280 productos en 75 años
Metalúrgica C&G es una empresa de Córdoba capital, dedicada a la producción de bulones forjados en caliente, que a lo largo de sus 75 años de vida sustituyó 280 productos correspondientes a ocho posiciones arancelarias.
Su más reciente proceso sustitutivo es un e–Bolt o ‘“bulón inteligente” que pesa cerca de 5 kilos y que, además de cumplir una función de fijación, permite conocer variables asociadas a su vida útil.
“El e-Bolt mide cuestiones como el nivel de degaste del bulón o sus ciclos de tensión. Está desarrollado para la minería, por ejemplo. Tienen en sus extremos unos led luminosos que permiten medir el desgaste de las placas, sin detener la producción”, explica Franco Sartor, CEO de la empresa. Comenta que están con el desarrollo de otras utilidades, como la medición de los ciclos de ajuste en los bulones que sujetan la base de las torres eólicas, o en conseguir que la información sea transferida por Bluetooth. Las inversiones a lo largo del año pasado fueron con recursos propios y con créditos del Banco ICBC, de capitales chinos.
“Desde que la fundara mi Nono, la empresa tuvo un compromiso con la calidad y los vínculos emocionales y profesionales con la familia y los colaboradores”, dice Sartor, quien encabeza la tercera generación. “Durante los primeros años C&G se dedicaba a la producción de bulones para la industria automotriz. Se fueron incorporando procedimientos y normas de calidad propias de esa industria y de a poco, estratégicamente, fuimos desarrollando las necesidades de los mercados que hoy conforman nuestra cartera de clientes”, agrega. “Al inicio de cada proyecto planteamos un trabajo conjunto con nuestros clientes, acordando planes bianuales de suministro en caso de que alcancemos los niveles del producto importado, lo que nos obliga a ser competitivos en precios”.
Con una cartera de clientes en distintas actividades (petroleras, cementeras, energéticas y ferroviarias entre otras), la firma cuenta con varias normas internacionales especfícas como DIN, ASME, ASTM y NACE.
“Esto comenzó en 2013, con un estudio de mercado para detectar necesidades de bulonería con alto valor agregado, que eran cubiertas por proveedores del exterior y que nosotros estábamos en condiciones de satisfacer”. Cuenta que en el caso de las petroleras hay altas exigencias mecánicas y químicas, mientras que el principal desafío en las cementeras es la exposición a altas temperaturas. En el caso de la minería metalífera, los productos deben soportar exigencias mecánicas por desgaste y bajas temperaturas.
“Hemos sustituido importaciones de países desarrollados, como bulones Caterpillar y espárragos para bombas de petróleo de Estados Unidos, así como bulones para equipos Sandvik de Suecia, para equipos Komatsu de Japón y para equipos Metso de Finlandia, entre otros”.