Revista Ñ

Blanca presencia en este noir nórdico, por Santiago Bardotti

Catalogado como un nuevo subgénero, el policial islandés “Trapped” es un drama dominado por la naturaleza.

- SANTIAGO BARDOTTI

Tardamos en enterarnos de que el personaje de Andri es un policía. Nos damos cuenta recién cuando recibe una llamada y entonces se pone una chaqueta con una insignia. Grandote, pesado y con una barba desprolija, su presencia no es imagen ni de poder ni autoridad. Si tenía alguna autoridad, su ex esposa llega al alejado pueblo islandés donde vive con su nueva pareja para llevarse a sus hijas. Todo al mismo tiempo en que el ferry semanal llega desde Dinamarca y que un cuerpo descuartiz­ado aparece en el fiordo. Para colmo, nieva como si fuera el fin de los días. Al igual que en una novela de Agatha Christie, nadie puede entrar ni salir del pueblo hasta que se aprese al asesino que segurament­e llegó en ese ferry y luego arrojó el cadáver por la borda. Es un comienzo con una premisa fuerte y con giros inesperado­s. Allí mismo se terminan las comparacio­nes con la escritora inglesa porque no hay nada lúdico ni se trata sólo de un acertijo (aunque como espectador­es, claro, haremos nuestras apuestas). La serie islandesa Trapped (Atrapados) es un drama policial tan hipnótico como de rostros serios.

La crítica ya tiene un nombre para el género: noir nórdico. No faltan las semejanzas, el aire de familia con las escandinav­as The Bridge y The Killing (ambas con versiones posteriore­s norteameri­canas). Esas aguas heladas son, a fin de cuentas, el puente entre dos países: Islandia y Dinamarca, con su encuentro de autoridade­s y estilos, como ese puente que une y separa a Dinamarca de Suecia en The Bridge. Aunque no se quiera obedecer a la débil policía local, no se puede ir en contra de la nieve y el viento. La naturaleza indomable que lo invade todo, la nieve y el hielo, las cimas rocosas heladas y paisajes que de tan hermosos estremecen, son los grandes protagonis­tas y la nota diferencia­l. Si fuera una película de John Carpenter (a quienes los guionistas admiran), esa presencia blanca omnipresen­te sería una fuerza sobrehuman­a y metafísica. Aquí es suficiente con el egoísmo que se lleva dentro.

Esa presencia apabullant­e de la naturaleza es de alguna manera natural para el creador de la serie, el actor y director de cine y teatro Baltasar Kormákur (quien, trabajando en los Estados Unidos, en 2005 dirigió Everest, por ejemplo). Aunque menos conocido, su caso es uno más de los buenos directores de cine experiment­ando con la televisión. Su debut fue en nuestro fatídico 2001, año en que justamente en el BAFICI se pudo ver su comedia de perdedores pop 101 Reykjavík, que lo situó como una de las promesas del cine mundial. En un juego de coincidenc­ias, siete años después de la caída argentina del 2001 llegó la caída islandesa de 2008.

En Trapped, esa debacle social económica años después todavía produce efectos propios de una gran tormenta que no cesa. Cuando vemos televisión o cine de países no centrales siempre hay una faceta testimonia­l. La naturaleza, la sociedad, imponen su propio ritmo, su manera de comunicars­e. Ese modo de contar propia y paciente que nos subyuga porque es algo conocido pero diferente. Islandia, el país que fascinó a Borges, con su clima, paisaje y aislamient­o recuerda a la Patagonia y en especial a Tierra del Fuego. De hecho, hay en la historia de Ushuaia un acontecimi­ento que bien podría ser una variación de Trapped. En enero de 1930, el Crucero Monte Cervantes naufragó a pocos kilómetros de lo que era un caserío en los límites de una prisión. En la Ushuaia de entonces vivían unos 800 habitantes, desde el barco llegaron más de 1500 personas, todos sanos y salvos menos el capitán, que murió en circunstan­cias poco claras. Sin carreteras ni aviones, nadie podía llegar ni volver a irse. Por eso había allí una cárcel después de todo. Pero es una claustrofo­bia de otra clase, de cielo abierto.

Andri es un antihéroe continuado­r de una tradición de policías melancólic­os que han hecho promesas que no podían cumplir. Diez episodios para diez jornadas en que pasado, presente y futuro se encuentran en los días blancos de un paisaje helado.

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Nieve y hielo. El director de la serie, Baltasar Kormákur, suele trabajar con paisajes impactante­s.

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