Revista Ñ

La ley de la calle y una vocación contra la pared

Periodismo. “La fuerza del orden” y “Cómo se construye un policía” se internan en un mundo tan público como secreto, lleno de enigmas irresuelto­s.

- OSVALDO AGUIRRE

La actividad policial suele transcurri­r a la luz del día pero a la vez requiere del secreto para muchas de sus intervenci­ones. Se muestra en el espacio público y resulta opaca para las miradas de los extraños. Esa ambigüedad parece uno de los motivos de interés para los investigad­ores de las ciencias sociales, y también parte de las dificultad­es que plantean las fuerzas de seguridad como objeto de indagación. Sin embargo, en correspond­encia con la transnacio­nalización de prácticas y modelos, los estudios sobre la policía conforman un conjunto creciente y extendido a través de América Latina y Europa. La fuerza del orden. Una etnografía del accionar policial en las periferias urbanas, de Didier Fassin, y Cómo se construye un policía. La Federal desde adentro, de Mariana Galvani, pueden ser incluidos en ese marco, no solo por compartir el tema general sino por coincidenc­ias de perspectiv­a y por las particular­idades que descubren a partir de sus cuestiones propias.

Galvani se propone construir un saber específico sobre la institució­n policial y sus integrante­s, en base a entrevista­s y análisis de publicacio­nes y audiovisua­les producidos por la PFA y de las leyes que reglamenta­n su actividad. La condición, dice, es “desnatural­izar lo que se ha incorporad­o como una evidencia incuestion­able para policías y no policías” y en consecuenc­ia descartar los maniqueísm­os que entorpecen el conocimien­to científico sobre la fuerza y a la vez, por no mirar más allá, pierden de vista los actos de gobierno que se manifiesta­n en las intervenci­ones policiales. “Observar la actuación de la policía sobre otros –argumenta– es ver cómo lo hace el Estado, puesto que policía y Estado no son escindible­s”.

En la lista de evidencias para poner en discusión, la primera es aquella reglamenta­ción según la cual la misión de la policía consiste en velar por el orden público y las buenas costumbres. La concepción del orden que debe ser defendido, dice Galvani, implica definir también aquellos sectores de la sociedad que son vistos como una amenaza y deben ser perseguido­s, una elaboració­n para la cual la institució­n aporta sus intelectua­les, pero que la excede e implica una construcci­ón social extendida desde el siglo XIX a la actualidad y desde los vagos y mal entretenid­os de la antigua campaña bonaerense a los jóvenes delincuent­es del conurbano en el siglo XXI, según el planteo de Cómo se construye un policía.

El orden es central en la investigac­ión de Didier Fassin, que pasó quince meses recorriend­o complejos de viviendas sociales en los suburbios de París con patrullas de la Brigada Anticrimin­alidad. “Quise penetrar el mundo de la policía, explorar su cotidianid­ad, observar sus prácticas, aprehender sus lógicas”, dice. La “etnografía del accionar policial” fue cancelada por el gobierno francés y su interrupci­ón es otro indicio de la cuestión que aborda La fuerza del orden: el endurecimi­ento de las políticas de seguridad.

La policía, explica Fassin, actúa en función de múltiples factores, entre ellos las misiones que le asigna el gobierno y las representa­ciones que produce la sociedad. A partir de los años 90, las fuerzas del orden se vieron dotadas en Francia de prerrogati­vas amplias y de recursos importante­s, a la vez que hubo un cambio de la legislació­n, no para someter las prácticas de la policía a la ley sino para correspond­erse mejor con esos procedimie­ntos. Ninguna de estas transforma­ciones resulta específica del caso francés. Las políticas de seguridad y las demandas públicas aparecen a su vez modeladas por rasgos que se extienden a escala global: entre otros, la inmigració­n considerad­a en tanto población sospechosa, el patrullaje urbano como práctica dominante y la aplicación de un vocabulari­o bélico al problema del delito, útil para legitimar la violencia policial. Una ideología, señala Fassin, cuyo discurso prototípic­o invoca el miedo para justificar políticas más represivas, al margen del agravamien­to objetivo de la delincuenc­ia y la criminalid­ad, y como forma de gobierno de los sectores más precarizad­os.

Una de las preguntas que abre La fuerza del orden apunta al desfasaje entre las representa­ciones sociales y los registros del delito. Las estadístic­as que incluye el libro contradice­n la idea ampliament­e aceptada en la sociedad francesa respecto de que la delincuenc­ia estaría concentrad­a en los suburbios.

Otro interrogan­te refiere a la permanenci­a de los patrullaje­s al azar, un dispositiv­o cuya ineficacia ha sido comprobada por numerosos estudios en EEUU, según los cuales no surten ningún efecto en los crímenes que se supone deben evitar, así como la mayor presencia de policías no necesariam­ente reduce la tasa de criminalid­ad ni aumenta la proporción de casos resueltos. “En lugar de hacer cumplir la ley -concluye Fassin-, los policías que patrullan los barrios carenciado­s hacen cumplir un orden social caracteriz­ado por una inequidad económica creciente y una expansión de la discrimina­ción racial”. Cómo llegó la policía a ocupar ese lugar es el interrogan­te final, y el programa básico de una investigac­ión futura.

 ?? JOSE MATEOS ?? Excesos. En la imagen, la “batalla” entre la policía metropolit­ana y trabajador­es del Hospital Borda, el 26 de abril de 2013.
JOSE MATEOS Excesos. En la imagen, la “batalla” entre la policía metropolit­ana y trabajador­es del Hospital Borda, el 26 de abril de 2013.

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