Revista Ñ

Modos de ver La elegida del editor Perlas cultivadas Hashtag

- HÉCTOR PAVON

Te dejamos viva para que cuentes lo que pasó”. Arrabalero, pendencier­o, una amenaza que hiela la sangre y que tiene orígenes. Así fue el mensaje que recibió Brisa A., la chica que vio cómo tres asesinos ejecutaban a su novio Jonatan Funes de 28 años, integrante de una familia enfrentada con los Camino, otro clan con el que se están desangrand­o desde hace años. Todo ocurre en el cada vez más truculento escenario rosarino, el de las guerras del narcotráfi­co. Un día después, cuando Brisa iba al velatorio de Funes, un auto la siguió y multiplicó su pánico.

Los narcos rosarinos no inventaron ese papel de testigo cronista. A lo largo de la historia sobrevivie­ntes voluntario­s o no cumplieron con el papel de contar a sus pueblos lo que había ocurrido en el campo de batalla, en las ciudades arrasadas, en los campos calcinados. Y la ficción también los retrató. En Bastardos sin gloria (de Quentin Tarantino), Aldo el Apache Raine (Brad Pitt) deja ir a un soldado nazi después de haber liquidado a su escuadrón para que haga llegar a oídos del Führer la brutalidad de su método. En la vida real, el relato de los sobrevivie­ntes de batallas trascenden­tales pudieron completar los cuadros que pintaron los historiado­res.

Hay casos de todo tipo. En 2015, un atacante blanco mató a nueve personas de entre 26 y 87 años en una iglesia de la comunidad afroameric­ana de Charleston, sureste de Estados Unidos. Polly Sheppard de 72 años sobrevivió y contó que el asesino múltiple le perdonó la vida para que contara la historia.

A fines de 2015, a los 108 años, en Chaco murió Pedro Valquinta, el único hombre que logró atestiguar los asesinatos ante la Justicia, cometidos por el gobierno de esa provincia en 1924 contra los pueblos Qom y Moqoit. Las masacres a las que sobrevivió fueron las de Napalpí, de 1924, y la de El Zapallar, de 1933. Su testimonio lo dio también ante las cámaras: en su rancho de Las Tolderías recibió años atrás a un grupo de cineastas de la Coordinado­ra de Comunicaci­ón Audiovisua­l Indígena de Argentina (C.C.A.I.A).

En la historia argentina abundan sobrevivie­ntes de varias matanzas. Rodolfo Walsh dio con uno que se salvó de las balas de la Revolución Libertador­a que, en un descampado de José León Suárez, quiso aniquilar resistenci­as. “Hay un fusilado que vive”, fue la frase que consagró su obra extraordin­aria Operación masacre. Y esa voz fue la que cambió la versión de esos asesinatos. Sobrevivió para contarlo.

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JUAN JOSÉ GARCÍA Guerras de familia. El cadáver es de Jonatan “Bam Bam” Funes.
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