El dibujo como “foto perfecta”
“Estamos llenos de sombras que son matices. Cuanto más oscura, el número del lápiz tiene que ser más alto, más blando. Los más duros, que son los H, tienen más cola y no marcan mucho. Y los B tienen poca cola, se gastan más rápido y dejan el trazo más oscuro. Esa es la teoría”, le cuenta a la cámara Baldomero Pestana (1918-2015) en La imagen reb/velada, un documental de Andrea Vázquez sobre su vida.
Aunque siempre había querido ir a la escuela de Bellas Artes en Buenos Aires (“éramos pobres y un tío mío me enseñó el oficio de sastre”), Pestana se dedicó al dibujo después de los 50 años, ya afincado en París, y luego de haber aprendido a mirar y a componer sus retratos como un fotógrafo de sensibilidad pictórica. La crítica lo enroló en el hiperrealismo y llegó a exponer en el 5to Salon Figuration Critique de 1983 y en una galería de Bélgica. El escritor Yak Rivais, una de las voces del documental, distingue, sin embargo: “El hiperrealismo intenta mostrar a la gente tal y como la define la fotografía. Baldo no hace eso. Dibuja con mucha precisión algo que le interesa, pero luego se detiene. La extrañeza la da el blanco. Funciona como un fotógrafo que revela, pero no una foto; lo que quiere revelar es lo que desaparece”.
El autorretrato en tres tiempos, de 1981, al pie de estas líneas ejemplifica esa búsqueda de la “foto perfecta”, en la cual lo que sobra puede ser eliminado, dejando lo esencial de un personaje o una anécdota. “Coincidí con el gusto de la época”, recordaba Pestana en una entrevista que circula en la Web. “Fui considerado fotorrealista aunque yo me considero realista y clásico”.