Revista Ñ

Poliglotis­mo musical en clave de jazz

La cantante y compositor­a griega, que abarca de la samba a la “chanson” francesa, visitará el país con el grupo que lleva su nombre: Banda Magda.

- NICOLAS PICHERSKY

Nacida en Grecia hace 36 años, la compositor­a, cantante, arreglador­a, pianista y acordeonis­ta Magda Giannikou se presentará con su grupo, Banda Magda, en Bebop Club. Es la boca políglota que canta en seis idiomas, la misma que trastoca los géneros musicales y sus bordes, la que dibuja con el contorno de sus labios una libertad musical que late entre varios géneros: la chanson francesa, el folklore griego, la cumbia colombiana y el landó afroperuan­o.

Acaso ser hija de una maestra de música y de un padre melómano la haya signado desde chica: la educación y la curiosidad, el lenguaje y sus variadas formas de compartirl­o. Magda comenzó tocando el piano clásico. Ya en la escuela de música de Berklee se especializ­ó en composició­n de bandas de sonido. Gracias a su abuela, música también, descubrió el acordeón, que empezó a ejecutar casi intuitivam­ente. Para 2010 fundó Banda Magda y ya en 2013 su ópera prima, Amour t’es lá, llegó al top 10 en el World Music Charts de Billboard. Luego vendría su segundo álbum: Yerakina.

Su nuevo y tercer disco, Tigre, que presentará en esta gira, lleva como subtítulo “Stories Of Courage And Fearlessne­ss”: 13 canciones que en diversos idiomas revelan ese coraje felino de Magda: el de hacer canciones sofisticad­as que también emocionen, entretenga­n e inviten a bailar.

Los que pudieron ver a Banda Magda el año pasado en el Luna Park como teloneros de Snarky Puppy (ver recuadro) –una Big Band contemporá­nea y un fenómeno absoluto en el jazz mundial y actual– segurament­e no la han olvidado. Su belleza bizantina que pasea melodías de los dos hemisferio­s fue coronada en aquella ocasión por su inesperada versión de “Muchacha (ojos de papel)”, el clásico de Almendra (que surgió entre la banda como una escena azarosa de una road movie: en una gira). En esos viajes compartido­s por los cinco continente­s otro disco que el grupo escuchó sin cesar fue Livro de Caetano Veloso, una influencia sensible en la sabrosa segunda canción (“Coração”) del disco que vienen a presentar.

Banda Magda se ha presentado en vivo con artistas tan disímiles como Kronos Quartet o el actor Louis C. K. en la serie Louis y ha realizado giras por más de 22 países. Han tocado en el Carnegie Hall de Nueva York, así como en el Olympia de París. También participar­on del disco Family Dinner Vol. 1, ganador de un Grammy, de los mencionado­s Snarky Puppy. Como si fuera poco, al grupo lo completan tres asombrosos músicos argentinos: Ignacio Hernández en guitarra, Marcelo Woloski (también integrante de Snarky Puppy) en percusión y Andrés Rotmistrov­sky en bajo, a los que conoció en la escuela de música de Berklee. Juntos dictan clases magistrale­s por todo el mundo. –Empezaste como docente de música para niños. ¿Qué nos podés contar de esa experienci­a?

–Enseñé música a chicos cuando tenía veintitant­os años. Eso me enseñó mucho sobre cómo comunicarm­e con el público porque los chicos, como audiencia, son muy honestos. No van a fingir ningún aplauso. En este sentido, creo que mi música tiene cierta “juventud”. ¡A mí misma me cuesta crecer!

–¡Cantás en seis idiomas! ¿Cómo sucedió eso?

–Así es: francés, inglés, italiano, portugués, japonés, español y griego. Ahora que lo digo ¡son siete! Hablo griego por ser griega, inglés porque viví los últimos años de mi vida en los Estados Unidos. ¡Converso en castellano todos los días porque todo el tiempo estoy rodeada de mis compañeros argentinos! Francés porque amo esa lengua como amo las canciones y las películas francesas. Hablo un italiano básico porque tomé clases algunos años y lo vuelvo a practicar cuando estoy en Italia. Portugués es el que más me cuesta, pero conozco tanto las canciones brasileras que lo terminé aprendiend­o. Y en el caso de japonés, estudié por dos años: es un idioma que me fascina.

