Eterna Cadencia: la “outsider”
Pablo Braun venía de las multinacionales y en 2005 dio un giro: abrió la librería y posteriormente la editorial que se transformó en un imán para los jóvenes autores. Ahora se expandió con cuatro locales de La Boutique del Libro.
Eterna Cadencia es una librería y editorial ubicada en Palermo, que se convirtió en un lugar de reuniones y referentes para los amantes de los libros. Pablo Braun, su dueño, prefiere no abrir sucursales. Un lugar único, de un emprendedor particular.
“Ya no recibimos más manuscritos”, dice Pablo Braun. Y su aclaración es fundamentada, porque desde que abrieron la editorial de Eterna Cadencia, le llovieron manuscritos de jóvenes escritores que esperaban ser publicados por su emprendimiento, al cual llegó desde un camino muy distinto al de otros colegas.
Braun se define como un outsider del mundo editorial. Hasta 2005 trabajaba en una multinacional y, frente a un cambio de vida (una separación), se encontró en la necesidad de hacer algo diferente. Cuenta que llegó a leer 14 libros por semana y la idea de tener una librería le rondaba en la cabeza, como un pensamiento cada vez más frecuente.
“Quería hacer una librería como a mí me gustaban, que sea atendida por libreros, que sepan de libros, que tuviese un bar para que la gente pueda ir a charlar y para poder hacer cursos y presentaciones. La idea estaba basada en la imposibilidad de encontrar ciertos libros. Yo quería tener todas las editoriales independientes; lejos del best seller, quería generar un nicho”, cuenta.
En el 2005 compró una casa vieja, con puertas y techos altos, para demoler. Decidió remodelarla, y llenarla de bibliotecas. La casa tenía una galería sin techar, que Braun se encargó de techar para no espantar a potenciales clientes en los días de
lluvia. Ésas fueron, dice, las únicas reformas.
“No tuve una inversión inicial fuerte, porque la mayoría de los libros con los que comenzamos me los dieron a consignación. Sólo un par tuve que comprar, invertí algo así como 10.000 pesos. En el mundo del libro se arma como una rueda rara, porque vos entrás a la librería y ves 1.000 libros, pero después eso lo tenés que pagar”, explica.
Ni bien abrió la librería, también comenzó a funcionar un café. “Abrí con muchos problemas al principio. Me costó un montón conseguir el público. El primer día, entraron dos personas y una sola compró”.
Además, fue fundamental la confianza de las editoriales. “A veces te piden que les compres determinados libros en firme, pero a medida que pasa el tiempo y te toman confianza, te van ampliando la consignación. Abrí con 10.000 libros y hoy tengo 30.000”.
Con la librería en camino de afianzarse, Braun empezó a pensar en tener su propia editorial. “A los dos años, en 2007, se me ocurrió lo de la editorial. Al principio pensé que era una locura, pero me terminé animando, ya que al tener una librería, también tenía un público.
Eso te resuelve una parte, si bien hoy en la librería se vende sólo 5% de la Editorial. Lo demás lo vendo afuera; hay que tratar de vender en todos lados, porque la gente busca los libros cerca de donde vive”.
Además, desde que Eterna Cadencia abrió en el 2005, el mundo editorial varió significativamente con la llegada del ebook. Braun cuenta que si bien no le significó una competencia, sí tienen que estar en las plataformas online de ecommerce como Mercado Libre, y tener la mitad de su catálogo en formato pdf.
“Antes de empezar con la editorial, hice cursos de Edición, quería capacitarme, y en uno de ellos conocí a Leonora Djamen, que hoy es nuestra directora editorial”.
Juntos publicaron los tres primeros libros: de Oscar Masotta (Introducción a la lectura de Jaques Lacan), Miguel Vitagliano (Cuarteto para autos viejos) y Roberto Arlt (Sexo y traición). Hoy están publicando 17 libros por año, y dos colecciones anuales, entre 2.000 y 4.000 libros por tirada, con distribución en la Argentina, Uruguay, Chile y España. Además, acaba de comprar cuatro de las ocho sucursales de La Boutique del Libro.
“Hoy, el de Lacan es nuestro mejor long seller, es de esos libros que todo editor quiere tener. En la editorial, publicamos eso que nos parece bueno, que le mueva la estantería al lector. Uno nunca sabe cómo le va a llegar al público. Por ejemplo, publicamos La Virgen Cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara, y le fue tan bien, que la editorial Random House quiso a la autora en su catálogo. Son esos problemas que tenemos las editoriales independientes, pero uno no es dueño de los autores”.
“Cuando tenés una editorial, tu propia librería te resuelve sólo 5% de las ventas. Lo demás lo vendo afuera, porque la gente busca los libros cerca de donde vive”.