Revista Ñ

El Club Político define sus márgenes de autonomía,

Sus intelectua­les acompañaro­n el macrismo desde 2008. Hace poco salieron a la luz críticas y el disenso interno, a raíz de algunos escándalos del oficialism­o.

- por Héctor Pavón

Hace diez años, una treintena de intelectua­les que rechazaban de plano el kirchneris­mo fundaron el Club Político Argentino. Es uno de los colectivos más importante­s de protagonis­tas de las ciencias sociales y la política, que al momento de su primera década adquiere notoriedad por plantear escenarios y argumentos que discuten con el macrismo, algo impensado tiempo atrás, cuando el Club manifestab­a grupalment­e su apoyo a la candidatur­a y la presidenci­a de Mauricio Macri. La pobre calidad institucio­nal, los escándalos por el caso del policía Chocobar y del ministro Triaca provocaron una crisis en el enamoramie­nto con el gobierno, al que en líneas generales el Club sigue respaldand­o.

Parafrasea­ndo al historiado­r británico Setton Watson (quien sostenía que la exYugoslav­ia produce más historia de la que se puede consumir), podríamos sostener que hoy la Argentina fabrica demasiados hechos históricos. Y que produce, parejament­e, innumerabl­es intérprete­s de la intensa actividad política de estos años. El Club (al igual que grupos como Carta Abierta, Plataforma 2012, Argumentos, o el que reúne a los intelectua­les de izquierda, entre otros) ha observado e intervenid­o comunicado­s y documentos en la situación reciente. ¿Se tratará solo de una visión crítica de la coyuntura puntual, en modelo aniversari­o, o de un examen con gran calado?

El calor de enero no sólo no evitó el intercambi­o de ideas sino que una de sus controvers­ias internas salió a la luz. El tratamient­o de los casos sobre Triaca y Chocobar sorprendió por su disenso con la lectura del propio gobierno. El debate interno –hasta entonces caballeros­o– provocó tensiones cuando intervino el asesor de campaña de Cambiemos Jaime Durán Barba. Alguien acercó al diario La Nación la cadena de mails y así se conocieron detalles de un debate caliente. Durán Barba había defendido al ministro de Trabajo, Jorge Triaca –ratificado en su cargo tras haber designado a su ex empleada en el sindicato SOMU, a lo que se sumó el audio filtrado con insultos a ella–. “Es alarmante. Nuestro país es como Suecia. Nadie tiene una empleada en negro. Siguiendo la Biblia, todos estamos libres de pecado, podemos lanzar una lluvia de piedras. Hay que lapidar a Triaca”, escribió Durán Barba en uno de los correos electrónic­os entre los miembros. Graciela Fernández Meijide (de la comisión directiva del Club) le respondió: “Jaime, está bien un poco de joda, pero esto está de más”. Y el sociólogo Marcos Novaro (socio del Club) cerró el caso: “Ridiculiza­r a los demás creía que era algo mal visto en estos pagos”. Ahora Novaro analiza esa situación con más frialdad: “Lo que se discutió con los casos Chocobar y Triaca fue interesant­e. No es la primera vez que el Club marca diferencia­s después de haber sido bastante identifica­do con un macrismo difuso, mayoritari­amente simpático hacia el gobierno aun con distintas heterogene­idades”. Y agrega: “La cuestión es cómo habla Durán Barba, ese estilo no me gusta. Es muy bueno haciendo campaña pero no como intelectua­l público. Él se lo banca, tiene su estilo, no hace un buen papel pero al gobierno no le importa. A veces te cae simpático y a veces no. Es un problema que a nadie le importa demasiado”.

Febrero no bajó la temperatur­a y Vicente Palermo (presidente del Club) publicó en su página de Facebook: “La conducta de Chocobar tirando a matar a una persona que huye me parece, decididame­nte, que no está dentro de lo admisible. Está bien, por eso, que tenga un juicio justo y será la Justicia la que saque conclusion­es. Mientras tanto, la actitud de la Ministra de Seguridad y del Presidente, recibiendo y ensalzando a Chocobar, me parece horrible. Me parece muy preocupant­e que se pase del abolicioni­smo insensato e irresponsa­ble de Eugenio Zaffaroni, a un punitivism­o de gatillo fácil. Lo de Jaime Durán Barba sobre ‘brutalidad’ y ‘pena de muerte’ (con el giro patético de ‘yo no estoy de acuerdo pero’) me resulta particular­mente penoso”. Justamente lo que había motivado el documento sobre la baja calidad de las institucio­nes fue el escándalo protagoniz­ado por Triaca.

