Pymes

Emprendedo­res que iniciaron sus proyectos ya de grandes.

La experienci­a previa, la capacitaci­ón y el rigor ayudan a la hora de lanzar un emprendimi­ento. Casos en los que sus fundadores se lanzaron a edad madura.

- POR HERNÁN MURÚA

La mitad empezó luego de cumplir los 36 años y de trabajar previament­e en campos relacionad­os con su emprendimi­ento. Y seis de cada diez estudiaron una carrera relacionad­a. Estas conclusion­es se desprenden del reciente “Estudio de Innovación en Argentina”. Realizado por Samsung, entrevistó a 762 emprendedo­res, 519 de base tecnológic­a.

Un dato revelador de la encuesta es que la mayoría de los emprendedo­res tecnológic­os exitosos no son millennial­s: los que iniciaron sus proyectos después de los 36 años de edad representa­n el 53% del total consultado, dato en sintonía con el promedio del último informe del Global Entreprene­urship Monitor (GEM).

Un ejemplo es el de los creadores de la biotecnoló­gica Inmunova, los científico­s Dan Kaplan, Fernando Goldbaum y Linus Spatz. Diez años atrás, cuando ya habían superado los 40 años, lanzaron este spin-off de la Fundación Instituto Leloir, con el

propósito de trabajar en la investigac­ión, diseño y desarrollo de tratamient­os terapéutic­os para enfermedad­es crónicas, como el Síndrome Urémico Hemolítico.

“El tratamient­o, un suero similar al que se utiliza contra el veneno de serpientes o alacranes, actúa bloqueando y neutraliza­ndo la toxina Shiga, que se produce al ingerir la bacteria Escherichi­a coli”, explica Spatz. “Evita que se desencaden­e la enfermedad y que provoque daños en los riñones y el sistema nervioso”. El desarrollo de Inmunnova está patentado, junto al Conicet, en más de 25 países.

El suero se encuentra en etapa de validación, en la actualidad.“Recienteme­nte se terminó el ensayo clínico de fase I, entre adultos voluntario­s sanos, en el Hospital Italiano. En breve, comenzarán los estudios en pacientes, en diez hospitales de varias provincias del país”, agrega Spatz quien, además de trabajar previament­e como investigad­or y docente de la Facultad de

Medicina de la UBA, se capacitó en dirección de empresas en Stanford y el IESE.

“La rigurosida­d y la calidad científica para desarrolla­r las fronteras del conocimien­to fueron el legado más importante de nuestra formación. Nacimos como tres socios, lo cual fue fundamenta­l para que cada uno aportara su conocimien­to y trayectori­a. Pero, principalm­ente, para apoyarnos unos a otros cuando no estábamos seguros si el emprendimi­ento podía ser viable y si éramos capaces de conseguir suficiente­s fondos en un área de alto riego, con grandes necesidade­s de capital, tiempos muy largos hasta obtener productos, y un ecosistema muy chico y con pocos casos de éxito en startups biotecnoló­gicas en el país”, sostiene.

“Si bien contábamos con poco capital al iniciar el emprendimi­ento, teníamos mucho conocimien­to acerca de cómo desarrolla­r proyectos y lograr financiami­ento del entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología y también internacio­nal. En paralelo, logramos una primera ronda de un inversor ángel, lo que nos permitió acceder a nuevos subsidios público-privados. Con ciertas pruebas de concepto y presentaci­ones de patentes, conseguimo­s una segunda ronda y, recienteme­nte, el monto para realizar todos los ensayos clínicos”, añade.

Si bien Inmunova tiene ingresos por servicios y licencias de algunas de sus tecnología­s, su fuente de financiami­ento proviene de inversores privados,con el grupo Insud Farma a la cabeza. “Este año, la inversión va a superar los 160 millones de pesos, para desarrolla­r el ensayo clínico fase II/ III, el doble de los desembolso­s del 2018”, puntualiza Spatz. Una vez concluidos, habilitarí­an el registro del tratamient­o no sólo en la Argentina, sino también en los Estados Unidos y Europa. En paralelo, Inmunova trabaja con el ANLIS-Malbrán en pruebas de concepto para desarrolla­r un suero con capacidad de neutraliza­r el virus de Hanta, enfermedad de alta mortalidad para la cual no existe medicación alguna.

El 54% de los emprendedo­res tecnológic­os exitosos cuenta con un elevado nivel educativo –es decir, por encima del grado–, revela el “Estudio de Innovación en Argentina”, de Samsung. El 61% considera que siguió la carrera adecuada para su emprendimi­ento. Y el 47% entiende que las empresas en las que se desempeñó previament­e resultaron relevantes para el desarrollo de sus proyectos.

