Revista Ñ

Realidad e ilusión en movimiento,

Con instalacio­nes, videos y performanc­es, una muestra investiga en el CCK la relación entre las máquinas, lo que se mueve y la percepción.

- por Pilar Altilio.

La nueva convocator­ia del CCK al curador Rodrigo Alonso para una segunda edición de El centro en movimiento muestra que el año pasado fue muy aceptada y tuvo muy buena repercusió­n– continúa la línea de reunir a varias generacion­es, desde los consagrado­s hasta los más jóvenes, en esta oportunida­d con artistas que abordan el movimiento por medios mecánicos, manuales, robóticos, con mecanismos históricos, desechados o en uso de la última tecnolo- gía. La muestra tiene un recorrido menos extenso que la anterior y más “habitable”; cada instalació­n está segmentada y demora al espectador en un juego que puede alterar la percepción del espacio. El movimiento al que alude el título se traslada en parte al cuerpo: la muestra se completa con un ciclo de performanc­es que vale la pena agendar.

El centro en movimento 2 se asocia ahora plenamente con un enfoque “hacia las dinámicas generadas, inducidas o sugeridas por las máquinas”, como sostiene su curador, que advierte acerca del poder transforma­dor producido por las máquinas en relación con la capacidad de mirar y captar el entorno y de producir fantasías de la mente. Pueden las máquinas intervenir en cuestiones de trascenden­cia para la humanidad tanto como preservar una simple tarea repetitiva de mecanismo sencillo. Narrada así, parece que conserva cierto aire manifiesto de historicid­ad, pero no: la selección se encarga de revitaliza­r los conceptos con miradas jóvenes y muy jóvenes. El panorama se abre también a artistas internacio­nales, todos del hemisferio sur.

Un recorrido aconsejabl­e es iniciar por la sala de los proyectos más cinéticos. Algunas piezas encontrada­s en el taller de Eduardo Rodríguez sorprenden con su eficacia de estética pulcra y tan cuidada como en “Mariposas”, 2013, un objeto con movimiento mecánico y sonido propio. Son algunas piezas reconocibl­es de otras muestras tanto como las de su compañera Perla Benviste, extraordin­arias en su simpleza y fascinante­s en su presencia como las cajas del aserie R et ro ante ro versión ,1969-2017, en su mayoría re hechas recienteme­nte.

Destaca la obra de Paula Rivas, casi inmaterial, suspendida a gran altura con esos movimiento­s de pequeñas bolitas de coral blanco y hematite, en “Geometría orbital”, 2017. Mariana Villafañe en “Distorsión”, 2018, hace un contrapunt­o interesant­e con la sala porque luce impecable en su cinetismo por movimiento mecánico de pequeñas piezas, que rotan delante de un plóter.

En sala aparte, Mariela Yeregui exhibe su obra “Entreveros (Darwin dixit)”, 2012. Hecha con algo de manualidad tanto como de la tecnología programada de los robots, ya que los entreveros están tejidos al croché y se mezclan con hilos de fría luminosida­d que dejan ver líneas transparen­tes que trascriben los Diarios de Darwin. Pero este texto sólo se hace visible cuando la lupa que los acecha se coloca en un punto legible para los de buena vista. El plano de adecuación del espectador es un experiment­o interesant­e de observar.

En la otra punta de la gran sala, la obra “Miles de millones”, 2016, de Diego Alberti, que sigue su línea de captar las posibilida­des de los procesos y protocolos de encriptaci­ón utilizados para garantizar la privacidad de los datos en el dominio di-

gital, crea un paisaje electrónic­o que se percibe en una sala a oscuras.

La instalació­n de la colombiana Angélica Teuta “Escenas para evitar las pesadillas, escena #3”, 2018, proyecta sobre las paredes una maravillos­a ilusión visual que desafía al espectador. Se trata de unos retroproye­ctores con unas piezas hechas por ella que reproducen en movimiento­s, un poco espasmódic­os pero continuos, la aparición de un imaginario onírico vinculado con el trato que la mitología clásica, la Edad Media y el Renacimien­to le dieron al tema. En la realizació­n de esta obra, Teuta abordó las imágenes de los circos y revisitó la teoría jungiana de los arquetipos y los sueños, que fueron motivo de una investigac­ión exhaustiva y que ella misma define como una “transmutac­ión de los espacios que enfatizan la sensación de inconscien­cia: los espacios se tornan borrosos, impredecib­les, no coherentes”.

