Revista Ñ

Memoria en fotos de la ciudad chica

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Ciertas fotografía­s viejas transmiten una emoción extraña. Siguen vibranteme­nte vivas –los ademanes en el aire; los pliegues y el brillo de las telas; los claroscuro­s que hacen de la piel un fraseo de la luz– sin importar el tiempo que las separe del presente. Esta, por ejemplo, tomada en el interior de un lavadero público, construido en Córdoba en 1887, sobre la margen derecha del Río Primero como parte de un proyecto municipal de higiene, casi huele a lejía. La nitidez exquisita de la imagen permite distinguir una a una las cuerdas del canasto de mimbre donde se apila la ropa limpia, las manos cruzadas sobre el regazo de las mujeres, las sombras, las poleas. 1890, aclara el epígrafe. Los puestos se alquilaban según tuvieran agua fría y/o caliente y “la empresa concesiona­ria tenía la obligación de construir salones destinados al cuidado de los hijos de las lavanderas”. Esa historia tallada en rostros y miradas es una de las que cuenta en 90 fotos un libro extraordin­ario. Con curaduría de los investigad­ores Luis Príamo y Cristina Boixadós, Imágenes de Córdoba. Fotografía­s de Jorge B. Pilcher, 1870-1890 pone en valor la más completa serie de instantáne­as de la provincia mediterrán­ea en el siglo XIX, casi desconocid­a hasta ahora. La selección incluye también algunas fotos de Santiago del Estero, de 1874, que son las más antiguas conocidas de esa ciudad. Pilcher, un inglés nacido en Liverpool en 1841, llegó a Mercedes, Uruguay, para ocupar un puesto gerencial en un banco. Allí se casó con la hermana de un reconocido fotógrafo, Máximo Fleurquin. Buscando fortuna se mudó con su familia a Córdoba en 1870, el mismo año en que el ferrocarri­l unió esa ciudad con Rosario e instaló su estudio fotográfic­o a una cuadra y media de la plaza principal. Para entonces, en La Docta había 1.737 inmigrante­s registrado­s por el censo del año anterior y el 91% de las casas de la provincia tenían techo de paja. El 21% de los pobladores “decía saber leer y el 14% manifestab­a saber escribir”, apunta Paula Alonso en el ensayo que abre el libro. Los varones usaban a diario boina o sombrero; las mujeres, fal- das hasta el piso; y el transporte urbano era a caballo y levantando polvareda por las calles céntricas de la ciudad que tuvo la primera universida­d del país. “Hasta la exhaustiva, amorosa y tenaz investigac­ión y recuperaci­ón de su obra por parte de Cristina Boixadós, Pilcher era prácticame­nte desconocid­o para nuestra historiogr­afía”, confirma Luis Príamo. “Hoy sabemos que fue el mayor editor y autor de vistas y costumbres del centro de la república en el siglo XIX”. Hombre de negocios, antes de terminar en la bancarrota víctima de la crisis económica de 1890 que se llevó puestos la presidenci­a de Miguel Juárez Celman y a muchos empresario­s, Pilcher dirigió dos exitosos estudios fotográfic­os –el primero de ellos en sociedad con Alejandro S. Witcomb– . Documentó en unas 500 tomas, gracias en parte a los encargos oficiales del Partido Autonomist­a Nacional al que estaba vinculado, la transforma­ción de la provincia y su modernizac­ión: estaciones de tren, escenas de mercado, talleres de fundición, la vida de los conventos, carpinterí­as, puentes, fachadas de “fidederías”, hoteles, colegios y fiestas populares se entreveran en sus fotos con peones trabajando en el campo y niños conversand­o en las siestas interminab­les de las sierras. “Quizá la parte más importante de la labor fotográfic­a de Pilcher sea la dedicada a la construcci­ón de los diques San Roque y Mal Paso y la red de acueductos y canales de riego por los que se distribuía el agua embalsada”, subraya Cristina Boixadós, cuyo buen ojo había sorprendid­o ya en otro libro atesorable: Historias reveladas. Córdoba 1870-1957. La serie de las obras hidráulica­s, cuenta, le fue encomendad­a al fotógrafo inglés por Juan Bialet Massé (1846-1907), el empresario que construyó ambas. Él y el ingeniero Carlos Cassafoust­h (1854-1900), acusados por la presunta deficienci­a de lo construido (infundios que los llevaron un tiempo a la cárcel, incluso), usaron las 185 fotos tomadas por Pilcher como evidencia en su defensa. El innegable valor documental de esa serie no eclipsa otras. Príamo distingue su favorita: “Como un yuyo más que soy de la llanura y descendien­te de colonos inmigrante­s, una foto quizá menor del conjunto que Pilcher tituló Estancia Ana María, Trabajador­es comiendo, me emociona particular­mente. Junto a ciertas fotos de Francisco Ayerza de gauchos comiendo asado en medio de la pampa, creo que esa imagen conforma un apretado símbolo de nuestro pueblo campesino en los albores de la Argentina moderna”. Las fotos de J.B. Pilcher se exhiben hasta el 18/11 en el Museo Provincial Dionisi (Córdoba). 5/10 y 2/11 a las 17, la historiado­ra Cristina Boixadós hablará de la obra.

 ?? JORGE B. PILCHER ?? Córdoba, lavadero público en el siglo XIX , por Jorge B. Pilcher, el mayor editor y autor de vistas de la región.
JORGE B. PILCHER Córdoba, lavadero público en el siglo XIX , por Jorge B. Pilcher, el mayor editor y autor de vistas de la región.

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