Acuerdo Mercosur-UE: un nuevo modelo y las reformas pendientes
“Aunque no hay efectos inmediatos en el plano operativo para las empresas tras el anuncio del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, su posible implementación abre un nuevo escenario, menos abstracto para el debate de opciones de política”, señala Jorge Vasconcelos, economista jefe del IERAL/Fundación Mediterránea, en el último número de Novedades que edita este centro de estudios. “Las voces más críticas al anuncio son las que tienden a defender las gestiones que culminaron en 2015 y enfatizan en el rol del mercado interno, en la importancia del sector industrial y en la conveniencia de manufacturar las materias primas antes de exportarlas. Sin embargo, si la Argentina se apartara de estas negociaciones, quedaría al margen del Mercosur, por lo que para las empresas locales el mercado se achicaría, ya que dejarían de tener acceso preferencial a Uruguay, Brasil y Paraguay”, señala.
Vasconcelos cuestiona, además, la efectividad de aquellas políticas y el mantenimiento del statu quo dentro del esquema del bloque regional sudamericano. “¿Qué tienen para mostrar aquellas políticas?: considerando indicadores de 2004 a 2015, estancamiento en la participación de las exportaciones de la agroindustria en el total mundial, mientras Brasil avanzaba a paso firme, e involución en todos los terrenos del sector industrial. Los datos no avalan la idea de repetir políticas que se aplicaron hasta 2015, ni de mantener al Mercosur tal como ahora, mientras que la eventual asociación con la Unión Europea abre oportunidades siempre que localmente se encaren reformas que, de todos modos, habría que llevar adelante”. ¿Cuáles? Enumera Vasconcelos:
• Reducción progresiva del sesgo antiexportador, con un mercado cambiario unificado y recorte de los impuestos distorsivos (Ingresos Brutos, retenciones). De este modo, el país será capaz de atraer inversiones que, bajo las nuevas reglas de juego, habrán de elaborar productos atendiendo indistintamente a la demanda local, la regional y la de terceros mercados.
• Reconfiguración del sector público en sus tres jurisdicciones, con control estricto de los gastos corrientes y creciente ponderación de las partidas destinadas a salud, educación, seguridad y obra pública, como requisitos para más inversión privada.
• Un mercado laboral cuyo centro de gravedad se habrá de mover hacia lo formal (no se puede operar “en negro” en comercio exterior), con convenios atados a productividad. Exportar por competitividad y no por devaluaciones.