El joven revelación del Premio Itaú de 2015, el cordobés Santiago Viale, concibe en “La tierra más ajena”, 2016, una maquinaria sensible de gran porte que simula un campo de espigas de trigo mecidas por un suave viento. Una ficción que puede observarse desde un muelle luego de accionar una palanca que produce el movimiento. Según su autor le interesa “fabricar una naturaleza, recrear un hábitat, como en los museos de dinosaurio­s o animales extintos, o los dioramas”.

Imperdible en relación a la experiment­ación de otro sistema dentro del nuestro utilizando sólo los mecanismos de la distorsión es la obra de Alfio Demestre “Estructura geodésica virtual”, proyecto compartido con Martin Luzardo. Un casco y un espacio que es como una cúpula abierta a la que puede ingresar sólo una persona por vez para que la experienci­a sea más profunda. Al calzar el casco y por efecto de los polarizado­res se percibe un espacio sin determinac­ión de arriba-abajo, sólo a partir de “un hallazgo” encontrado en la reutilizac­ión de monitores, plasmas y pantallas de led, una experienci­a de 1999-2000, cuando con el grupo Oligatega intentaron “revertir las tecnología­s, usarlas de una manera para la que no fueron creadas”.

Recomiendo especialme­nte detenerse frente a la obra de Claudia Joskowicz, “Cada edificio de la Avenida Alfonso Ugarte – Según Ruscha”, 2011, que supera el concepto de inestabili­dad de algo que se mueve muy cerca, con pantallas gigantes en una sala angosta. El travelling ralentizad­o va mostrando una avenida que es uno de los accesos posibles a la ciudad boliviana de La Paz cuando se llega al aeropuerto. Se trata de un barrio que ha crecido en singularid­ad, donde el apunamient­o es una condena casi segura para un extranjero que acaba de llegar y también el lugar donde se inició la caída del presidente fugitivo Sánchez de Lozada en 2003. Tiene pequeñas sorpresas, pero hay que verlo completo, vale la espera.

Margarita Bali se luce con la misma eficacia demostrada en “Disco”, esa esfera que, suspendida, nos permite ver bailar unos cuerpos bellos en un objeto que se torna una pantalla extraña y a la vez fascinante con su ritmo visual-musical. Sin duda otro hallazgo del curador. Y para activar las energías, nada más indicado que acceder a la instalació­n de Sergio Lamanna “Ejercicios para el fin del mundo”, 2017-2018: hay que pararse en la plataforma y con cierta energía bajar las cuerdas que permiten la ilusión de ver volar unas bellísimas alas grises del tamaño de las de un cóndor, que cuelgan de las paredes.

Vale la pena buscar en la web del CCK el cronograma de las performanc­es programada­s en la muestra, que incluyen al cubano Carlos Martiel, al uruguayo Dani Umpi y a los locales Laura Bilbao, Nicolás Varchausky, Alejandra Ceriani, Gabriela Pino y Dana Ferrari.

 ??  ?? Santiago Viale. “La tierra más ajena”, construcci­ón-instalació­n cinética realizada en 2016 en la que ondula un campo de trigo.
Santiago Viale. “La tierra más ajena”, construcci­ón-instalació­n cinética realizada en 2016 en la que ondula un campo de trigo.
 ??  ?? Mariela Yeregui. Espectador­a frente a su instalació­n lúmínico-mecánica “Entreveros (Darwin dixit)”.
Mariela Yeregui. Espectador­a frente a su instalació­n lúmínico-mecánica “Entreveros (Darwin dixit)”.
 ??  ?? Panorámica. Vista de una de las salas donde se despliega la exhibición curada por Rodrigo Alonso.
Panorámica. Vista de una de las salas donde se despliega la exhibición curada por Rodrigo Alonso.
 ??  ?? Sergio Lamana. Una visitante interactúa con su obra “Ejercicios para el fin del mundo”, 2017-18.
Sergio Lamana. Una visitante interactúa con su obra “Ejercicios para el fin del mundo”, 2017-18.
 ??  ?? Angélica Teuta. “Escenas para evitar las pesadillas, escena #3”, 2018.
Angélica Teuta. “Escenas para evitar las pesadillas, escena #3”, 2018.
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Alfio Delmestre y Martín Luzardo. Estructura geodésica virtual.

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