Poesía. Un texto de Basil Bunting en versión de Kurt Folch
Uno de los poetas británicos esenciales del siglo XX, Basil Bunting reversiona un libro del poeta japonés Chomei, del siglo XII, para registrar con gracia la fugacidad del tiempo y la naturaleza.
Fragmentos
El rocío de mis sesenta años se evapora, he construido mi última casa, o casucha, campamento de cazador, la vieja crisálida del gusano de seda: diez pies por diez pies, siete de alto: y yo tomándolo por habitación de paso, no por domicilio, me salté las tradicionales ceremonias fundacionales.
He sellado los marcos con greda, puesto bisagras en las esquinas; fácil de desarmar y partir a otra parte cuando me aburra de este lugar.
Dos carretillas de basura y el costo de un hombre para cargarlo, ningún problema.
Desde que piso la montaña Hino el mediodía cae a través del toldo sobre mi balcón de bambú, el atardecer brilló sobre Amida. He puesto mis libros sobre la ventana, el laúd y la mandolina a mano, apilado helechos y paja para acostarme, un buen escritorio donde da la luz, cocina a leña. Junté y acomodé piedras para una cisterna, instalé cañerías de bambú. Sin leñera, hay madera suficiente en el bosque.
Toyama, ¡cómodo entre las enredaderas! Toyama, profundo en la densa quebrada, abierta al oeste donde los muertos salen del Edén agachados sobre las nubes azules de las glicinas.
Prisionera de ningún paisaje de ninguna estación la mente se mueve en una cosecha ilimitada.
Vine por un mes hace cinco años.
Hay musgo en el techo.