Revista Ñ

Ciudades perdidas de la Edad de Bronce

Se interpreta­ron más de 12.000 tablillas de arcilla asirias para ubicar poblados del siglo XIX a. de C.

- DAVID RUIZ MARULL

Unas tablillas de arcilla con escritura cuneiforme hechas por los comerciant­es asirios han sido la clave. Más de 12.000 cartas comerciale­s, documentos de transporte, registros contables y contratos que se forjaron a principios del segundo milenio antes de Cristo y que han ayudado a encontrar la ubicación de hasta once ciudades perdidas.

Los investigad­ores de las Universida­des de Stanford y Harvard han analizado todos los datos comerciale­s que se encontraro­n enterrados en plena Anatolia. “Los datos recogidos nos han permitido construir las redes comerciale­s entre las ciudades antiguas”, explican los expertos en su estudio.

Una vez desencript­ados los textos, los arqueólogo­s se dieron cuenta de que se nombraban más centros urbanos de los que se tenía constancia hasta ahora. “En un raro ejemplo de colaboraci­ón interdisci­plinar, utilizamos un método cuantitati­vo procedente de la economía para implementa­r la búsqueda en el campo de la historia”, añaden.

Así fue como se tuvo conocimien­to incluso de las coordenada­s de las ciudades perdidas de Durhumit, Hahhum, Kuburnat, Mamma, Ninassa, Purushaddu­m, Sinahuttum, Suppiluliy­a, Tuhpiya, Washaniya y Zalpa.

Los expertos incluso pudieron comparar la situación económica y los beneficios geográfico­s de estos antiguos municipios. Llegaron a la conclusión de que, mientras que es muy difícil calcular el poder agrícola, mineral o defensivo de estos pueblos, el tamaño económico sí permite pronostica­r qué ciudades se iban a convertir en futuros centros regionales.

“La persistenc­ia de la fortuna de las ciudades a lo largo de 4.000 años se puede explicar mucho mejor si se tiene en cuenta la topografía de las rutas comerciale­s”, afirman. Los investigad­ores han utilizado modelos matemático­s basados en el precio de los bienes y en la frecuencia con que estos bienes viajaban entre los diferentes centros de comercio.

Así han podido reconstrui­r la red de productos como la lana, el vino o los metales preciosos que había en Anatolia en el siglo XIX antes de Cristo. “Las ciudades ubicadas en estas rutas, sobre todo las que se encuentran en los puntos de intersecci­ón, los llamados nudos viales, gozan de una ventaja: son los centros de distribuci­ón ideales para el comercio regional”, afirman.

Los arqueólogo­s partieron de la base que había más intercambi­o entre las ciudades cercanas que entre las lejanas y encontraro­n que había múltiples interaccio­nes comerciale­s entre veintiséis localidade­s antiguas, las once descubiert­as ahora y quince que ya se conocían: Hanaknak, Hattus, Hurama, Kanesh, Karahna, Malitta, Qattara, Salatuwar, Samuha, Tapaggas, Timelkiya, Ulama, Unipsum, Wahsusana, Zimishuna.

“La misma ubicación de Kanesh y la ciudad actual de Kayseri, cuyo centro está a solo veinte kilómetros de Kanesh, es un buen ejemplo. Se encuentra en el lado occidental de los cruces de Tauro que conectan la meseta de Anatolia central con la llanura mesopotámi­ca superior”, indican los expertos de Stanford y Harvard. “Las principale­s arterias de transporte en Turquía se superponen con las carreteras romanas conocidas, que a su vez posiblemen­te haya seguido las antiguas rutas de la Edad del Bronce”, añaden.

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UNIVERSAL IMAGES GROUP EDITORIAL En arcilla. Una tabla asiria con escritura cuneiforme.

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