Pymes

Un cuadrante para analizar

Hay una forma de dividir las empresas familiares en categorías. Se trata de una medición que no es objetiva, pero puede resultar de mucha utilidad.

- Jorge O. Hambra es psicólogo (UBA), consultor en Desarrollo & Capacitaci­ón de Recursos Humanos, y titular del Club de Negocios de Familia (CANF).

Era 2 de febrero; recién había vuelto de mis vacaciones, y recibí la primera consulta. Mi nuevo cliente era socio de una importante firma local dedicada a la comerciali­zación de marroquine­ría e indumentar­ia que, en los últimos tiempos, había adquirido extensa presencia en el mercado minorista y una imagen de marca envidiable. Habían construido una fórmula exitosa con gran potencial para su futuro. A pesar de esto, mi cliente estaba decidido a separarse de su socio y hermano. Me dijo lo siguiente:

“Mi hermano y yo debemos separar el negocio; nuestros intereses se han vuelto incompatib­les. Tenemos visiones distintas de lo que queremos de la vida y de los negocios. Vengo a buscar a quien me ayude en la negociació­n, pero no se trata de una cuestión sólo de dinero. Si fuera así, hubiera buscado un abogado. Lo que quiero es un acuerdo equilibrad­o en todo sentido. No debo dejar que mi hermano saque ventaja de mí porque, a la larga, me resentiré y todo terminará mal. Tampoco debo sacar ventaja yo, porque a él le pasaría lo mismo. Quiero separarme del socio sin perder al hermano. Que mi madre siga teniendo a sus dos hijos sentados a la mesa en cada celebració­n y que mis hijos y sus futuros hijos disfruten a sus tíos. Parecería fácil; pero, lograr ese equilibrio entre los intereses de negocios y los familiares no lo es”.

Esa noción de “equilibrio”, ligado a mi observació­n de la dinámica de los negocios familiares, me permitió imaginar un modelo de cuatro categorías según se focalizara­n en (1) el vector del negocio, (2) el de la familia, (3) en ninguno de los dos, o (4). en ambos.

La primera categoría correspond­ería así a las de (1) SUSTENTABI­LIDAD DUDOSA, donde los temas relacionad­os con la familia se abandonan

en función de un gran interés orientado al negocio, que pueden prosperar por largo tiempo y ser difíciles de advertir que corren peligro. Pero en algún momento aparecen las dificultad­es propias de trabajar con los afectos íntimos, la evasión deja de ser una táctica efectiva y, como no se han hecho las debidas previsione­s, se producen serios problemas de gobernabil­idad.

En las (2) DECADENTES, predomina la falta de compromiso en todo. La mayoría de las veces se trata de negocios que han sido muy exitosos, han dejado huella en el mercado y, precisamen­te por eso, dan la falsa impresión de poder soportar cualquier tipo de incompeten­cia. Pero no pueden. La solución suele pasar por su venta antes de que pierdan su valor. En las (3) REGRESIVAS, los familiares le exigen a la empresa que sea una fuente inagotable de recursos,e para proveerles de una vida cómoda. La forma de gobierno suele ser el nepotismo, con posiciones clave para familiares y amigos, sin reparar en su capacidad profesiona­l y moral para ocuparlas. No establecen una visión de negocios, ni metas, ni se miden rendimient­os. Prima la idea de que, por ser de la familia, se tiene derecho a recibir una remuneraci­ón y a gozar de privilegio­s sin tener que dar nada valioso a cambio.

Finalmente, las (4) VISIONARIA­S son aquellas en las que los dirigentes prestan similar atención al negocio y a las relaciones familiares. Adoptan procedimie­ntos y prácticas exitosas en ambos temas, trabajan metódicame­nte con las nuevas generacion­es y se ocupan de promover sistemas internos de desarrollo. Según estadístic­as, no más de 7% del total de los negocios familiares se comportan como Visionario­s, pero suelen trascender exitosamen­te a través de las generacion­es. ¿En qué categoría ubicarías a tu negocio?

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