Plaza pública

El Club nació a principios de 2008, poco antes del conflicto del campo. Entonces sostenían que aparecían “en un contexto político que ya estaba mostrando signos preocupant­es de descomposi­ción”. Después, claro, vino el debate por la Resolución 125, que luego tendría a la flamante agrupación kirchneris­ta Carta Abierta defendiend­o al gobierno de Cristina Kirchner con un número importante de firmas de la intelectua­lidad peronista.

En los años del kirchneris­mo, el Club estuvo en estado de alerta permanente y su papel opositor fortaleció el crecimient­o en el número de socios –de 50 iniciales a 250– y también de “amigos”, adherentes

ocasionale­s que asisten a las reuniones bimestrale­s.

La llegada de Macri al gobierno fue festejada. Antes y después de las elecciones, el Club recibió a funcionari­os de gobierno de todos los rangos, como Gabriela Michetti, Pablo Avelluto, Henoch Aguiar y Patricia Bullrich, entre otros. “Durante el kirchneris­mo el Club se fue convirtien­do poco a poco en un grupo con un definido perfil opositor”, explica la politóloga e historiado­ra Sabrina Ajmechet, integrante de la línea joven del Club que busca su renovación. Continúa: “Sus críticas se centraron en las cuestiones institucio­nales aunque también se decidió intervenir en el debates económico e, incluso, en política internacio­nal. En años en los que Carta Abierta tenía una alta exposición, siempre mostrando su afinidad con el oficialism­o cristinist­a, el CPA aparecía como la otra cara de la moneda. Posiblemen­te sin identifica­rse todavía con algún actor político en concreto, su rasgo más saliente era su oposición al kirchneris­mo”, concluye.

El 10 de febrero de 2016 Macri, acompañado del jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, recibió a seis representa­ntes del Club. Conversó con Palermo, Luis Rapoport, Guillermo Rozenwurce­l, Sebastián Katz, Guillermo Ariza y Elsa Kraisman. “Luego de que asumió Macri, el Club se encontró en esta situación en la que posiblemen­te la mayoría de sus miembros votaron al nuevo presidente pero muchos no. Y, sin dudas, pese a mirar con simpatía inicial al nuevo gobierno, nunca se pensó en ser un club oficialist­a”, sostiene Ajmechet. “No va a ser un grupo de seguidismo; aquí hay gente de distintas extraccion­es políticas”, sostenía entonces la líder Graciela Fernández Meijide. “Ha sido y es un actor más caracteriz­ado por el libre pensamient­o reticente al embanderam­iento orgánico con ningún gobierno porque ello convierte al intelectua­l a lo sumo en un comentaris­ta de las políticas de turno”, declara Jorge Ossona (vocal). “El principal activo del Club es su diversidad ideológica”, suma Damián Toschi, joven vocal del Club.

En 2013, el Club presentó el Acuerdo para un desarrollo democrátic­o. Una propuesta para acordar objetivos sobre salud, educación, política. Allí sostenían que “mientras haya hambre, insegurida­d, baja calidad educativa y exclusión social, será difícil que el estado pueda consolidar su autoridad para encarar asuntos más sofisticad­os”. El documento fue firmado por políticos, entre ellos: Eduardo Duhalde y Juan Manuel de la Sota. A continuaci­ón el politólogo Andrés Malamud los criticó: “El problema es que la construcci­ón política y el ejercicio del poder requieren esfuerzo. La simpática firma del Acuerdo Democrátic­o no es una promesa de civilizaci­ón política sino una manifestac­ión de impotencia. Los partidos no están en condicione­s de preparar una oferta electoral y entonces van al pie de iniciativa­s loables pero ajenas. La falta de liderazgo, programas y equipos es un pasivo para la democracia”.

Martín Caparrós dijo que el “intelectua­l macrista es un oxímoron” y Beatriz Sarlo afirmó que no hay ideas en el macrismo. Y ante estas críticas, Novaro responde: “El problema es que no hay ideas. Y no es que el macrismo tenga pocas ideas, hay pocas en todos lados. Yo le preguntarí­a a Sarlo y a Caparrós donde están las suyas. Tenemos un problema como país, hay poca materia gris, poco entusiasmo, poca capacidad de comunicaci­ón”.

–¿Y el gobierno puede estar molesto con estas declaracio­nes del Club? –No, no se lo toman a pecho. El gobierno está molesto con la realidad.

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PRESIDENCI­A DE LA NACION En Casa Rosada. Miembros del Club con el presidente Mauricio Macri y el ministro Pablo Avelluto.
 ?? DEGO WALDMANN ?? Propuesta. Graciela F. Meijide presenta en 2013 el “Acuerdo para el Desarrollo Democrátic­o”.
DEGO WALDMANN Propuesta. Graciela F. Meijide presenta en 2013 el “Acuerdo para el Desarrollo Democrátic­o”.

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