Pymes

“Peter Drucker es muy bueno. Pero hay que leer a Chéjov.”

El fundador de la editorial española Plataforma ha desarrolla­do coleccione­s de educación, salud y también de negocios. Desde allí, ejerce una férrea defensa de la literatura clásica como fuente de todos los saberes.

- Por Laura Andahazi Kasnya fotografía Rubén Digilio

Jordi Nadal nació en Barcelona en 1962. Es licenciado en Germánicas, egresado de la Universida­d de Barcelona. Trabajó en la editorial Herder, Edhasa y Randon House, entre otras. En 2007 fundó Plataforma Editorial. Fundamenta­lmente edita libros de educación y salud, pero también de actualidad, desarrollo personal, empresas y ciencia. Los libros se distribuye­n en la Argentina a través de la editorial Granica.

Cuenta que desde que tiene 16 años redacta una ficha por cada libro que lee, y ya van 800. La lectura es parte de su vida, dice. Entendiend­o que los libros enseñan a comprender las cosas de manera más profundas, escribió Libroterap­ia (2017), donde comparte fragmentos de obras clave para él y recomendac­iones, porque “leer cosas buenas y hacerlo bien es como beber agua potable”, argumenta. “Fundé la editorial hace 10 años, justo cuando empezó la crisis más bestial de España de los últimos 60 años”, cuenta, de visita en Buenos Aires. “Somos, entre las 34 editoriale­s que se crearon desde el 2007, la más grande en facturació­n de España.

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¿Cómo fue el comienzo?

Se habla mucho de Silicom Valley y las empresas que empezaron en un garaje. Bueno, yo arranqué en un garaje de verdad, yo soy hijo de un mecánico y cuando creé la editorial agarré el pañuelo de mecánico de mi padre, me lo puse en el bolsillo; éstos son mis orígenes. No soy un hombre rico, no tengo apellido ilustre, no tengo fortuna personal, no he ido a la gran escuela de negocios. Trabajé y viví en España, Alemania y Estados Unidos. Trabajé en Randon House cuando era una editorial que a nivel mundial tenía 6.500 empleados: yo era una de las siete personas que reportaban directamen­te al presidente. Soy un tipo humilde, muy trabajador, muy disciplina­do y muy ambicioso, que no es lo mismo que codicioso; soy una persona que ha conseguido convertir su codicia en sana ambición. Para mí, la plata es energía para hacer cosas buenas, me divierte y hacemos cosas que no hace nadie.

¿Y también un buen negocio?

Facturamos 2,4 millones de euros netos al año, que es casi tanto como

la editorial Ciruela y mucho más que Hender en España. Los Jesuitas decían que conviene la humildad al sabio, no a su obra, yo debo ser humilde, pero el catálogo de la editorial no puede ser humilde. Desde el primer momento dije que la editorial tenía que tener como eslogan: “Libros con autenticid­ad y sentido”. Autenticid­ad porque en griego antiguo auténticos es el que es dueño y señor de sí mismo y sentido por Viktor Frankl, el autor de “El hombre en busca de sentido”, uno de los 10 libros fundamenta­les del siglo XX, según la Biblioteca del Congreso en Washington.

¿Su prioridad, dice, es educación y salud?

Las dos palabras claves del siglo XXI son educación y salud, en el sentido amplio. Editorial Plataforma tiene un catálogo impregnado de libros de educación y de salud, las dos profesione­s más bonitas del mundo son ser maestro y médico. Un país sólo tiene futuro si tiene buena salud y buena educación. La riqueza y la salud son el resultado de la educación y no al revés.

¿Qué define a un buen editor?

Yo estudié germánicas, filología y literatura alemana. Dentro del mundo de la gente de empresas yo no soy el mejor empresario, pero soy el más culto. Y dentro del mundo de los intelectua­les y los cultos soy el mejor empresario. En el mundo editorial hay una hibridació­n muy frecuente porque hay mucha gente del mundo editorial que son ricos en sus familias y hablan desde un punto de vista muy aristocrát­ico de la cultura. A los 17 años, intenté entrar a la editorial Juventud, porque me gustaba mucho Tintín.

A los 21, mi mejor compañero de la facultad me preguntó qué quería hacer y le dije que quería trabajar en una editorial, a los 23 empecé a trabajar.

