Barbieri.
Hace 65 años, Barbieri comenzó produciendo alambre en un taller de Lanús y con la segunda generación comenzó la expansión regional: hoy tiene fábricas en la Argentina, Brasil y Uruguay; y, próximamente, en Paraguay.
En 1953 Darío Barbieri tomó la decisión de fabricar herrajes para persianas en un precario taller de chapa, armado en el fondo de la vivienda de un tío de su esposa en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires. Ése fue el puntapié inicial. Siete años más tarde se produjo la primera mudanza, cuando Barbieri compró, con una hipoteca a diez años, un viejo galpón con vivienda en Lanús. “Desde entonces, su emprendimiento industrial se volvió más ordenado”, destaca hoy su hijo Julio Ángel Barbieri, actual presidente de la compañía que lleva el apellido familiar. Julio Barbieri ingresó a la empresa familiar en 1975 y su hermano, Walter, completó en 1981 la llegada de la segunda generación.
Recién en 1987, cuando se acercaba a su primer cuarto de siglo, la compañía dio un vuelco importante en su actividad, cuando comenzó con la extrusión de PVC y la fabricación de persianas de enrollar. En 1993 comenzaron a producir perfiles para la construcción en seco y viviendas industrializadas, cuenta Barbieri. Y asegura, además, que de ese momento data el mayor nivel de desarrollo y crecimiento experimentado por la compañía. “En función de esa realidad, al año siguiente Barbieri se transformó en una sociedad anónima y expandió su superficie con la adquisición de más terreno en Lanús”. Con el nuevo siglo, mudaron la planta al Parque Industrial de Burzaco, sobre un terreno que en ese momento tenía 21.000 metros cuadrados y que ya ocupa 41.000 m2, la superficie equivalente a cuatro manzanas. “Allí producimos todas nuestras líneas de producto en la actualidad”.
Lejos de aquellos inicios “atados con alambre”, Barbieri hoy es una de las empresas más importantes de su sector, en particular en la fabricación de perfiles de acero galvanizado, con plantas en la Argentina, así como en Brasill y Uruguay, y una próxima apertura en Paraguay. Tiene un plantel de 170 empleados que, dice Barbieri, en breve subirá a 200.
Posicionada como proveedora de “soluciones constructivas para obras eficientes”, la compañía invertirá
$ 180 millones en la ampliación de su planta de fabricación de perfiles para construcción en seco (steel framing) con maquinaria roll forming y líneas de extrusión de última generación, importadas de Estados Unidos, Italia y Alemania. La nueva nave industrial metalúrgica tendrá 5.200 metros cuadrados.
“La construcción en seco y la vivienda industrializada son sistemas que, a diferencia de lo que ocurre en países con mayor nivel de desarrollo que el nuestro, no se encuentran arraigados, de modo que estamos desarrollando un fuerte trabajo de concientización”, indica Barbieri.
Si bien la tradición exportadora de Barbieri ya acumula dos décadas, en 2010 la empresa formalizó una estrategia de internacionalización con la apertura de plantas fabriles en Brasil en 2011 (en el estado de Paraná) y de Uruguay en 2014 (en Canelones, muy cerca de Montevideo). Ahora es el turno de Paraguay. “Es uno de los destinos más representativos de la región, por su marcado crecimiento económico en estos últimos años en el sector de la construcción”, dice Barbieri.
La compañía invertirá US$ 2,5 millones para adquirir tres líneas productivas de perfiles de acero galvanizado y el capital de trabajo necesario para la puesta en marcha de la operación, en el mes de septiembre, de una planta de 3.000 m2 en la ciudad de Luque, cerca de Asunción (Paraguay). En un principio, se espera que haya 1.500 metros cuadrados cubiertos, otros 200 de oficinas y la participación de 15 empleados. “Esto responde a la vocación de nuestra familia de llevar a la empresa al contexto internacional, concepto que se expresa claramente en la declaración de nuestra visión”, agrega Barbieri.
No obstante, admite, no resultan competitivos en precios a nivel internacional “debido a estructuras de costos y una importante carga impositiva y fiscal”. Dice que el volumen de negocios correspondientes a exportaciones está lejos de ser óptimo. “Es verdaderamente una pena, porque tenemos el know-how y la gimnasia de muchos años exportando a muchos países del mundo y con muy buena recepción de los productos”, se lamenta. “Tanto es así, que después de la crisis de 2001 y hasta finales de ese decenio, llegamos a exportar hasta el 60 por ciento de nuestra producción total”, agrega.
“Barbieri es el modelo de una típica empresa familiar”, agrega su titular. “Nació de un emprendedor con una visión clara y, siempre en manos de la familia, pasó de ser un humilde taller a traspasar las fronteras del país. Hoy ocupamos una posición de liderazgo en la región, somos referentes”.