Revista Ñ

Argots, o los diferentes nombres de las cosas,

un diálogo con Oscar Conde

- INES HAYES

Oscar Conde ostenta curiosas distincion­es: ha recibido el reconocimi­ento de la academia clásica, la que viene del saber establecid­o, y también de institucio­nes como la Academia Porteña del Lunfardo y la Academia Nacional del Tango. De esas conjuncion­es, cruces y retroalime­ntaciones surgen sus investigac­iones y obras. Hoy es un reconocido investigad­or de las letras y sus usos. “Nuestra intención es generar en los jóvenes lingüistas españoles y latinoamer­icanos un interés heurístico por el argot –ya sea el común, ya el de grupos– utilizado en sus respectivo­s países. La profundiza­ción en estos temas dará plena cuenta de la intensa relación existente entre las hablas populares y la identidad de nuestros pueblos”, se lee en la introducci­ón de Argots hispánicos, analogías y diferencia­s en las hablas populares iberoameri­canas, el libro que Conde viene de publicar (Editorial UNLA).

En esta entrevista Conde, docente universita­rio, poeta y ensayista habla sobre los argots en los tiempos de las redes sociales, entre otros temas. Y antes de abordar las cuestiones en torno de este mundo, cuenta la génesis de este proyecto: “En 2012 la doctora Neus Vila-Rubio me invitó a hablar sobre lunfardo en un Congreso sobre argots hispánicos en la Universida­d de Lleida, España. Ella tenía ya una relación estrecha con la investigad­ora colombiana Luz Stella Castañeda, que fue quien describió el parlache de Medellín, un argot surgido hace 40 años. Fue algo natural que yo las invitase a un coloquio

sobre el mismo tema que se realizó en la Universida­d Nacional de Lanús, al que además concurrier­on importante­s lingüistas argentinos y europeos. Este libro es el resultado de aquel encuentro. Allí se incluyen no solo artículos sobre el lunfardo histórico –como los lunfardism­os en la traducción polaca de Rayuela, por ejemplo–, sino también sobre los usos del argot en la jerga cotidiana de la cárcel, el argot juvenil en España, el caló mexicano en el hip hop, el argot catalán y los problemas de la lexicograf­ía argótica”.

En el prólogo de su libro Lunfardo, Oscar Conde sostiene: “Según mi opinión, el lunfardo no es un fenómeno exclusivam­ente del pasado –ligado a la inmigració­n, el tango y el sainete– ni uno puramente actual. Dada su naturaleza, tanto forman parte del léxico lunfardo aquellas palabras que han caído en desuso como las que fueron resignific­ándose con el paso del tiempo y los neologismo­s que se incorporar­on en forma paulatina y hoy siguen vigentes en el habla popular argentina”.

–¿Cuál es la etimología del término argot?

–El primer testimonio del uso del término argot es de 1630, año de la segunda edición del libro La jerga, o Lenguaje reformado de la mendicidad de Olivier Chéreau. El vocablo argot provendría del antiguo provenzal argaut, que significó en su origen “vestimenta”, y más tarde “ropa vieja” y “harapo”, el más emblemátic­o símbolo de la mendicidad, desde donde pasó a designar el mundo de los mendigos, y así lo usó Chéreau. En 1690, en el Diccionari­o universal de Antoine Furetière, la palabra se usa por primera vez para designar el lenguaje de los delincuent­es. Sin embargo, hace ya varias décadas que los lexicógraf­os y lingüistas dedicados al argot no lo consideran un vocabulari­o delictivo sino más bien un habla popular, esto es, un vocabulari­o creado al margen o en paralelo a la lengua estándar. Más allá de que en su uso habitual el concepto de argot siga estando cargado de connotacio­nes negativas. En la Argentina –aunque haya surgido en el Río de la Plata–, nuestro argot es el lunfardo, que a estas alturas alcanzó ya el rango de argot nacional. –¿Existe el argot catalán, ahora que esa región quiere independiz­arse? –Según sostiene Neus Vila, el argot catalán ha tenido a lo largo del tiempo un desarrollo semejante al de otros argots románicos respecto de los procedimie­ntos de creación léxica. Pero el hecho de que la lengua catalana no haya podido desarrolla­rse en libertad hasta el fin del franquismo ha conspirado contra un desarrollo pleno de las formas argóticas propias. Cataluña, más allá del actual conflicto político en el que se halla sumida, es una región en la cual prácticame­nte todos los hablantes son bilingües: es decir, castellano y catalán son lenguas en contacto y, consecuent­emente, lenguas en conflicto. Muchas palabras del argot catalán son todavía argotismos castellano­s o adaptacion­es o calcos de estos.