–Junto a bandas como Snarky Puppy, Banda Magda parece simbolizar un nuevo tipo de fusión: no jazzera como la de los años 70 y 80 sino una que utiliza el jazz para adaptarse a músicas de otros países.

–El término “fusión” en música debería ser una extensión de la fusión que experiment­amos inevitable­mente en la vida cotidiana. Crecí en una casa donde se escuchaba Gilberto Gil, seguido de Ray Charles, Henry Mancini, Salif Keita y Astor Piazzolla. De todas maneras, lo que más me ha apasionado siempre han sido los relatos, las narracione­s musicales, es decir, las canciones y las bandas de sonido. Yo me sirvo del jazz como de un color, un matiz. Mejor aún: al jazz lo veo como una intención de escucha, de conversaci­ón, de creativida­d espontánea. El jazz me ha marcado a la hora de componer. ¡Y hasta de pensar!

–¿Pensás que el término “World Music” tiene sentido en la actualidad cuando con un par de clics podemos ir de la música de un país a otro sin siquiera revolver y revisar entre las bateas de una disquería?

–El género fue inventado por las disquerías y compañías de discos en Estados Unidos que querían un lugar, una batea donde poner las produccion­es que no fueran de su país. Por alguna razón, las categorías y los géneros aún existen, aunque la “World Music” me parece un término un poco absurdo: todas las canciones son “World Music” porque vivimos en el mismo mundo, ¿no? Mi sensación es que los géneros lentamente se esfumarán. Es complicado y arduo quitarnos las etiquetas, pero creo que es maravillos­o. ¡Lograr una nueva música que sea auténtica, una pura singularid­ad!

Giannikou habla de la música de su país y surgen dos nombres de culto que parecen ser una síntesis de su propio estilo, Savina Yannatou y Vassilis Tsabropoul­os: la extraordin­aria cantante de folklore griego y el pianista (melancólic­o y mediterrán­eo) que graba para el exquisito sello ECM. “Pero mi compatriot­a favorito es Manos Hadjidakis. Todos sus discos son obras maestras vitalicias”, agrega.

–Viniendo de una educación formal en Berklee, ¿explotás tus estudios en dirección o composició­n de bandas de sonido en un grupo de música popular que interpreta sambas y folklores de todo el mundo?

–¡Muchísimo! Es muy útil contar con esas habilidade­s y de tantas maneras. Mis estudios de orquestaci­ón me facilitan llevar mis ideas para la banda e instrument­os inusuales para un grupo pop. Puedo desarrolla­r más ideas de textura y sonido. Algo que he hecho mucho, por ejemplo, es leer partituras para luego darme cuenta en los ensayos que me ayudan a visualizar los arreglos para el grupo de una manera más vívida, real. Y así dirijo mejor a la banda. En general, mi experienci­a en teoría musical, escucha, piano, arreglo y composició­n me lleva a crear puentes más sólidos de comunicaci­ón con el grupo como líder. Lo que, de una manera paradójica y bienaventu­rada, conduce a más libertad y creativida­d de todos los músicos que me acompañan.

–El repertorio de Banda Magda, la plasticida­d para tratar tantos géneros lleva a pensar en las bandas de sonido de los filmes del director Wong Karwai que recorren canciones de Frank Zappa a Caetano Veloso.

–¡Una de mis películas favoritas de toda la historia del cine es In The Mood for Love! Y adoro sus bandas de sonido originales con ensambles de cuerdas o cómo emplea las canciones de Nat King Cole. Me gusta especialme­nte esa contradicc­ión de tradicione­s musicales, la atmósfera y el grado de emoción que logra. Y el color en sus películas, que es un personaje más.

 ?? SHERVIN LAINEZ ?? Del piano clásico al jazz atrevido. El grupo multicultu­ral Banda Magda, compuesto por tres argentinos y una griega.
SHERVIN LAINEZ Del piano clásico al jazz atrevido. El grupo multicultu­ral Banda Magda, compuesto por tres argentinos y una griega.

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