuándo fue la última vez que compró y por qué monto; y, con estos datos, predecir cuáles son sus gustos y necesidades, para ofrecerle productos y promociones a medida”, apunta Ezequiel Espósito, cofundador de DebMedia, una desarrolladora local de soluciones en Inteligencia Artificial.
La firma fue creada en 2011 por Espósito y tres amigos con quienes estudiaba Ingeniería, para fabricar equipos electrónicos con pantallas y terminales de autogestión. Dos años más tarde, decidieron virar hacia los servicios de atención al cliente, con un software para citas y turnos, encuestas de satisfacción y sistemas de medición (utilizando la información de cámaras y sensores) del comportamiento de los clientes en los comercios.
Finalmente, integraron todos los servicios en una solución que utiliza Inteligencia Artificial y machine learning (la capacidad de las máquinas de aprender), en un sistema capaz de analizar la información y sacar conclusiones en tiempo real.
CASI HUMANOS
Muchas veces, interactuamos con sistemas de Inteligencia Artificial sin advertir que son máquinas. Los casos más imperceptibles ocurren, por ejemplo, cuando enviamos consultas por chat o correo electrónico y recibimos una respuesta o direccionamientos, que en un 100% son generados por máquinas.
Conversa Lab es una compañía fundada en 2015 por el desarrollador de software Maximiliano Contieri y el licenciado en Matemática Andrés Augspach “para mejorar los pedidos por delivery”.
Junto a un equipo de cuatro personas, crearon un “chat robot”, un asistente virtual para pequeños comercios, que responde consultas y reclamos en forma automática. En principio, lo utilizaron para “guiar al usuario al hacer pedidos de comidas, medicamentos, entradas a espectáculos o compras electrónicas de productos, presentando las diferentes opciones y resolviendo dudas, ya sea a través del teléfono como en aplicaciones de mensajería como Facebook o Whatsapp. También tienen en pleno desarrollo un modelo para otorgarlo con el sistema de franquicias.
Desde fines de 2016, el emprendimiento participa del programa Wayra, la incubadora y aceleradora del grupo Telefónica, y está integrando Inteligencia Artificial para implementar soluciones adaptadas a otros rubros como banca, seguros y empresas de telefonía y de cable.
AMELIA
Capaz de hablar 40 idiomas y adaptarse a los modismos locales, Amelia es una solución de Inteligencia Artificial desarrollada por Mc Luhan Consulting para la industria de contact centers. “Amelia habla con las personas en lenguaje humano, y con las máquinas a la velocidad de una máquina, sin perder tiempo en la búsqueda de información”, describe Andrea Mandelbaum, presidente de esta compañía fundada en 1996 y con oficinas en 13 países de Iberoamérica.
“También tiene un módulo de gestión de emociones, creado a partir
“Un brazo robótico importado puede llegar a costar $ 2 millones. El nuestro sale $ 800.000.”
de estudios psicológicos, que le permite analizar el sentimiento de las personas con base en el contexto de la conversación. Y si el cliente está por perderse, puede ofrecerle, por ejemplo, un descuento”, asegura Mandelbaum.
EL FUTURO DEL TRABAJO
El temor a la pérdida de empleos que encierran la Inteligencia Artificial y la robótica es uno de los puntos más controvertidos de estas nuevas tecnologías.
Según proyecciones del Banco Mundial, el 47% de los puestos de trabajo en Estados Unidos, el 57% en los países de la OCDE y el 77% de los de China están expuestos a la automatización. El informe, publicado por Intal (Instituto para la Integración Latinoamericana y el Caribe), destaca que, “si bien las nuevas tecnologías van creando puestos de trabajo nuevos, no lo hacen en las mismas regiones donde los destruyen”.
Para Javier Minhondo, analista de la firma Globant, “la automatización va a reemplazar tareas físicas e intelectuales repetitivas o de poco valor agregado pero irá creando otras. Hace diez años, no existían profesiones como el analista de datos o el community manager”, apunta.
“Hoy es difícil encontrar un área de actividad o una industria donde no se esté utilizando Inteligencia Artificial o robótica”, considera por su parte Marcelo De Vincenzi, que es decano de la Facultad de Tecnología Informática de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) y creador del primer equipo argentino de fútbol robótico.
De Vincenzi enumera cantidad de elementos industriales del siglo XX que ya utilizan (sea en serie, o aún en fase de prototipo) aplicaciones de Inteligencia Artificial propias del siglo XXI: desde electrodomésticos “inteligentes” –como lavarropas fabricados en el país que “eligen” el programa de lavado según la cantidad de ropa, color y tipo de tejidos–, hasta
heladeras que monitorean el estado de los alimentos, regulan la cantidad de frío necesario y activan su reposición vía comercio electrónico, hasta autos y camiones autónomos que se manejan sin chofer, robots para medicina, limpieza o agricultura de precisión.
Los trabajos que se automatizan son monótonos y automáticos. “Los robots todavía no saben condimentar su desempeño con humor, creatividad y sentido común”, destaca De Vincenzi.
Tareas riesgosas pero también cotidianas pueden hoy dejarse en manos de las máquinas. El robot Dolphin se hizo famoso en la pileta de acqua
“Álvarez fue desarrollado para hacer una preselección de CV. Ahora lo comercializamos.” “El Dolphin puede aspirar, cepillar la pileta y reducir en un 80% el uso de productos químicos.”
dance de Marcelo Tinelli. Entre sus virtudes, “filtra, aspira, cepilla y reduce el uso de productos químicos en un 80%, permitiendo reutilizar el agua”, comenta Joan Cwaik, divulgador tecnológico y representante de la firma Maytronics que produce robots para uso doméstico e introdujo a Dolphin en la Argentina.
La firma DefyMotion, creada por Sebastián Coulleri y Diego Fernández en 2014, en Concordia, Entre Ríos, se dedica a la producción de brazos robóticos para diferentes industrias. “Este tipo de soluciones son comunes en la industria automotriz, pero sus costos son muy elevados para los productores locales”, dice Coulleri.
Mientras un brazo robótico importado puede llegar a costar unos $ 2 millones, el desarrollado por Coulleri y Fernández cuesta $ 800.000, implementado en la planta o depósito del cliente.
“Nosotros creamos un equipo que embolsa granos y alimento balanceado en bolsas de más de 40 kilos, los apila en un pallet y los sube al camión. Esta tarea, que en la zona se hace manualmente, es muy riesgosa para la salud de las personas, ya que levantar semejante peso provoca daño lumbar. El robot puede hacerlo más rápido y sin desperdiciar material”, dice Coulleri.
Por este desarrollo, los socios ganaron el premio Adimra 2017, organizado por la Asociación de Industriales Metalúrgicos, que consistió en $ 120.000 más servicios de capacitación y apoyo a través de la Red de Centros Tecnológicos Adimra, presente en todo el país.
Un mundo donde los robots asuman tareas hoy reservadas a las personas puede ser un sueño o una pesadilla, pero ha dejado de ser una ficción. Pymes y emprendedores de todos los rubros ya están trabajando en esto.