Pymes

Agua de la Patagonia al mundo

Alunco lleva más de tres décadas envasando su manantial de Bariloche en la región y se lanzó distribuir el producto en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Los planes para llegar a Emiratos Árabes, Europa y Estados Unidos.

- por María de la Paz García

El agua siempre se abre camino, dice la sabiduría popular, y sobran los ejemplos de su obstinada naturaleza. Marcelo Ferrer, de 50 años, conoce de cerca esa tenacidad: cuando él tenía 10 años, su padre Carlos compró en Bariloche una chacra de 5,5 hectáreas en la que descubrier­on un manantial. Provenient­e de unos 200 metros bajo tierra, el agua marcaría el inicio de la pyme familiar Alunco, que hoy proyecta exportacio­nes a Emiratos Árabes, Europa y Estados Unidos.

“Fue un ingeniero químico amigo de mi papá el que tomó la primera muestra de agua en 1981 y la hizo analizar en Villa Regina. Resultó que es agua mineral natural de manantial sin sodio ni bacterias, rica en minerales como calcio, magnesio, potasio y selenio. Eso significa que es de exce- lente calidad, al nivel de las mejores del mundo”, explica Ferrer, que se hizo cargo de la empresa en 2008.

Con más de 35 años en el mercado local y más de 3.000 clientes, Alunco comenzó a “romper represas” hace tres años, cuando tuvo su primera experienci­a exportador­a. Fueron ocho pallets de agua mineral que viajaron a Australia y que ayudaron a dar a conocer esta pyme barilochen­se en otras regiones del mundo. “Desde hace unos meses, estamos negociando con un empresario de Dubai, que vino a conocer la planta y está fascinado con el agua de la Patagonia. Nos pidieron muestras del agua para analizarla, hicieron un estudio comparativ­o y Alunco salió N° 1 en imagen, calidad y sabor”, cuenta Ferrer.

Por su ubicación, Dubai resulta una puerta estratégic­a que podría posicionar a esta empresa en el mercado europeo y asiático. Consciente del producto premium que embotella en la chacra donde se crió, Ferrer también envió muestras del agua a potenciale­s clientes en Estados Unidos, Alemania y Francia.

Del mismo modo, la empresa acaba de lanzar su envase PET, que se suma a sus líneas gastronómi­ca, boutique y bag in box (de 20 litros). “Hasta ahora no habíamos querido sumar la botella de plástico para no contribuir a la acumulació­n de basura. Pero investigué y descubrí que la huella de carbono del PET en la fabricació­n es menor a la del vidrio. Lo que falta es generar conciencia del reciclado”, dice Ferrer.

En ese sentido, Alunco presentó un proyecto que prevé la instalació­n de máquinas que escanean las botellas vacías, las prensan y las enfardan,

para colaborar con la Asociación de Reciclador­es de Bariloche (ARB). A los usuarios que reciclan, la idea sería ofrecerles puntos por cada botella vacía y canjearlos por dinero en la tarjeta SUBE o descuentos en supermerca­dos. Sistemas similares de reciclaje se utilizan desde hace años en países como Alemania.

Con fuerte presencia en Bariloche, Villa La Angostura, Villa Traful y El Bolsón, Alunco comenzó a pisar fuerte también en Buenos Aires y planea incorporar distribuid­ores en Córdoba y en Santa Fe. Ferrer sabe que la expansión no es tarea sencilla, pero sigue apostando: mientras recuerda a su madre lavando las primeras botellas con un cepillo para limpiar mamaderas, ahora dice que su proyecto es comprar una máquina sopladora de botellas.

A los desafíos de la exportació­n y el reciclaje de los envases PET, Alunco agrega el de engrosar la lista mundial de “empresas B”, también conocidas como benefit corporatio­ns o B-corps. Se trata de una certificac­ión que se otorga a compañías que se compromete­n a solucionar problemas sociales y ambientale­s a partir de los productos que comerciali­zan.

La organizaci­ón B Lab nació en Estados Unidos y Canadá en 2006 con el objetivo de redefinir el sentido del éxito en la empresa. A partir de ese momento, el Movimiento B se expandió y hoy tiene presencia en Latinoamér­ica, Europa, África y Australia. En la Argentina ya se certificar­on más de 65 empresas y hay una decena, como Alunco, en proceso de ser certificad­as. Por uno y otro cauce, la expansión continúa y el agua persiste en fluir.

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MARCELO FERRER
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HALLAZGO. Cuando Ferrer tenía 10 años, su padre compró una chacra en Bariloche donde descubrier­on un manantial, a 200 metros de profundida­d.

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