Una comunidad donde se aprende
El verdadero líder es quien logra que sus colaboradores lleguen al lugar donde no hubiesen llegado por sus propios medios. Son los que crean una organización que sea una comunidad de aprendizaje.
Quizás sea uno de los desafíos más grandes. Como líder de la empresa que has sacado adelante con tanto esfuerzo, estás viendo que tus tareas son, o debieran ser, cada vez menos operativas y más orientadas a liderar un equipo que debe superarse a cada instante. El verdadero líder es quien “logra que sus colaboradores lleguen al lugar donde no hubiesen llegado solos por sus propios medios”. Y esos logros sólo se construyen creando una organización que sea, por sobre todo, una comunidad de aprendizaje.
Ya han quedado en el pasado las estructuras donde “el que más sabía” era “el número uno”, aunque haya sido el fundador del negocio. La dinámica de la sociedad actual, que se refleja en un mercado cada vez más cambiante, competitivo y exigente, se potenció con la “democratización del conocimiento” a través de la aparición de la internet y la fácil llegada a tanta información que antes era inaccesible y desconocida. Entender nuestra tarea como verdaderos “gestores del talento” será entender la empresa como una verdadera comunidad de aprendizaje.
Podremos definir una comunidad como un grupo de personas que interactúan con ideas. La falta de una de ellas ya transforma esa comunidad en otra cosa y nos aleja del objeto de su creación. Las ideas nos ayudan a definir los objetivos, la misión por la cual hemos fundado esa comunidad.
En momentos de zozobra y desconcierto, volver a los ideales originales es un medio muy eficiente para mantener el rumbo, a pesar de las amenazas del entorno. Definir la misión de la empresa, junto a los valores que está dispuesta a vivir dentro de esa comunidad le dan una identidad a la organización. La hace más fuerte y resistente a las contrariedades. En su defecto, una interacción de personas sin ideas, se transforma en una anarquía difícil de conducir porque “ningún viento es favorable para quien no sabe a qué puerto se encamina” (Séneca).
La interacción es el modo de hacer las cosas en tu organización. Podemos decir que es el “hard” del sistema, tan necesario como la misión. Son los procesos de trabajo, cada vez más compartidos, que nos dan eficiencia y productividad a nuestro aprendizaje.
Nuestro aprendizaje no sólo se consigue en la abstracción de un libro sino en compartir experiencias con colegas y amigos. Eso debe tener un orden, y ese orden es la definición “del modo de relacionarnos”. Definimos así una cultura organizacional, la cual facilitará la manera de compartir las experiencias e ideas innovadoras de los equipos.
La falta de interacción, dentro de las comunidades empresarias, anula el aprendizaje y hace crecer elindividualismo, uno de los males que más amenaza a la sociedad actual. La tecnología, la velocidad con que se hacen las cosas y la falta de tiempo para reflexionar, nos puede transformar en personas aún más aisladas y distantes de lo que genera cualquier distanciamiento social.
Las personas le dan verdadera vida a toda esta interacción con ideas. Son el motor, que con esa repetición de acciones cada vez más desafiantes, crecen, enseñan (a veces, sin darse cuenta), aprenden, comparten y se desarrollan. Así llegan a ser mujeres y hombres virtuosos en busca del bien común. Son las personas las que dan “trascendencia” de esa dinámica comunitaria. Lo que le garantizará la continuidad. Y si no son tratadas como tales, se producirá “un vacío existencial” que en algún momento terminará desmembrando la organización.•
El Nº1 de la empresa solía ser el fundador, por ser el que más sabía. A partir de la democratización del conocimiento, de la mano de Internet, esa idea quedó en el pasado.
La clave. La interacción es el modo de hacer las cosas en la organización, es el “hard” del sistema. Se trata de los procesos de trabajo, cada vez más compartidos, que nos dan eficiencia y productividad a nuestro aprendizaje.