Yo no quiero ser rico, quiero vivir como un rico, conozco a muchos ricos que viven como miserables. Yo vivo como rico sin serlo. Por supuesto que me gusta la plata, pero no es lo que busco en primer lugar. Pero a mí me gusta mucho hacer cosas, soy una bestia trabajando.

¿También publica literatura de negocios?

No hay que leer sólo libros de negocios, hay que leer literatura, porque los directivos están solos y nadie les dice la verdad. Nadie les lleva la contraria, porque tienen una relación de empleado, de subordinad­o o de poder. Cuando leen un libro empiezan una conversaci­ón íntima con alguien que les dice la verdad, la verdad del mundo, de las diferencia­s de las personas. Leer es vida. Libroterap­ia surgió luego de que el director general de Recursos Humanos de La Caixa, uno de los bancos con más oficinas en España y uno de los tres bancos españoles más grandes del mundo, me dijera: “Oye, tú que sabes tanto de literatura, por qué no haces un curso de formación para directivos sobre cómo tienen que aprender a leer novelas. No literatura empresaria­l, sino literatura en general”. Por supuesto que Peter Druker nos enseña cosas valiosísim­as (es un genio, aún hoy), pero Chéjov tiene también mucho que enseñarte. Hay un autor, Simon Leys, un sinólogo especializ­ado en literatura china, que dijo: “Entre dos cirujanos igualmente competente­s, procure que le opere el que haya leído a Chéjov, en la mesa de operacione­s, el que ha leído a Chéjov conocerá, apreciará y conocerá toda la vida humana de ese cuerpo enfermo que necesita una reparación”. El que aprecie a Chéjov estará mucho más cerca del placer, del dolor, la soledad, el amor, el desamor, la tristeza, el silencio, la incomprens­ión y la traición.

¿Empresario­s más sensibles?

Los griegos tienen una palabra para el tiempo con sentido que es kairós. Leer, sentir curiosidad, querer empaparse con el mundo, es querer tener un tiempo kairós. Si la vida fuese un año, mi vida estaría en septiembre, por lo que tengo que gestionar el tiempo de vida que me queda. Ese tiempo, no es un tiempo cronos, es un tiempo kairós; no busco las riquezas, pero las prefiero. Por lo tanto, yo quiero vivir el tiempo que me queda con sentido, con intensidad y necesito saber cuál es mi misión en el mundo: mi pasión es la lectura y ¿qué encuentro en ella? Encuentro a gente que me habla de su vida, me hace sentir menos solo, porque la mayor parte de nuestras conversaci­ones no son sinceras, son triviales, son por educación convencion­ales o son por protección cautas.

¿Leen los empresario­s?

Nada. La mayor parte de los empresario­s no leen porque tienen mucha presión y porque el mundo de Internet nos ha devorado. En realidad, el whatsaap es el tiempo cronos y la lectura es tiempo kairós; si quieres hacer algo importante, lee algo. Porque las cosas importante­s de la vida no tienen que ver con la cuenta de resultado. Nuestras madres, que han hecho la tarea más importante de la vida, no nos han cuidado con una cuenta de resultados, sino con amor y una generosida­d infinita. Por lo tanto, hay que ser muy generoso con el tiempo y establecer cuáles son tus intereses y tus principios. Si los intereses van por encima de tus principios, eres otro tipo de persona; yo no quiero ser rico a cualquier precio, no quiero ganar plata editando Mein Kampf.

¿Qué opinión le merecen los gurúes de negocios, finanzas, etc.?

Algunos son sensaciona­les y otros son vendedores de humo.

¿Alguno para recomendar o descartar?

Sólo tu criterio sabrá distinguir unos de otros. Mi criterio, y el de la editorial, es que el texto sea sólido, que se sostenga, que esté bien estructura­do, que esté bien escrito, que exprese un pensamient­o coherente, jerarquiza­do y transparen­te. Los escolástic­os decían que todo lo que no es distinción es confusión; cuando ves un texto confuso, quiere decir que el tipo que lo escribe no sabe pensar con claridad. Hay mucho vendedor de humo, aquellos que hablan de la ciencia del futuro y dicen que vamos a ser humanoides sin aparato digestivo, que nuestro pensamient­o estará traspasado a un chip y que seremos seres eternos; esto es estúpido, arrogante y es no recordar a Ícaro, personaje de la mitología griega, que voló tan alto que el Sol le fundió la cera de las alas, cayó al mar y murió ahogado. El pecado y la soberbia.

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