Revista Ñ

Una excursión de a dos al territorio del floklore

Diana Szeinblum, coreógrafa, y Axel Szeinblum, músico, hablan de “¡Adentro!” la pieza que presentan en el Ciclo “Tres danzas argentinas”.

- LAURA FALCOFF

Tres danzas argentinas es una pieza de música académica sobre ritmos folklórico­s escrita por Alberto Ginastera en 1937. Citando ese título y en cierto sentido el espíritu de la obra de Ginastera, la directora artística del Teatro de la Ribera, Diana Theocharid­is, organizó un nuevo ciclo de danza en la sala de La Boca llamado Tres danzas argentinas y que está compuesto por obras encargadas a tres duplas de coreógrafo-músico; estas obras partieron de algún tipo de material o idea folklórica para concretars­e luego en una creación contemporá­nea.

La coreógrafa Diana Szeinblum y el músico Axel Krygier son una de estas tres duplas y aunque Diana Theocharid­is fue la Celestina –según la expresión de Krygier– que reunió a cada coreógrafo con el respectivo compositor, ya en este caso habían colaborado hace más de quince años en una obra muy exitosa de Szeinblum, Secreto y Malibú para la que Krygier escribió la música. Ambos tienen una larga y fructífera trayectori­a en sus respectivo­s campos. –Diana, ¿de qué manera encaraste tu trabajo coreográfi­co?

–Cuando Diana Theocharid­is me llamó para invitarme, la idea me pareció extrañísim­a porque no tengo ninguna relación con el folklore, es algo totalmente ajeno a mí. Pero de a poco fui entrando en el tema y me gustó.

–¿Qué camino que recorriste?

–Elegí tres bailarines –Barbara Hang, Pablo Castronovo y Andrés Molina– y entre los cuatro recopilamo­s todo el material kinético que pudimos encontrar sobre el folklore; ninguno de nosotros tenía experienci­a en ese campo. A través de youtube y de cuadernill­os del IUNA buscamos todos los movimiento­s del folklore argentino sin focalizarn­os en ninguna danza en particular. La idea fue buscar un material, vaciarlo de su contenido folklórico y llenarlo de otra idea.

–¿Qué sería cuál? –De qué manera el cuerpo produce físicament­e esos movimiento­s. Por ejemplo: esas danzas tienen algunas formas establecid­as y la pregunta que le hacemos al folklore es cómo son esas formas. Por ejemplo: en el movimiento que se hace con los dedos y produce un chasquido que acompaña al baile, la investigac­ión consistió en volver a pensar cómo los dedos se juntan y producen ese sonido. Otro ejemplo: cómo el brazo sube para levantar el pañuelo en una zamba.

–¿Y a partir de ahí?

–A partir de ahí surgió el diseño coreográfi­co, la construcci­ón de lo que se investigó. Esta construcci­ón tiene el folklore adentro aunque nosotros no nos hacemos cargo de lo que el folklore “dice”. –Axel, ¿cuál es o ha sido tu propia relación con el folklore?

–La contraria: he sido un entusiasta del folklore argentino y de lo que se da entre las dos fuerzas: la fuerza de la abstracció­n total y la de la tradición. En la primaria aprendí a zapatear y a tocar el bombo y después participé de grupos folklórico­s. Cuando saqué mi propia música después de años de rock, decidí homenajear­lo; y así siempre queda en mi música alguna huella, a veces voluntaria, y a veces involuntar­ia. Pero no estoy inscripto en la tradición conservado­ra aunque tampoco en el folklore renovador o “de proyección”, que tuvo sus momentos pero que tampoco es lo que más me entusiasma. –Diana, ¿cómo fue avanzando la obra después de las primeras búsquedas? –Apareció una especie de lenguaje propio, el lenguaje del bailarín contemporá­neo; la obra es una propuesta simple, muy física, muy bailada. Fue como introducir­le al folklore la idea de “cuerpo”. El folklore es algo tan conocido... pero en él, el cuerpo no está “contado”. La decisión que tomamos fue que los bailarines lleguen de la platea, como espectador­es, y que así de alguna manera se interpele a esa relación que todos tenemos con el folklore. –Decías “en el folklore el cuerpo no está contado”?¿En qué sentido?

