Festival Nueva Ópera: una cita que se instala, por Laura Novoa
Esta estimulante propuesta despliega, en distintos puntos de la ciudad, a los nuevos autores y su indagación el género y en la era de la “post lírica”.
La ópera contemporánea experimenta cada vez más con la fusión entre el oído y la vista. En los últimos años se multiplicaron las producciones interdisciplinarias que ensayan nuevos cruces entre la música y los diversos formatos teatrales. En consecuencia, el concepto de ópera tradicional continúa en expansión y, en el proceso, se reinventaron tres de sus elementos principales: la voz, el cuerpo y la dramaturgia.
El concepto de post-ópera se propuso desde el campo teórico para estas nuevas interacciones dramáticas entre la voz y el cuerpo, con mayor o menor énfasis de manipulación tecnológica, gracias a la intervención multimedial.
Para profundizar esa expansión y fomentar nuevos abordajes, se creó hace dos años el Festival Nueva Ópera Buenos Aires (FNOBA), de carácter bianual, en la órbita del Centro de Experimentación del Teatro Colon (CETC), a cargo de Miguel Galperín. El Festival no sólo apunta a llegar a compositores y directores innovadores, sino a expandir también nuevos espacios, obras y audiencias.
En su segunda edición, el FNOBA ofrecerá durante catorce días, entre el jueves 2 y el miércoles 15 de agosto, obras nacionales e internacionales, charlas, encuentros y clínicas vinculadas con el campo de la “post-lírica”.
La apuesta a descentralizar e incitar a los artistas a producir obras en sitios fuera de sus lugares habituales continúa vigente. Las obras se presentarán en diversas salas porteñas; algunas de esas sedes serán el Planetario, el Centro Cultural Haroldo Conti, el Museo Nacional de Bellas Artes, el galpón de Guevara, el Teatro 25 de Mayo, la Biblioteca Nacional y Fundación Williams.
En esta ocasión, la propuesta impulsada por el CECTC, en diálogo con otras instituciones –de Americas Society, Instituto Francés, Pro Helvetia, Fundación Williams, entre otras–, logró articular de manera novedosa un tipo de gestión asociada entre lo estatal, lo privado y las ONG. No se trata de una cuestión menor. Las producciones interdisciplinarias, con mayor o menor intervención tecnológica, suelen ser costosas y los montajes complejos. Cuánto más virtuosa sea la dinámica de gestión, más flexible resultará montar y materializar los proyectos. Incluso brindar formación a través de seminarios, como los que se ofrecen a través del programa Escuela de Invierno, con profesores invitados nacionales e internacionales: Antoine Gindt (Fr), Bernard Cavanna (Fr), Oscar Strasnoy (Fr-Ar), Pablo Maritano (Ar), Javier Hagen (Sz) y Sebastián Rivas (Fr-Ar), entre otros.
En el abordaje curatorial del FNOBA hay una genealogía posible de la ópera “post-lírica”, entre las figuras de John Cage y el argentino-alemán Mauricio Kagel (creador del “teatro instrumental”), sin perder de vista el corpus desarrollado en Argentina que, según señala el comunicado del CETC, creció por multiplicación desde el 2011.
Entre las ocho obras programadas se incluye un homenaje a Kagel (1931-2008), a diez años de su muerte, con un concierto monográfico a cargo del Ensamble Tropi. Pas de Cinq (1965), obra inaugural del “teatro instrumental”, da comienzo a Escena Kagel (encargo del FNOBA), una
suerte de paseo que recorre las obras más emblemáticas del compositor por las salas del Museo de Bellas Artes. Después de Pas de Cinq, el trayecto continúa con Ludwig Van (1970) en versión del ensamble, luego por Atem (1969/70), y concluye con Serenata (1994/95).
En la edición anterior se comisionaron dos óperas: una sobre El Fiord de Osvaldo Lamborghini y otra sobre Don Juan de Leopoldo Marechal. Resulta difícil imaginar un texto más desafiante que el de Lamborghini como libreto de ópera. Sin embargo, desde otra perspectiva, los encargos de este año también traen sus propios desafíos. La correspondencia entre John Cage y Pierre Boulez, donde se debaten problemas centrales en la música del siglo XX, es el texto de Doppelgänger, Diálogo con autómatas, una instalación sonora con música y dirección artística de Sebastián Rivas. Dentro del epistolario, se resalta especialmente una carta enviada por Boulez desde el Hotel Claridge de Buenos Aires, en 1954.
Los únicos humanos en escena son tres conferencistas –Martín Liut, Abel Gilbert y Antoine Gindt– que suman sus lecturas a las transcripciones mecánicas de las cartas que hacen las máquinas de escribir, las verdaderas protagonistas de la obra. Boulez y Cage aparecen de alguna manera replicados a través de las máquinas que proveen todo el material sonoro con el que se elabora la obra.
En el Galpón de Guevara se estrenan dos obras dentro de la categoría “Works in progress”: Cubreobjetos, concepto y dirección de Giambastiani-MassaruttiSteinman y Yo fui un pelotudo, bajo la dirección y puesta de Lolo y Lauti.
Cubreobjetos es una trasposición del poemario homónimo de Guillermo Daghero. La obra se presenta como una “road ópera poética”. Mediante un complejo dispositivo operístico, que cuenta con la música y diseño sonoro de Luciano Giambastiani, se monta sobre un Peugeot un objeto inflable transparente sobre el que se proyectan imágenes. Mientras el inflable muta frente al público, los ejecutantes hilvanan la narrativa de un viaje. A su vez, también dentro de la variante pop y con un abordaje interdisciplinario, el dúo Lolo y Lauti tomó, en vez de un texto, la obra del artista visual Guillermo Iuso.
Se presentarán en calidad de re-estrenos The Little Match Girl Passion (La pasión de la niña de los fósforos), con libreto y música de David Lang –cofundador del colectivo musical Bang on a Can–, y La Niña Helada, 19 escenas para cinco voces solistas, ensamble y sonidos electroacústicos, con Música de Patricia Martinez y libreto de Mariano Saba. Ambas se presentarán en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.
Una novedad que trae la edición de este año es una creación colectiva y social con la puesta en escena de La noche de las bestias. La obra es el resultado del proceso de un taller educativo llevado adelante en los barrios Ramón Carrillo y Villa 20, donde los artistas son chicos de entre 7 y 16 años guiados por el director de escena Pablo Maritano.
El Festival arranca en el Planetario con Kopernikus (1978-79), estreno local del compositor canadiense Claude Vivier (1948-1983), alumno de Karlheinz Stockhausen. Se trata de una ópera, pero como aclara el subtítulo de la obra, una “Óperaritual de muerte”. Dentro de una atmosfera mística, Kopernikus aborda temas filosóficos vinculados con la vida y muerte, en formato de pieza de cámara para siete cantantes y siete instrumentistas, bajo la dirección musical y escénica de Sebastián Zubieta y Sergio Policicchio, respectivamente.
La estética como epidemia, Clase / concierto de Oscar Strasnoy, cierra el Festival en el Auditorio de la Biblioteca Nacional. Strasnoy brindará una reflexión sobre la transformación del estilo y la estética musical en distintos momentos de la historia, se escucharán canciones originales suyas y del Dichterliebe, de Robert Schumann, con la participación del barítono Víctor Torres y la soprano Carla Filipcic Holm.