¿Cómo tener una nube propia?
Un servidor NAS ofrece un espacio de almacenamiento propio al que se puede acceder desde cualquier lugar.
En toda pyme hay computadoras de escritorio, notebooks, smartphones y tablets que se conectan a Internet, y que generan y almacenan documentos de texto, audio, video e imagen. ¿Dónde guardar estos archivos de forma centralizada y lograr que estén siempre accesibles? Una opción es almacenarlos en las nubes de Google, Microsoft, Amazon u otro proveedor. Pero si hay una red empresarial interna, es posible tener una nube propia instalando un servidor de almacenamiento conectado a esa red. Es decir, un servidor NAS, por su expresión en inglés (Network Attached Storage). La tecnología de almacenamiento en red NAS surgió hace más de 30 años y en ese entonces era privativa de unos pocos. Pero, actualmente, disminuyeron tanto el precio como la complejidad y la hicieron accesible.
Hoy, un servidor NAS es una potente computadora –con su CPU y su memoria RAM– diseñada para que esté siempre conectada y que, además, admite la inserción de varios discos de almacenamiento, sean rígidos (HDD) o de estado sólido (SSD), generalmente dispuestos en RAID.
Esta cualidad multiplica su capacidad de almacenamiento y permite ir escalando a medida que crece la cantidad de archivos a guardar, ya que la cantidad y capacidad de esos discos dependen de las necesidades de cada empresa.
De esta forma, el servidor NAS almacena todos los archivos generados por los dispositivos conectados a una red, los hace accesibles, y también se conecta al router mediante un cable Ethernet tradicional, para tener acceso a Internet. Es decir, no es necesario que ninguno de los dispositivos en red esté encendido para acceder a algún archivo, ya que todos están en el servidor NAS.
Esto lo convierte, también, en una excelente herramienta para backup. Y además puede usarse como servidor web, servidor de impresión y servidor de vigilancia (conectándole las cámaras de video), entre otras aplicaciones.
Hay muchos modelos de NAS que difieren en el tamaño, la cantidad de discos que admiten y la energía consumida por los discos en reposo, entre otras características. Pero también hay otras cuestiones a analizar.
En principio, las necesidades actuales y futuras de almacenamiento, ya que cada NAS admite un número máximo de discos –viene con un número fijo de bahías, los espacios en los que se insertan los discos– que pueden ofrecer entre 2 TB y 56 TB de almacenamiento aproximadamente. En general, son habituales los NAS de dos o cuatro bahías, en los que algunos discos se usan para copias de seguridad y otros para almacenar archivos.
Otro punto muy importante es el sistema operativo que tiene el NAS, que permitirá controlar las operaciones y las tareas. En general, cada marca tiene su propio sistema operativo, con una interfaz y un conjunto de aplicaciones compatibles para sumarle funcionalidades al NAS. La sugerencia es analizar para qué se va a usar el NAS y qué sistema operativo cumple esos requerimientos de la forma más sencilla. Como un servidor NAS no tiene teclado, monitor ni mouse, el usuario deberá “comunicarse” con él mediante un cliente web.
Por último, son importantes el procesador, la memoria RAM y el tipo de discos que utiliza el NAS.
Mayor cantidad de discos requerirán un procesador más potente y más memoria (actualmente, la media oscila entre 2 y 8 GB). Generalmente, los discos se venden por separado, así que hay que prever esta inversión adicional.
Los servidores NAS son una alternativa intermedia entre el almacenamiento local y el almacenamiento en la nube, que brindan una excelente alternativa.
Alicia Giorgetti