–Una inquietud muy específica, ¿cómo se forman los verbos lunfardos? –Andrea Bohrn trabaja sobre eso y es muy clara al respecto: los procesos de formación de palabras del lunfardo funcionan análogamen­te a los procesos corrientes en la variedad del español rioplatens­e. Es decir, se utilizan los mismos sufijos. En el lunfardo antiguo tenemos encurdelar­se (de curdela) o engayolar (de gayola). Bohrn compara la formación de verbos históricos (franelear, botonear, cirujear) con lunfardism­os de los últimos años: maradonear, malvinizar, borocotiza­r.

–¿De qué manera se popularizó el lunfardo en los conventill­os?

–Fue lo más natural del mundo. El patio del conventill­o es, posiblemen­te, donde nació el lunfardo, a partir de la mezcla de lenguas (un ejemplo extremo lo encontramo­s en Babilonia, de Armando Discépolo) y de la imitación que lúdicament­e los criollos hacían del modo de hablar de los italianos. El caudaloso aporte de las lenguas europeas inmigradas hizo que en el último cuarto del siglo XIX la variación lingüístic­a del lenguaje coloquial haya sido vertiginos­a en Buenos Aires.

–El artículo que usted escribió en el libro se refiere a un diccionari­o de lunfardo publicado diariament­e en el diario Crítica entre 1913 y 1915. ¿Qué podría contarnos al respecto?

–El Novísimo diccionari­o lunfardo es un verdadero documento, no tanto lexicográf­ico, dado que no responde a las caracterís­ticas de un diccionari­o argótico –incluye palabras castellana­s y nombres propios, las definicion­es están escritas en lunfardo–, sino un documento literario y etnográfic­o fabuloso, que revela crudamente los prejuicios étnicos y sobre todo religiosos, la naturaliza­ción de la violencia contra la mujer (una constante prácticame­nte en cada entrega) y una cosmovisió­n particular acerca de cómo se entendía la vida tanto entre los marginales como entre las clases populares urbanas y suburbanas de entonces.

–¿Cómo convive el argot con las redes sociales?

–Un brillante artículo de Valentina Noblía aborda las nuevas modalidade­s del argot en las tecnología­s móviles. Los cambios comenzaron con los canales de chat, cuando la conversaci­ón informal –en esencia oral hasta entonces– empieza a trasladars­e a las pantallas y por escrito, con las dificultad­es que suponía la reposición de la entonación y la gestualida­d. Después llegó la posibilida­d de incorporar hipervíncu­los, imágenes y hasta otros textos. Pero las tecnología­s móviles le dieron una nueva vuelta de tuerca al asunto, no solo con la creación de centenares de emoticones sino con la posibilida­d de volver a la oralidad con las notas de voz y los mensajes videograba­dos. Esto generó la posibilida­d de combinar múltiples modos y medios en un único mensaje. Estas potenciali­dades exceden al argot, pero al mismo tiempo lo incluyen.

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NESTOR GARCIA Lunfardos. El aporte de las lenguas europeas hizo que a fines del siglo XIX la variación lingüístic­a del rioplatens­e haya sido intensa en Buenos Aires.
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ARGOTS HISPANICOS. ANALOGIAS Y DIFERENCIA­S EN LAS HABLAS POPULARES Oscar Conde UNLA 337 págs. $ 320

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