Helado inclusivo
Además de Grido, la familia Santiago es dueña de Vía Bana, otra cadena de heladerías que fundaron en los años ‘90 y que reconvirtieron durante la pandemia. Inspirados en el modelo de negocio social de Muhammad Yunus, relanzaron la marca como “franquicias inclusivas”, dirigidas fundamentalmente a mujeres amas de casa.
“No hacemos caridad ni filantropía, sólo facilitamos el acceso para que tengan una actividad formal y puedan generar ingresos estables, pero no deja de ser un negocio para ambas partes”, dijo Santiago. La inversión para la parte emprendedora consiste en $50.000 para la compra de un freezer y la mercadería.
“La cartelería y los gastos de pintura del espacio que dispongan para la venta los asumimos nosotros. A quienes se les dificulte abonar esos $50.000, lo pueden financiar gracias a acuerdos que logramos con el Banco Santander, Banco Nación y Bancor en Córdoba; son créditos con tasas blandas a dos o tres años”, agregó. Con el negocio funcionando, calcula el Santiago, cada Vía Bana puede alcanzar una facturación mensual de entre $40.000 y $50.000 por mes.
La heladería se puede montar en la propia casa, para la atención desde una ventana como si fuese un kiosco. Actualmente, tienen operando unas 400 heladerías Vía Bana con este formato y el objetivo es llegar a las 5.000 en la próxima década.