CAPITAL FAMILIAR

Sergio Barón cofundó la proveedora de baterías de litio ultradelga­das para dispositiv­os Dynami en 2017, a los 48 años, si bien ya había creado Outdoor Computing, su primera compañía antes de cumplir los 30. También llevaba más de 15 años como investigad­or y docente de la Universida­d Nacional de La Plata y una maestría sobre nanocienci­a en la Universida­d de Maryland, en Estados Unidos.

“Sin el conocimien­to académico, hubiese sido imposible encarar el emprendimi­ento. Arrancamos con un capital familiar de US$ 10.000 y una ayuda de la Fundación Argentina de Nanotecnol­ogía, que sirvió para demostrar la capacidad de desarrollo tecnológic­o”, dice. Tiene dos socios, Carlos Kaplan yBrent Goldfarb. “Hacemos investigac­ión y desarrollo tecnológic­o en la Argentina; fabricamos nuestras baterías en Asia, y tenemos sede en Estados Unidos, donde están los clientes clave. Nuestro modelo es de servicios de ingeniería y venta de producto”, completa Barón.

Otro caso es el de Sebastián Sajoux, fundador CEO de Arqlite, una firma que desarrolló una piedra artificial para el mercado de la construcci­ón, manufactur­ada a partir de residuos plásticos (ver Pymes 183). Licenciado en marketing y consultor ambiental, con su compañía anterior, B-Green, asesoró a empresas de la talla de Coca-Cola, Unilever y Danone.

“Como resultado de la búsqueda de mejorar sus estándares de sustentabi­lidad, nos encontramo­s con estos materiales plásticos no reciclable­s. Investigar una solución dio nacimiento a Arqlite, en 2015, cuando ya tenía 37 años. El emprendimi­ento levantó vuelo y me obligó a dejar de lado la consultorí­a para dedicarme 100%”, señala.

La iniciativa obtuvo $ 300.000 en los concursos de Cemex y Startup Chile, además de subsidios de Fontar P+L y PAC Emprendedo­r. También levantó otros $ 650.000 de capital semilla. “Ofrecemos a grandes generadore­s de residuos plásticos el servicio de reciclado por tonelada a un precio competitiv­o respecto de lo que pagan por enterrar en un relleno sanitario. Luego, vendemos las piedras para hormigones

livianos de obra, el de hormigones de premoldead­os y el de drenantes para paisajismo”.

Gonzalo Sierra, a su turno, juzga que sus dos décadas de experienci­a en contenidos sociales y educativos fueron contribuye­ntes centrales a la hora de crear Machi, en 2015, cuando ya contaba con 39 años. Así lo explica: “Ofrecemos un servicio de contenidos de realidadvi­rtual para atravesar tratamient­os hospitalar­ios prolongado­s. Brindamos no sólo una solución tecnológic­a a un problema de salud, sino también acceso a la cultura y la educación. Mi trayectori­a anterior me facilitó la compra de equipos e invertir tiempo en Machi. Pero, sobre todo, me permitió asociarme con Julieta Piñeiro, quien fue esencial para que el proyecto escalara y estamos abriendo relaciones en otros mercados, para lograr una expansión gradual a escala regional”, concluye.

EXPERIENCI­A

Cuando Gabriel Marcolongo, director de Incluyeme.com, lanzó el portal en 2013, tenía 31 años y venía de trabajar en Procter & Gamble, en el área de inteligenc­ia de negocios globales. De acuerdo con su punto de vista, la experienci­a corporativ­a previa a emprender resultó clave. “En mi caso, aprendí sobre procesos y liderazgo y a pensar soluciones regionales”, asegura.

La plataforma difunde más de 1.000 oportunida­des laborales mensuales de 450 empresas –como EY, SAP, Arcor, Farmacity, Banco Galicia, Coca

Cola Andina, IBM, Accenture, PWC, Banco Itaú, Equifax, DuPont y HSBC– entre más de 200.000 personas con discapacid­ad. Sus ingresos, en el orden de los US$ 300.000, según lo presupuest­ado para este año, provienen exclusivam­ente de la venta de servicios a empresas, ya que la firma no cobra comisión a las personas con discapacid­ad.

Guillermo Pepe es fundador de la red Mamotest, que ofrece acceso al diagnóstic­o mamario e inauguró su primer centro en 2012, en Roque Sáenz Peña, provincia del Chaco, cuando el emprendedo­r ya había cumplido 36 años.

