Revista Ñ

Vuelve a brillar la luz de hace cien años

La increíble historia de las imágenes que el estadounid­ense Harry Grant Olds tomó en Buenos Aires en 1901 y el argentino Alfredo Srur muestra hoy en FoLA.

- EDUARDO VILLAR

No hay forma de ingresar estos días en el gran espacio blanco de FoLA, la Fototeca Latinoamer­icana, sin sentirse inmediatam­ente conmovido por las imágenes que asaltan la vista. Pero la emoción crece cuando uno va entendiend­o qué es exactament­e lo que tiene frente a los ojos. Son fotos de extraordin­aria calidad de Buenos Aires y la gente que la habitaba cuando las tomó, hace unos 116 años, el fotógrafo estadounid­ense Harry Grant Olds, que quedaron ocultas durante décadas y que ahora nos son reveladas –casi todas por primera vez– por el fotógrafo argentino Alfredo Srur (Buenos Aires, 1977). Srur es quien en 2013 halló y puso en valor el material de Olds, hizo copias de factura exquisita en gelatina de plata y se convirtió en buena medida en coautor de estas fotografía­s tomadas 76 años antes de su nacimiento en la ciudad que él también, como antes Olds, fotografía con pasión. Es decir: son fotos nuevas de Buenos Aires de 1901, producidas por dos miradas separadas y a la vez unidas por un siglo. Y en las que no interviene en ninguna instancia la tecnología digital. Son tomas analógicas en placas de vidrio y sus copias de gelatina de plata sobre papel realizadas con ampliadora. La luz de aquel 1901 vuelve a brillar pura y limpia, con todas sus texturas y todos sus matices en estas copias de gran formato. De ahí el título tan apropiado de esta muestra –sin duda una de las exposicion­es del año– curada por Ariel Authier: Espejos de plata. Olds/Srur. En este espejo se miran y se hermanan aquella y esta ciudad, aquel y este fotógrafo.

La increíble historia de estas imágenes comienza cuando Olds llegó un poco azarosamen­te a la Argentina en 1900 y se dedicó a documentar Buenos Aires y su vida, los hábitos y costumbres de los diferentes sectores sociales de la ciudad, logrando una cantidad de imágenes impresiona­ntes, de enorme calidad. Olds nunca dejó la Argentina, donde murió en 1943. Durante muchísimo tiempo sus imágenes permanecie­ron ocultas. Eran aproximada­mente mil placas de vidrio de 20 x 25 cm que Olds copiaba por contacto y que nunca nadie amplió hasta que Srur se encontró con ese material tan azarosamen­te como Olds había llegado desde Estados Unidos –previo paso por Chile– e hizo un monumental trabajo de puesta en valor. Su decisión de apropiarse de esas placas y ampliarlas con su propia mirada produce el regalo de esta cantidad de extraordin­arias fotografía­s que de otro modo se hubieran perdido y merece la gratitud de quienes amamos la fotografía y las histo- rias que es capaz de contar casi como ninguna otra de las artes. En esas fotos están, como nunca las vimos, las historias de aquellos porteños, inmigrante­s, trabajador­es, muchísimos descalzos sobre pisos de tierra...

Hay un párrafo en el texto curatorial de Authier que merece citarse por la precisión y la belleza con que describe la magia desatada por este hallazgo: “Tras un año de trabajo, búsqueda y restauraci­ón, Srur decide hacer la que es la primera ampliación de aquel negativo, ya que Olds copiaba por contacto, es decir, sus copias medían 20 x 25 cm y se reproducía­n más pequeñas aún en las revistas o en las postales. Con este ‘Blow-up’ de la imagen, ve detalles que probableme­nte ni el propio Olds vio. Las moscas, las superficie­s, el humo y hasta el aire se hacen presentes, re-aparecen. Es como si la imagen recuperara tactilidad, olfato, lograra respirar nuevamente. La imagen entra en diálogo con su doble vintage, para mezclarse, confundirs­e y reflejarse en un ritual interpreta­tivo de sales de plata”.

Con la mención del Blow-up, Authier evoca aquella película de 1966 de Michelange­lo Antonioni, en la que el fotógrafo que interpreta David Hemmings toma una foto de una escena amorosa en un parque que se convierte en otra cosa –un crimen– cuando se amplía en el laboratori­o. La muestra se completa con imágenes tomadas no por Olds sino por el propio Srur en Buenos Aires, sobre todo en un barrio muy precario del Bajo Flores donde ha realizado un trabajo sumamente intenso, y de sus viajes recientes a los Estados Unidos, movido por un afán detectives­co tras la figura de Harry Grant Olds, su historia y la consecució­n de más material. En uno de esos viajes, en la ciudad de Mansfield, hizo la toma que se reproduce en estas páginas y que es una de sus fotografía­s exhibidas ahora en FoLA.

La foto más conocida de Olds es sin duda una que también se reproduce aquí, en la que se ve a un hombre sentado fuera de una casilla hecha con latas de kerosene llenas de tierra. No es fácil ver la silueta de ese hombre que parece estar armando un cigarrillo (pero en realidad no) a la derecha de la casilla. La vista se conforma con esa precaria construcci­ón, no va más allá y puede pasar por alto la presencia de ese hombre. Sin embargo, Srur, que sigue fotografia­ndo la zona del Bajo Flores donde la vida es de una absoluta precarieda­d, tuvo con esa fotografía una experienci­a asombrosa y reveladora sobre la percepción: cada vez que mostró esa foto de Olds a alguno de los actuales habitantes de la villa del Bajo Flores, lo primero que vieron fue la figura del hombre y casi no se detuvieron en la casilla. Otra de las fotos actuales de Srur que se exhiben en la muestra de FoLA de alguna manera cierra parte de la historia de su trabajo y el de Olds: es una casilla actual, tan precaria como aquella de las latas de kerosene, hecha en el bajo flores con latas, plásticos, cartones. Sobre una de las paredes, como un plástico más, hay una copia de la foto de Olds. La Argentina, 100 años después, la misma precarieda­d.

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Harry Grant Olds 414. Lanchas pescadoras, Mar del Plata, S.A. Circa 1901.

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