12 ANCLAFLEX
Alfonso Bonfiglio es socio fundador y director comercial de Anclaflex, una empresa especializada hace 18 años en la fabricación de pinturas, revestimientos plásticos y otros productos para la construcción.
Desde hace tres años ofrecen Ancla Centros, puntos de venta para comercializar de manera directa y exclusiva los productos de la empresa, que tienen la particularidad de que no cobran a los franquiciados costos de ingreso ni regalías mensuales. Para quien toma una franquicia, los costos pasan a ser los mismos de cualquier negocio con un local comercial a la calle: alquiler, sueldos del personal, impuestos y mantenimiento del stock de mercadería.
“Lo que hacemos es armarle sin cargo el local, con toda la imagen de la empresa, la distribución de exhibidores y la cartelería tanto interna como externa. La idea es resolverle la puesta en marcha del negocio”, explica el gerente comercial, Carlos Etchevest. La empresa ya lleva inauguradas 20 de estas franquicias.
Bonfiglio plantea que con ese modelo, más accesible de lo habitual, buscan asegurarse un volumen de venta mensual y un posicionamiento de marca, adicional al que les aporta su red de 500 distribuidores. “El propósito que tenemos con esta cadena es que a los que tengan una franquicia les vaya bien, para que a nosotros también, porque la clave de nuestro negocio está en las ventas de los productos”, agrega.
El modelo de los Ancla Centros, dice Etchevest, apunta a sumar ventas pero con la premisa de posicionarse en ciudades o barrios a los que no llegaban antes, sin competir contra sus propios distribuidores. “Los Ancla Centros son un complemento de la red”, define Bonfiglio.
La inversión, estiman, es entre $ 200.000 y 300.000 por local, un rango bastante amplio que depende, explican, de la ubicación del local, el tamaño, las negociaciones que puedan lograr en el alquiler y si tienen o no empleados. Pero las facilidades de la marca no sólo pasan por la ausencia de canon o regalías: dicen que, de ser necesario, la empresa podría llegar a ofrecer financiamiento, mediante la entrega en comodato de alguna línea de productos.
Me encargo hasta del flete
Juan Manuel Ramos Hoff (36) fue empleado de un local de una marca competidora de Anclaflex, pero decidió renunciar para dedicarse junto a su esposa a un negocio propio.
Recuerda su empleo anterior como algo que supo dejar atrás: “Nunca fueron capaces de reconocer mi trabajo y esfuerzo. Tenía la camiseta puesta, hice de todo para que el negocio salga adelante. De hecho, latita por latita, ese local lo armé yo y logré el récord de ventas de Ituzaingó”, cuenta. “Sin embargo, cada vez que pedí un aumento, un bono o una comisión, me lo negaron. Encima a mitad de camino fui padre”.
Los planetas se alinearon cuando en 2016, mientras ya pensaba en retirarse, la madre de uno de los compañeritos del jardín de su hijo resultó ser la arquitecta encargada de armar los Ancla Centros.
“Ella nos contactó a con los dueños de Anclaflex y nos caímos muy bien de entrada; enseguida me dijeron que alquile un local”, recuerda. Decidió buscar en Ramos Mejía y cuando lo encontró, vendió su auto para pagar los anticipos del alquiler. “Con el valor del auto pude cubrir los costos, ya que Anclaflex no te pide un canon de ingreso para usar la marca”, cuenta.
Reconoce que dejar de ser empleado para convertirse en dueño es un desafío, ya que tuvo que aprender cosas que antes, atendiendo al público, ni le preocupaban, como hablar con el contador. “Además, ahora estoy también mucho en la calle, porque hay arquitectos que como clientes esperan que vayas a la obra. Eso es algo que aprendí de mi ex jefe y ahora como dueño entiendo que sirve para fidelizar al cliente”, cuenta.
Junto a su esposa, Laura Jimena Papa, se alternan en la atención del local para ahorrar sueldos. Tampoco tercerizan el flete. “Por la mitad del precio, ya que tengo una camioneta a GNC, puedo darle al cliente un servicio muy valorado, gastando menos que si tuviera que contratar un flete aparte”, agrega. Así organizados, asegura Ramos Hoff, desde la apertura hace tres años, siempre fueron creciendo. Por mes, facturan alrededor de $ 300.000, un número que, reconoce Ramos Hoff, en sus pronósticos era menor. “Arrancar con una cartera de clientes me ayudó mucho”, concluye.