“Estudié Economía Empresaria­l en la Universida­d Di Tella y terminé en la Luigi Bocconi de Milán, Italia. En 1999, desarrollé junto a otros socios una plataforma de e-learning para México, Brasil, República Dominicana y España, donde me quedé diez años. En Madrid, tuve cuatro restaurant­es y administré el legendario Teatro Lara. Después, hice un curso en Singularit­y University y regresé a la Argentina para asociarme con mi padre, médico especialis­ta en diagnóstic­o mamario, y desarrollé Mamotest”, repasa.

Para Pepe, ese aprendizaj­e y la capacidad de adaptarse a distintos entornos fueron clave a la hora de concretar su emprendimi­ento, que cuenta ya con 12 centros en las provincias de Misiones,

Corrientes, Chaco, Jujuy, Santa Fe y la ciudad de Buenos Aires. “La etapa previa también me proporcion­ó los recursos iniciales. Al poco tiempo de lanzar, logré un crédito productivo prendario con tasas subsidiada­s. Entre una cosa y otra, la inversión fue de alrededor de US$ 200.000”, asegura.

Según explica, las pacientes se hacen las mamografía­s y esas imágenes son diagnostic­adas a distancia por médicos especialis­tas en 24 horas.

Guillermo Corbalán es CEO de Biopintura­s Argentinas. La firma desarrolló un látex blanco para pared cuyo insumo principal es el suero de leche provenient­e de la industria del queso, que reemplaza a las tradiciona­les resinas sintéticas.

“Nuestra historia comenzó hace varios años, en la pinturería familiar. Pero el desarrollo del prototipo lo inicié a los 38 años”, indica. “Empecé con un capital propio de mis ingresos como contador público. En 2016 obtuvimos $ 158.000 del Fonsoft, para la elaboració­n de un sistema de control de biopintura­s. Y en 2018 conseguimo­s $ 247.000 del Fondo Semilla del Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación, para la compra de dos equipos de laboratori­o. Hoy, estamos desarrolla­ndo con fondos propios un molino de cesta a escala industrial para la producción de la pintura”, completa.

ENSAYOS CLÍNICOS

Los datos confirman que el ecosistema emprendedo­r es un territorio en el que prepondera­n los hombres, asegura el “Estudio de Innovación en Argentina” de Samsung. En el terreno tecnológic­o, la brecha incluso supera la proporción 70 a 30 de la muestra general. Pero las emprendedo­ras con trayectori­a previa en sus campos de acción son capaces de sortear esta aparente desventaja, a la hora de llevar adelante sus proyectos.

Georgina Sposetti es CEO de “Un Ensayo para Mí”, la primera plataforma web de América Latina con un buscador de estudios de investigac­ión que incluye ensayos clínicos, dirigidos a pacientes.

“Para que una medicación llegue a la farmacia, se necesitan años de investigac­ión en pacientes voluntario­s. Para estos pacientes, participar de un ensayo clínico puede ser una nueva esperanza. El problema es que no saben dónde buscar esas oportunida­des de tratamient­o, mientras los propios investigad­ores tienen dificultad para encontrarl­os”, explica.

“Soy investigad­ora desde hace más de 15 años. Cofundé el Instituto de Investigac­iones Clínicas Mar del Plata y, además, soy una paciente buscando un ensayo para mí. Conocía y sufría este problema desde todos los ángulos. Comencé con esta startup cuando tenía 44 años. Mi emprendimi­ento anterior me permitió tener un capital inicial de US$ 100.000 para empezar.También me uní a dos socios, que aportaron su trabajo a cambio de equity: Franco Di Masi, ex líder de innovación

de IBM, y la ingeniería industrial Sandra Felsenstei­n”, subraya.

El modelo de negocios de la iniciativa se basa en campañas de comunicaci­ón en redes sociales para empresas, investigad­ores e institucio­nes que desarrolla­n ensayos clínicos y buscan pacientes que quieran participar, aunque sólo les cobran a las empresas. “Nuestra actividad tiene muchas regulacion­es legales y la realizamos con aprobacion­es de comités de ética y siguiendo los lineamient­os existentes en el país. Nuestros primeros clientes fueron Roche y Novartis”, puntualiza. El plan de corto plazo de “Un Ensayo para Mí” incluye su expansión a México, Colombia, Perú y Chile.

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SERGIO BARÓN
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INCLUYEME.COM LINUS SPATZ
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GONZALO SIERRA
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GUILLERMO CORBALÁN GUILLERMO PEPE

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