Ideas a propulsión
Cinco historias de la edición 2018 de los premios Propulsar, que estimula el impulso emprendedor nacido desde la necesidad, desde un buen proyecto en busca de capital o bien desde sistemas de microcréditos.
Rodolfo Sánchez heredó un predio de cuatro hectáreas en el paraje Lapacho Viejo, en La Leonesa, Chaco, a 50 kilómetros de la capital provincial, donde viven sólo 35 familias. Tiene un almacén y se dedica, junto a su esposa Ramona, a la producción agrícola (cultivo de mandioca, maní y porotos), cría de ganado menor (chivos, gallinas, cerdos). Y cuando hace falta, hace de changarín.
Sánchez no siempre fue cuentapropista ni tuvo su propio emprendimiento. Trabajaba en una empresa de mecánica industrial, hasta que quedó inhabilitado por una hernia de disco y resolvió mudarse a Lapacho Viejo. “Arranqué por necesidad: me costaba ir a la ciudad a trabajar, porque está muy retirada, así que ahorré dos años con changuitas, junté unos pesos y
La Fundación Avina, Citi Argentina y Fundación La Nación entregan los premios Propulsar, para iniciativas sociales y microemprendimientos.
empecé con eso a criar pollos y, en los tiempos libres, a plantar distintas cosas en la chacra”, cuenta.
Por momentos, su historia en pleno siglo XXI se asemeja a un relato de Horacio Quiroga. En 2017, una inundación amenazó con destruir cinco años de esfuerzo, pero salió adelante de la única manera que conoce: con más trabajo. “El agua tardó seis meses en bajar”, relata Sánchez. “En ese período, salía a pescar bagres en la puerta de mi casa mientras tomaba mates con mi mujer y cazaba yacarés, que después vendía en el pueblo”, cuenta. “La aguanté y este año pude comenzar de nuevo con todo”, concluye.
Sánchez ganó el premio Microemprendedor del año en la edición 2018 de los Premios Propulsar. Cuenta que invertirá los 130.000 pesos del premio para la compra de una moto de carga, que le permita trasladar la producción al pueblo cercano y comprar insumos para su despensa. Así podrá resolver la mayor limitación que tienen los vecinos de su localidad: la falta de vehículos.
MICROEMPRENDEDORES
Desde 2011, la Fundación Avina Argentina, Citi Argentina y Fundación La Nación entregan los premios Propulsar, con el objetivo de reconocer la labor de microemprendedores como Sánchez. También
Tatiana Lustig Da Silva, de 24 años creó la Guía de Egreso, para dar apoyo a los niños y adolescentes sin cuidados parentales que hay en el país y que, por ley, deben dejar los hogares.
“Cuando vino la inundación, salìa a pescar bagres en la puerta de mi casa mientras tomaba mate con mi mujer y cazaba yacarés, que después vendía en el pueblo”. Jorge Sánchez
destacan a las organizaciones sociales que trabajan con microfinanzas y jóvenes de 18 a 29 años que presentan con ideas con impacto social.
Otro de los casos que fueron destacados en la edición 2018 fue para Beatriz Palavecino, quien desarrolló su emprendieminto en el partido bonaerense de Tigre, también a partir de una situación de adversidad.
“Toda mi vida estuve en relación de dependencia, pero en 2009 estaba yendo en bicicleta al trabajo y una chica me atropelló con el auto: no fue tan grave, pero tuve que dejar mi puesto”, cuenta. Al año siguiente, Palavecino fundó MyD Disfraces: diseña y produce disfraces para niños y adultos, que vende principalmente por Internet. “Por suerte, pude seguir cosiendo”, dice. Desde siempre, Palavecino había confeccionado los disfraces de sus hijas. “¿Por qué no hacés esos mismos vestidos para vender?”, le aconsejó su marido, Ariel. Publicó en MercadoLibre y tuvo una respuesta inmediata. El crecimiento fue muy acelerado. Entre 2011 y 2015 compró cinco máquinas y en 2017 armó por primera vez un taller fuera de su casa. Factura más de 25.000 pesos mensuales y sus pedidos llegan a todo el país.
MyD Disfraces ganó el Premio Ceibo (90.000 pesos). El premio, al que fue nominada por la entidad Mujeres 2000, de la que participaba, será destinado a mejorar el espacio de trabajo y adquirir materia prima.
VISIÓN SOCIAL
María Patricia Yapura, de Tafí Viejo, Tucumán, ganó el Premio Aromo, dotado de 70.000 pesos, por Mafrabi, emprendimiento con el que produce arneses para niños con discapacidad motora. Madre de tres hijos, la idea surgió en 2015 ante la necesidad de ayudar al hijo de una familia amiga con dificultades físicas. Entre varios vecinos reunieron los insumos y Yapura fue la responsable de la fabricación. Modista de profesión, Yapura presentó el año pasado el proyecto en ProMujer, que le dio el impulso y la nominó para el galardón. “Por el momento los vendo por redes sociales, sólo a las personas que me contactan. Pero estoy avanzando con cuestiones administrativas que me permitan acercarme también a las obras sociales”, cuenta.
INCIATIVA JOVEN
Otros ganadores, ambos del Premio Emprendedor Joven, fueron Tatiana Lustig Da Silva y Jerónimo Bucher. Da Silva, de 24 años, se crió en un hogar de cuidado de la ciudad de Buenos Aires. Motivada por su propia experiencia personal, esta estudiante de la licenciatura en Trabajo Social de la UBA creó en 2010 la Guía de Egreso, en el marco de su trabajo para la Asociación Civil Doncel, para dar apoyo a los aproximadamente 15.000 niños y adolescentes sin cuidados parentales que hay en el país y que, por ley, deben dejar los hogares de protección a los 18 años y afrontar la vida adulta sin acompañamiento del Estado y con escasas redes familiares.
El joven Bucher, de apenas 20 años, fue reconocido por un aporte innovador: Souri, la Alternativa Verde. Se trata de un proyecto para producir máquinas fabricantes y dispensadoras de vasos biodegradables. Egresado de la escuela técnica ORT, Bucher ahora dispone de un capital inicial de 70.000 pesos del premio para costear la fabricación de esos equipos.
Jerónimo Bucher, de 20 años, diseñó una máquina para producir a su vez máquinas fabricantes y dispensadoras de vasos biodegradables. Se llama Souri, la Alternativa Verde.