Producción de tejidos especiales para blindaje
Bullet Stopper es una de las más jóvenes empresas de la industria textil local. Nacida en 2017, la firma produce tejidos técnicos destinados a la confección de chalecos anti antibalas e ignífugos, que históricamente han sido importados.
“En un primero momento funcionamos como unidad de negocio de Karatex, la empresa de mi familia, porque entendíamos que había mucho para hacer en el mercado de los tejidos técnicos. En particular descubrimos que era una oportunidad para empezar a producirlos localmente, agregando valor con máquinas de última tecnología”, dice Jorge Karagozlu, presidente de Bullet Stopper.
El empresario explica que se conoce con el nombre de tejidos técnicos a aquellos que cumplen con la condición de presentar resistencias técnicas o mecánicas y se utilizan con algún propósito que excede lo cotidiano o lo vinculado con la moda.
En el caso de los tejidos para blindajes, la fibra en cuestión se llama “Para-Aramida”, pero comercialmente se la conoce en todo el mundo como Kevlar, un polímero que también se suele usar en algunos neumáticos. “Fuimos los primeros que tejimos Kevlar en el país. Lo estamos comercializando en el mercado del blindaje, para la producción de chalecos antibalas o para blindar patrulleros y autos privados”.
Hasta la aparición de Bullet Stopper en el mercado, en la Argentina se importaba la prenda terminada o el tejido para aplicar en los vehículos. “Nosotros tuvimos que someter los tejidos a pruebas exhaustivas en el INTI y en laboratorios internacionales, antes de sacar el producto a la calle”.
La idea de incursionar en este nicho se remonta al 2013 cuando Arturo Karagozlu, padre de Jorge y actual presidente de Karatex, mencionó en una reunión familiar la posibilidad de un acuerdo con Dupont, fabricante de Kevlar, con el objeto de importar la fibra y tejerla en la planta de la empresa en La Rioja.
“Yo estaba cursando un master de comercialización en Madrid y viajé a Buenos Aires para el cumpleaños número 60 de mi viejo. Allí me explicó la idea y me propuso hacerme cargo. Fue un largo proceso de aprendizaje y puesta a punto, que termino con la producción del hilado. Hace tres años nos independizamos y no dejamos de crecer”.