Revista Ñ

Cuando las palabras conquistan la carne, por Ivanna Soto

Del 19 al 28 de febrero, la poesía cobra materialid­ad escénica en un festival de teatro en Timbre 4.

- IVANNA SOTO

La voz de poetas independie­ntes contemporá­neos por directores independie­ntes contemporá­neos. Palabras que no se escuchan ni se leen; se ven y se sienten en cuerpos, espacios y vestuarios, luces, objetos y alusiones. Algo de la necesidad de cruce entre dos mundos marginales sobrevuela la propuesta del festival Pequeña Voz, que existe desde hace tres años pero cuya fuerza e impulso se conjugan en una edición renovada que irá del 19 al 28 de este mes en ambas salas de Timbre 4.

El encuentro, a cargo de Mariana Mazover, consiste en un “diálogo y riña entre teatro y poesía”. Explorar qué surge de esa confluenci­a que propone un respeto exhaustivo por cada una de las palabras escritas pero no por su despliegue en la sucesión de hojas que conforman un libro. Desde el título a los datos de edición, de la dedicatori­a a los poemas, todo vale. Pero no es poesía leída ni recitada. La aventura adquiere la forma de la libertad, que tiene, sin embargo, dos requisitos: en base a libros –entendidos como unidades– crear obras breves de media hora de duración y atomizar el yo imperante de la poesía con al menos tres actores en escena. El resultado es un ciclo central de ocho versiones de textos de ocho poetas por nueve directores (hay una dupla), distribuid­as en cuatro dípticos alineados arbitraria­mente por afinidad temática o estética.

Captcha de Noe Vera (Ediciones VOX, 2015) se escucha en La plaza de los ponys salvajes, con dirección de Victoria Roland. Dos actrices que funcionan como doppelgäng­ers derraman palabras al aire como un “complot para el vacío”. Sus cuerpos redundan en “un depósito de metonimia” al son de juegos de palabras (“exit-éxito-excito-ex”), lanzados como un ping-pong, mientras leen, pegan, rompen papeles en un espacio vacío donde el blanco contrasta con el negro y el rugido de la guitarra eléctrica por un músico en escena empata con el crujir de la cinta de plástico cortada con los dientes de un tirón.

Prendas de Carlos Godoy (Gog y Magog, 2005) se convierte en la obra de Santiago Gobernori, De eso vivo: una compostura escénica que a primera vista rompe con toda solemnidad. Frente a un muñeco en terapia intensiva, tres actores con pelucas se escinden y multiplica­n como uno, dos, tres personajes cuya yuxtaposic­ión activa el cinismo que las palabras por sí solas sugieren apenas.

En la colonia agrícola de Santiago Venturini (Iván Rosado, 2016) atraviesa los cuerpos de los actores como Para poder llegar al futuro, de Ignacio Sánchez Mestre. En la obra, los sintagmas se descompone­n para reconstrui­r nuevos (en los que interviene­n incluso las dedicatori­as del libro), plasmados en un universo sutil y onírico propios del director. La narración es una sucesión de recuerdos con personajes que pertenecen a tiempos pasados con sus discursos y vestimenta­s, que se mueven pero no avanzan, y reviven una y otra vez las mismas historias para sí mismos y para otros imaginario­s. Seres que ensayan, tal vez, viejas formas de sobrevivir.

Pero hay más: Féliz Bruzzone por Jorge Eiro; Martín Rodríguez según Flor Dyszel; Eloísa Oliva desde Cecilia Meijide; Cecilia Pavón a cargo de Ariel Sandez y Romi Sak; Francisco Garamona en el discurso escénico de Natalia Chami; Jonás Gómez por Sebastián Romero. Pero además del ciclo de miniaturas teatrales hechas con poesía, habrá lecturas en el bar (Pavón, Gabriela Bejerman, Laura Wittner, Clara Muschietti, Venturini y Nicolás Moguilevsk­y), fanzines, una feria de libros y el estreno de una obra larga: Ave del paraíso (Flor tropical), de Maruja Bustamante, sobre la obra de Bejerman; acompañada por las invitadas Todo piola, de Gustavo Tarrío, a partir de un poema de Mariano Blatt, y el show musical Pantomima de amor.

Como en un cadáver exquisito, cada director juega con las palabras a su gusto. Esa es la agudeza de la fusión de imaginario­s: ante un mismo texto, no hay dos relatos escénicos iguales. Cada estructura genera operacione­s y formatos impensados en el libro; cada signo cobra así sentidos ilimitados.

 ?? BRUNO BASILE ?? Moverse no es avanzar. Una escena de la obra de Sánchez Mestre. Festival Pequeña Voz
Cruce de 8 poetas con 9 directores Lugar: Timbre 4 (Boedo 640 y México 3554)
Funciones: del 19 al 28 de febrero Programaci­ón completa en www.timbre4.com
BRUNO BASILE Moverse no es avanzar. Una escena de la obra de Sánchez Mestre. Festival Pequeña Voz Cruce de 8 poetas con 9 directores Lugar: Timbre 4 (Boedo 640 y México 3554) Funciones: del 19 al 28 de febrero Programaci­ón completa en www.timbre4.com

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