“En crisis como ésta, hacen falta líderes solidarios.”
Según este abogado especialista en liderazgo, en la Argentina abundan los jefes con el ego alto y la autoestima baja. “Sobre todo en las pymes, donde nombran para un puesto de importancia a un primo, un tío o un amigo y no a un verdadero líder”.
Una pyme sin un líder es un barco a punto de estrellarse contra un iceberg, pasajeros mareados quejándose y una tripulación desmotivada dispuesta a chocar sin siquiera intentar una maniobra. Algo así imagina Martín Cañeque cuando se encuentra con una empresa sin capitán, ni mapa, ni brújulas. Hace 13 años que junto con su madre, Hilda, dirigen Pharus People & Business, una consultora especializada en la gestión del cambio en las organizaciones y el entrenamiento de líderes.
Con cuatro títulos ya publicados, Cañeque acaba de lanzar junto a su madre Lecciones de liderazgo (Granica), una guía para aprender a liderar en tiempos de crisis. Hilda, psicóloga, y Martín, abogado, crearon un método para capacitar líderes capaces de conducir y construir equipos de trabajos y talentos. “El método logra cambios cualitativos y cuantitativos verificables en muy corto tiempo”, promete Cañeque hijo, quien se encarga del área de Consultoría y Capacitación, mientras que su madre está a cargo del área de Entrenamiento Gerencial.
¿Cuánto de ego hay en los líderes?
En la Argentina tenemos un estilo de liderazgo muy particular que yo, personalmente, no he visto en ningún otro país de Latinoamérica y que tiene que ver con el hecho de que nuestros líderes tienen un ego muy alto y una autoestima muy baja. Ésta es una combinación explosiva; hay líderes que se la creen un montón, pero que en el fondo saben que no lo son y eso les da miedo. Entonces te encontrás con líderes que se esconden detrás de la puerta, que no quieren interactuar con los empleados y que optan por un estilo distante o autoritario. El ego te sirve para salir de una situación difícil, para proponerte metas cada vez más desafiantes. Pero para salir de una crisis como la que vive hoy la Argentina, se necesita mucha humildad, solidaridad y valores que, por lo general, entran en conflicto con un ego alto.
El que sabe, sabe y el que no, es jefe. ¿Es justo?
Esto tiene mucho que ver con el management en la Argentina. Sobre todo las pymes, cuando nombran para un puesto de importancia a un primo, un tío o un amigo y no a un verdadero líder. Esto claramente colabora con los bajos niveles de liderazgo que hay en el país. De todas maneras, y por suerte, creo que las empresas están tomando cada vez más conciencia de que la confianza que inspira un familiar no alcanza y cada vez más recurren a consultoras, escuelas de negocios y hasta universidades para profesionalizar la empresa; prueba de ello es la oferta cada vez mayor de importantes programas de liderazgo. Son momentos de crisis, momentos en los que la capacitación es una de las primeras cosas que se restringen. Sin embargo, no pasa lo mismo con los entrenamientos para los líderes. Las pymes cada vez más se están empezando a capacitar, sobre todo a gerentes y mandos medios.
¿Hay un liderazgo femenino?
Sí, totalmente. Nosotros no le decimos femenino para que no se confunda con una cuestión de género, preferimos hablar de liderar femeninamente o con mente femenina. Todos tenemos un costado femenino y otro masculino. La masculina está más relacionada con lo objetivo, con lo racional, con lo de ir al grano, con la efectividad; y lo femenino con habilidades blandas como la comunicación, la escucha, la empatía. Sin dudas, hasta ahora, el mundo se rigió con un estilo totalmente masculino, pero ahora el nuevo liderazgo tiene que ver con la mente femenina; con habilidades que son mucho más entendidas y aceptadas por las nuevas generaciones. Por supuesto, este estilo más empático a las mujeres puede resultarles más sencillo, y los hombres van a tener que potenciarlo.
¿Hay una crisis de liderazgo?
En los últimos años notamos una curva muy pronunciada en cuanto a la calidad de líderes y las herramientas que tienen. Esto tiene que ver con que el estilo, la forma de liderar, cambió mucho y muy rápidamente, en mi opinión, de la mano de los cambios de la formas de relacionarse, de trabajar. El problema es que los cambios llegaron sin aún tener líderes preparados para estos nuevos contextos y sin las herramientas necesarias.
Por eso nosotros decidimos volcar en un manual todo el proceso de entrenamiento gerencial que hacemos en Pharus. Es un modelo de 10 sesiones muy focalizado en la mejora del estilo y la forma de liderar, y se trabaja no sólo con el líder sino también con su equipo de trabajo.
¿Cómo afecta a las empresas?
Lo primero que te diría cualquier administrador de empresas es la disminución de la eficiencia y la productividad. Un tema no menor en un país donde la productividad está por debajo del 50%. Cualquier empresa, hoy, está pagando 13 salarios anuales y los empleados, por temas que te mencionaba anteriormente –desmotivación o falta de delegación etc.– trabajan el equivalente a cinco o seis meses, lo que representa un problema en la competitividad monumental. Hablamos de competitividad, productividad, rentabilidad y clima laboral, porque las personas que integran la compañía se potencian, ya sea de manera positiva o negativa.
¿En qué se diferencia un jefe de un líder?
Diría que la diferencia es cada vez mayor. Antiguamente, el jefe era el que tenía el puesto jerárquico, pero no era necesario liderar porque la conducción era muy distinta: entraba, pegaba un golpe en la mesa o ponía mala cara, y se ponía a gritar y el equipo reaccionaba. Hoy, con el puesto de jefe no hacés nada; de hecho, nuestras encuestas dan que muchos que han sido nombrados con cargos altos no son vistos como líderes por sus colaboradores. Líderes siempre hubo, pero los estilos son muy distintos. Creo que hay una crisis en el mundo de liderazgo como nunca ha habido. Autores y estudiosos del tema del liderazgo coinciden en que la crisis es fenomenal.
¿Qué aspectos del liderazgo no se pueden entrenar?
Todo es entrenable, siempre y cuando el líder esté totalmente decidido a capacitarse. Las trabas que ponen los propios líderes son el principal obstáculo. Cuando dicen que tal cosa no la van a cambiar o que así son ellos, estamos en problemas. Necesitamos predisposición del líder para cambiar, a partir de ahí se les puede dar prácticamente todo tipo de herramientas. Te diría que se puede cambiar cualquier hábito, lo que va a llevar es más o menos tiempo. A las empresas les digo, luego de hacer un diagnóstico, si la persona que eligieron para entrenar tiene la capacidad y predisposición necesaria. En otro renglón, estimo el tiempo que puede llevarle incorporar las herramientas de liderazgo. Lo cierto es que, en algunos casos, directamente nos encontramos con que ni vale la pena invertir en el gerente que eligieron, por su actitud.