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3 DON ANTONIO

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Don Antonio comenzó como un pequeño local de empanadas que

Ariel Artuso puso en 2005 en Ramos Mejía. El nombre es en homenaje a su abuelo. En 2013 comenzó un plan de expansión que hoy se traduce en cinco locales propios y 17 franquicia­s.

Según Jorge Aneas, jefe de Operacione­s de la marca, la caída de ventas está en un 2 ó 3%. En su opinión, la crisis ahora los obliga a competir no sólo contra otras casas de empanadas y pizzerías, sino también con los alimentos de elaboració­n casera. Aneas reconoce que si bien en lo que va del año ya inauguraro­n cuatro nuevas franquicia­s, la incertidum­bre del rumbo de la economía ha frenado o está dilatando las decisiones de los inversores. “Hay mucha gente con ahorros o con indemnizac­iones deseosa de invertir; pero claro, ahora todos dejan la plata debajo del colchón esperando ver qué va a pasar”, dice. “Pero si bien no escapamos a la situación del país, nuestro objetivo es llegar a 30 locales para fin de año y confiamos en que es posible, ya que seguimos siendo muy competitiv­os”, asegura.

La inversión inicial estimada para abrir una franquicia Don Antonio ronda el millón de pesos y estiman un tiempo de recupero de 15 meses con una facturació­n promedio de $ 5 millones anuales. El franquicia­do no necesita tener experienci­a en el rubro, pero desde la marca buscan personas activas, con control sobre los costos y rápidas para tomar decisiones en función del día a día. Geográfica­mente, les interesa la ciudad de Buenos Aires y, como la venta es por delivery o por mostrador, el local debe tener alrededor de 50 metros cuadrados. “Los nuevos locales de Núñez, tienen algunas mesas, pero es al paso, no es para ir a comer empanas con cuchillo y tenedor con música de Chopin de fondo”, ironiza.

Vendemos hasta por la mañana

Ezequiel Beker (24) y Lucas Albarracín (27) trabajaron juntos en el departamen­to técnico de una empresa de telecomuni­caciones y decidieron emprender su propio negocio juntos. Pensaron desde comprar una camioneta para ofrecer servicio de flete hasta poner un local de comida para animales. La búsqueda acabó cuando en la Guía Anual de Franquicia­s encontraro­n a Don Antonio, una marca que ellos ya conocían en calidad de clientes.

Las casualidad­es también les jugaron a favor. Durante el proceso de búsqueda del local, a través de una amiga se enteraron de que una conocida de ella tenía a la venta una sucursal de Don Antonio en la localidad bonaerense de Villa Ballester. Vendieron sus respectivo­s autos, aportaron algunos ahorros y sumaron los $ 700.000 que necesitaba­n para concretar el traspaso, heredando los clientes de la zona.

“Al principio nos decían que era una locura lo que estábamos haciendo, salvo mi tío que es comerciant­e. Él me dijo: ‘En época de crisis, están los que lloran y los que venden los pañuelos, ustedes eligen qué hacer’. Con eso nos convenció y decidimos poner a punto el local que, sinceramen­te, estaba muy venido abajo”, cuenta Beker.

Nueve meses después y con el local en plena actividad convencier­on a todos de que su decisión era la acertada. La dueña anterior, cuentan los socios, facturaba alrededor de $ 200.000 mensuales; ellos, aunque variable, están alrededor de $ 300.000.

“Creo que fue esencial salir a volantear. Además hicimos un trabajo de difusión en redes sociales y pagamos un patrocinio en Pedidos Ya. Cuando arrancamos, estábamos décimos en ventas y ahora estamos terceros”, agregan.

Las novias y familiares ayudan a los socios los fines de semana cuando la demanda de pedidos es mayor. Por ese motivo, salvo el chico del delivery, que es primo de uno de los socios, no han tenido que contratar empleados. Entre ellos se van turnando de modo que siempre uno de los dos esté en el local, salvo de noche que están siempre juntos.

Para Albarracín, una de las ventajas principale­s de operar bajo el formato de franquicia como la de Don Antonio es que, en su caso, no tienen que elaborar los productos, la empresa les envía los bollos y las empanadas congeladas para que ellos sólo deban cocinarlas y enviarlas.” Esto nos da la posibilida­d de estar vendiendo de mañana cuando otras pizzerías están cocinando”, explica. “Sí”, dicen a coro, de mañana la gente también come pizzas y empanadas. La única desventaja, coinciden, es que no pueden influir en el precio de venta de las empanadas. “El margen de ganancia que queda por unidad es más bajo que si fuese de elaboració­n propia. Aunque, claro, nosotros ganamos por volumen y bajo una marca ya conocida”, remarca. Sin bien aún no recuperaro­n la inversión, si las condicione­s se mantienen y surge la oportunida­d, no descartan abrir otra franquicia.

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“Hay mucha gente con ahorros que quisieran invertir, pero por ahora todos dejan la plata debajo del colchón”, dice Jorge Aneas.
LUCÍA MERLE CAUTELA “Hay mucha gente con ahorros que quisieran invertir, pero por ahora todos dejan la plata debajo del colchón”, dice Jorge Aneas.
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Ezequiel Beker y
Lucas Albarracín se turnan, desde bien temprano. “Podemos vender cuando el resto cocina”, dicen.
GUILLERMO RODRÍGUEZ ADAMI FULL TIME Ezequiel Beker y Lucas Albarracín se turnan, desde bien temprano. “Podemos vender cuando el resto cocina”, dicen.

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