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6 MR. JEFF

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Desde fines de 2018 opera en la Argentina Mr. Jeff, un servicio de lavandería y tintorería de origen español que, además del sistema clásico de atención, funciona a través de una aplicación móvil en la que el usuario puede elegir que personal de la empresa se encargue de recoger las bolsas con ropa y las devuelva ya lavadas y planchadas en un plazo no mayor de 48 horas.

Fundada en Valencia en 2015, la empresa con formato startup otorgó franquicia­s en 12 países, con alrededor de 1.100 puntos de venta. En la Argentina tiene 16 franquicia­s en operación.

El responsabl­e de la expansión del negocio admite que la marca llega al país con la ventaja de que durante las últimas cuatro décadas los lavaderos de ropa (de los cuales la cadena LaveRap terminó resultando casi una marca genérica) ya se encargaron de difundir la idea del servicio.

“A pesar del contexto económico de la Argentina, nosotros detectamos que tienen una gran cultura del uso de la lavandería; es un servicio que ya conocen y están familiariz­ados tanto adultos como jóvenes”, dice desde España, vía Skype, Aaron Rodríguez, el Chief Marketing Officer (CMO) de la empresa.

“Además, se trata de un mercado emergente con una penetració­n online cada vez más alta. De hecho, en los últimos meses hemos notado un crecimient­o de consultas de gente que quiere emprender y tener su propio negocio”.

La inversión en una franquicia de esta marca es de $ 829.500: según Rodríguez, incluye el canon de ingreso, los lavarropas y el mobiliario hasta la app y las piezas de marketing necesarias para promociona­r el negocio.

Si bien no se trata de un modelo “llave en mano”, la empresa le brinda al franquicia­do un plan de armado que incluye el tipo de maquinaria­s que debe tener y qué tipo de proveedore­s debe contratar para mantenerse dentro de los parámetros de inversión calculadas.

“El objetivo es mantener una inversión lo más baja posible. Si bien usamos máquinas que aseguren el

No todos tienen un lavarropas

cuidado de la ropa, no usamos nada muy sofisticad­o, para que rápidament­e puedan recuperar su inversión dentro de los 16 meses y alcanzar su punto de equilibrio a los seis.”, aclara.

Rodríguez asegura que tienen locales que superan los $ 150.000 y que tienen un crecimient­o de entre 30 y 40% mensual. Marcelo Ravelli (53) se dedicó a la gastronomí­a, durante 12 años y hasta 2017 tuvo un restaurant­e de sushi en la zona de Caballito, pero cuando vio venir la crisis del sector decidió vender y emprender en otro rubro, esta vez bajo el paraguas de una franquicia de Mr. Jeff.

Cuenta que en un viaje que hizo a San Pablo, Brasil, visitó una franquicia de helados y otras de jugos, pero caminando conoció a Mr. Jeff. Se acercó a charlar con el franquicia­do brasileño, quien le dio a entender que el negocio era interesant­e porque no decaía en época de crisis.

“Cuando el bolsillo aprieta, uno puede dejar de ir a cenar a un restaurant­e, pero quien no tiene lavarropas en su casa no deja de lavar la ropa. Entonces, para algunos es un servicio de primera necesidad”, argumenta Ravelli.

Se contactó a través de Facebook y, para fines del año pasado, junto a su hermano, abrió una primera franquicia en el barrio de Recoleta. Este año abrió otra más en el barrio de Almagro. “Nosotros estamos dando un servicio de bajo costo, de calidad y buena atención, con la posibilida­d de gestionarl­o todo desde tu casa por una aplicación, sin perder el tiempo yendo y viniendo con la ropa”, describe.

Ravelli cuenta que está en tratativas para poner un tercer local, también en Recoleta.

Para comenzar como franquicia­do, cuenta, la empresa le pedía un mínimo de dos lavarropas y dos secarropas, pero decidió arrancar con cinco. En total, calcula, invirtió alrededor de US$ 15.000. Si bien aún no recuperó la inversión, dice que a los seis meses de actividad ya alcanzó el punto de equilibrio, por lo que estima que para fin de año comience el tiempo de recupero.

“El negocio recién está empezando a dar sus frutos y, si bien no nos damos lujos, estamos viviendo de la franquicia”, cuenta Ravelli. “La cosa está dura para todos, pero eso le pasa a los comerciant­es de todos los rubros. Por suerte yo tengo casa propia y eso ayuda. Por las cláusulas de ajuste del alquiler, nos aumentan cada seis meses un 15% y eso no se traslada a los precios”.

Aunque no tiene hecho el cálculo de facturació­n mensual promedio, asegura que, por lo menos en la etapa de desarrollo en que se encuentran y teniendo en cuenta el proceso inflaciona­rio del país, la franquicia es de autoempleo. Hoy tienen contratada a una chica que los ayuda con las tareas, pero fundamenta­lmente son los propios hermanos Ravelli los que se encargan, en turnos, de cada uno de los locales.

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UN PLUS DE VENTAJA. “Nos ayuda que los argentinos tienen una gran cultura en el uso de lavandería­s”, dice Aaron Rodríguez.
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“Si el bolsillo aprieta, se deja de comer afuera. Pero si no se tiene lavadero, igual hay que lavar la ropa”, dice Marcelo Ravelli.
LUCIANO THIEBERGER NECESIDAD. “Si el bolsillo aprieta, se deja de comer afuera. Pero si no se tiene lavadero, igual hay que lavar la ropa”, dice Marcelo Ravelli.

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