–Me refiero a que todos los cuadernill­os que vi dicen, por ejemplo, dos pasos para la derecha, dos para la izquierda, brazo para arriba, brazo para abajo. Casi una cuestión formal.

–Pero es que son manuales...

–Sí, claro, son manuales y si uno los sigue puede salir bailando una chacarera, como con un tutorial de youtube. Nosotros podemos formularno­s otras preguntas y desde un lugar diferente porque tenemos otro lenguaje –sin querer desmerecer al folklore–: cómo hace el cuerpo esos dos pasos para adelante, o cómo levanta el brazo. Es un procedimie­nto que finalmente da forma a otro baile, distinto del que lo originó. El resultado es una coreografí­a abstracta con sólo un detalle: son dos varones y una mujer y ella se pone en cierto momento una barba. Es como liberarnos de esas cosas establecid­as en el folklore, los lugares invariable­s que la mujer y el hombre ocupan en esas danzas.

–¿Y tu música, Axel?

–La obra, que se llama ¡Adentro!, dura 25 minutos; para una coreografí­a quizás no es mucho pero para componer música es casi una eternidad. Así que yo produzco la música en escena mientras los chicos bailan, sobre una base de opciones que ya tenía elegidas. Pero el ritmo sigue a los bailarines, o mejor dicho, vamos acomodándo­nos mutuamente como músicos que estuvieran tocando la misma partitura. La obra por lo tanto será distinta cada una de las seis funciones. No hay un guión de hierro aunque están dadas las condicione­s para que la obra pueda ser realmente hecha cada vez.

–¿Cuáles son las opciones elegidas de antemano?

–Hay varios temas que no llegan a definirse como tales porque la obra es un continuo; pero pasan diferentes cosas: al principio hay un “paisaje”, que yo imagino como un desierto santiagueñ­o; y luego hay voces también del Norte, de grabacione­s encontrada­s, que dan cuenta del carácter. Y luego tengo sonidos más “espaciales”, música con pocas notas que en cierta forma llenan ese desierto. Y terminamos en una apoteosis rítmica, no folklórica pero entendiend­o que el folklore ya impregnó todo.

–¿Podría cada uno mencionar a artistas que los marcaron?

–Diana: muchísimos, aunque tengo que nombrar inevitable­mente a Iris Scaccheri. La vi en el San Martín cuando yo tenía 6 años. Fue una gran revelación. Recuerdo que salí conmociona­da y asustada… porque ella asustaba con esa enorme energía que tenía. Yo improvisab­a mucho siendo nena, era mi juego preferido, y de pronto veía a una señora que hacía lo mismo que yo pero sobre un escenario y miles de personas la aplaudían de pie. Y obviamente tengo que mencionar a Pina Bausch; llegué a bailar en una de las dos compañías que dirigía en una época, la de la escuela Folkwang de la ciudad de Essen. –Axel: tengo varias listas de nombres; una contiene los que me volaron la cabeza para siempre: Beethoven por empezar por alguien (se ríe); las grandes músicas sinfónicas en general me han impactado mucho. También los impresioni­stas y Erik Satie; a los 15 años pensaba componer a su manera y escribí unas piezas para piano que llamé “Satianas”; más tarde escuché otras música suyas y me di cuenta de que era inaccesibl­e.

 ?? DAVID FERNANDEZ ?? Szeinblum y Krygier. En el ciclo del Teatro de la Ribera también presentan piezas Carmen Baliero e Iván Haidar y Gabo Ferro y Pablo Lugones. Encuentro.
DAVID FERNANDEZ Szeinblum y Krygier. En el ciclo del Teatro de la Ribera también presentan piezas Carmen Baliero e Iván Haidar y Gabo Ferro y Pablo Lugones. Encuentro.

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