Ciudades perdidas de la Edad de Bronce
Se interpretaron más de 12.000 tablillas de arcilla asirias para ubicar poblados del siglo XIX a. de C.
Unas tablillas de arcilla con escritura cuneiforme hechas por los comerciantes asirios han sido la clave. Más de 12.000 cartas comerciales, documentos de transporte, registros contables y contratos que se forjaron a principios del segundo milenio antes de Cristo y que han ayudado a encontrar la ubicación de hasta once ciudades perdidas.
Los investigadores de las Universidades de Stanford y Harvard han analizado todos los datos comerciales que se encontraron enterrados en plena Anatolia. “Los datos recogidos nos han permitido construir las redes comerciales entre las ciudades antiguas”, explican los expertos en su estudio.
Una vez desencriptados los textos, los arqueólogos se dieron cuenta de que se nombraban más centros urbanos de los que se tenía constancia hasta ahora. “En un raro ejemplo de colaboración interdisciplinar, utilizamos un método cuantitativo procedente de la economía para implementar la búsqueda en el campo de la historia”, añaden.
Así fue como se tuvo conocimiento incluso de las coordenadas de las ciudades perdidas de Durhumit, Hahhum, Kuburnat, Mamma, Ninassa, Purushaddum, Sinahuttum, Suppiluliya, Tuhpiya, Washaniya y Zalpa.
Los expertos incluso pudieron comparar la situación económica y los beneficios geográficos de estos antiguos municipios. Llegaron a la conclusión de que, mientras que es muy difícil calcular el poder agrícola, mineral o defensivo de estos pueblos, el tamaño económico sí permite pronosticar qué ciudades se iban a convertir en futuros centros regionales.
“La persistencia de la fortuna de las ciudades a lo largo de 4.000 años se puede explicar mucho mejor si se tiene en cuenta la topografía de las rutas comerciales”, afirman. Los investigadores han utilizado modelos matemáticos basados en el precio de los bienes y en la frecuencia con que estos bienes viajaban entre los diferentes centros de comercio.
Así han podido reconstruir la red de productos como la lana, el vino o los metales preciosos que había en Anatolia en el siglo XIX antes de Cristo. “Las ciudades ubicadas en estas rutas, sobre todo las que se encuentran en los puntos de intersección, los llamados nudos viales, gozan de una ventaja: son los centros de distribución ideales para el comercio regional”, afirman.
Los arqueólogos partieron de la base que había más intercambio entre las ciudades cercanas que entre las lejanas y encontraron que había múltiples interacciones comerciales entre veintiséis localidades antiguas, las once descubiertas ahora y quince que ya se conocían: Hanaknak, Hattus, Hurama, Kanesh, Karahna, Malitta, Qattara, Salatuwar, Samuha, Tapaggas, Timelkiya, Ulama, Unipsum, Wahsusana, Zimishuna.
“La misma ubicación de Kanesh y la ciudad actual de Kayseri, cuyo centro está a solo veinte kilómetros de Kanesh, es un buen ejemplo. Se encuentra en el lado occidental de los cruces de Tauro que conectan la meseta de Anatolia central con la llanura mesopotámica superior”, indican los expertos de Stanford y Harvard. “Las principales arterias de transporte en Turquía se superponen con las carreteras romanas conocidas, que a su vez posiblemente haya seguido las antiguas rutas de la Edad del Bronce”, añaden.